Exodus: una película contra Yahvé

Elentir publicó una reseña sobre la película Exodus que ya se puede ver en cines. Dado que se está promoviendo la película como una puesta en la pantalla grande de una historia bíblica conviente conocer la verdad. Les sugiero no leer el post si no han visto la película (aunque, desde luego, también les puede ayudar para no invertir su dinero en cosas innecesarias):

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Este viernes fui a ver la última película que ha rodado el célebre cineasta británico Ridley Scott, esta vez inspirándose en la famosa historia bíblica sobre la liberación de los hebreos de Egipto.

He usado el verboinspirar” con dudas, para ser sincero.  (...) lo que ha hecho Scott con un famosísimo pasaje del libro más difundido del mundo, la Biblia, ya no es que me deje perplejo, sino que me parece algo que ya roza el chiste malo.

Para empezar, el cineasta británico nos presenta a un Moisés que cree ver a Dios -en forma de niño caprichoso- porque se da un golpe en la cabeza. Luego ese Moisés se convierte en una especie de dirigente terrorista decidido a sembrar el terror entre el pueblo egipcio mediante acciones de sabotaje y ataques contra la población civil. Siguiendo esta línea, Scott -que se declara ateo con “reservas”, aunque más honesto sería decir “con truco” o “con trampas”- nos muestra las plagas bíblicas como algo explicable desde una óptica científica y que no precisaba, necesariamente, de la intervención de ningún poder trascendente. Abordar así un relato de la Biblia me parecería legítimo si el cineasta fuese coherente con su propia visión, pero no lo es. Cuando llega la muerte de los primogénitos de Egipto, esa visión cientificista de Scott se va a hacer gárgaras. Esta vez sí que hay un Dios y es un “asesino de niños” que tiene por seguidores a unos hebreos que son unos “fanáticos”, afirmaciones que el director pone en boca del faraón sin que Moisés replique nada.


Al monarca le presenta en ese momento como un hombre sensible e indignado por la muerte de su hijo, al que lleva en brazos, pero que poco antes ejecutaba a familias judías enteras y planeaba él mismo masacrar a todo niño judío incapaz de andar en represalia por las plagas. Al final de la película vemos a Moisés escribiendo a cincel las Tablas de la Ley -curioso: ese dios del que habla Scott es capaz de matar a todos los primogénitos de Egipto, pero después no puede ni escribir sus Mandamientos-, mientras el libertador mantiene un diálogo tan penoso con el “dios niñato” que casi da por pensar que el guionista se lo dejó escribir a una señora de la limpieza que pasaba por allí. Entendería que Scott hubiese hecho una película racionalista y materialista, en la que toda intervención divina se eliminase sin más, pero esto no es una película racionalista y materialista, sino una película tramposa e incoherente.