El sagrario es el consultorio de Jesús

Por Angel Peña


La Eucaristía no sólo es un gran tesoro, podríamos decir que es el tesoro más
grande del mundo. Mucho más importante que el oro o las piedras preciosas. Vale más
que todo el universo con todas las estrellas y galaxias. Vale más que los ángeles y que
todos los santos, incluida la misma Virgen María, porque la Eucaristía es Jesucristo, el
Dueño, Señor y Creador de todo lo que existe.

Sin embargo, hay quienes no entienden que, al hablar de la Eucaristía, no
estamos hablando de un pan bendito o de una cosa buena, sino de Alguien, de una
persona, de Jesús. Por eso, quizás no lo valoran lo suficiente y su fe es demasiado
pequeña para reconocerlo bajo la apariencia de un pequeño pedazo de pan.
Muchos católicos no lo aman, no le dan importancia, y para ellos Jesús
Eucaristía es como si no existiera, porque no se aprovechan de su presencia cercana en
este sacramento. Es lo que les pasaba a tantos judíos del tiempo de Jesús, que lo tenían
muy cerca, pero no creían en Él o simplemente no se daban tiempo para ir a oír sus
palabras o visitarlo.

Los reyes magos hicieron un largo y peligroso camino para encontrar a Jesús y
quedaron felices de haberlo encontrado. Había valido la pena todo su esfuerzo; porque,
al fin, lo encontraron y descubrieron que Él era su Dios. Fueron los primeros no judíos
que lo reconocieron como Dios y lo adoraron. Los pastores también hicieron un
esfuerzo para ir en plena noche a visitarlo, llevándole algunos regalos y no quedaron
defraudados. ¿Y nosotros? ¿No valdrá la pena hacer cualquier esfuerzo para visitar a
Jesús? ¿No valdrá un poco de nuestro tiempo? ¿O acaso nuestra fe es tan escasa que no
creemos que verdaderamente en la hostia consagrada está el mismo Jesús de Nazaret, el
mismo Jesús, que nació en Belén, murió en la cruz y resucitó?

Si supiéramos que en una isla perdida hay un gran tesoro y nos dieran la
oportunidad de ir a encontrarlo con la garantía de que sería todo para nosotros, ¿no
valdría la pena arriesgarse para encontrarlo y ser ricos para toda la vida? ¿Y Jesús no es
el tesoro más grande del mundo? La isla del tesoro no está muy lejana, no necesitamos
viajar a países lejanos y desconocidos. Jesús está muy cerca, en el sagrario de nuestras iglesias, pero hay que tener fe para verlo con los ojos del alma, con los ojos de la fe.
Jesús Eucaristía es el Rey de reyes y Señor de los señores, el Rey del universo,
el Señor de la historia, el amigo de los hombres, el hijo de María, el niño de Belén, el
Salvador del mundo, que se ha quedado junto a nosotros para ser nuestro compañero de camino y para que podamos acudir a Él fácilmente, cuando tengamos necesidad. Y nos sigue esperando para sanarnos, bendecirnos, alegrarnos y darnos su amor y paz. Su consultorio es el sagrario. Él es el mejor médico, siquiatra y sicólogo del mundo.

Atiende gratis las 24 horas de cada día y no necesitamos sacar cita para ser recibidos por Él. Además, Él lo sabe todo y sabe cuáles son nuestros males y necesidades antes de que se las digamos. Él nos espera. ¿Hasta cuándo? ¿Somos tan ricos que no necesitamos de su amor? Dice Jesús: “Donde está vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón”
(Mt 6, 21). ¿Cuál es nuestro tesoro más importante? ¿Qué buscamos con más ansiedad y
deseo en nuestra vida? ¿Es Jesús? Pues en la Eucaristía lo encontraremos. ¿Y qué tesoro
podemos desear que sea mejor y más importante que el mismo Jesús?