La carta de santa Gema está fechada el 13 de octubre de 1901, y la dirige, por mandato del Cielo, al que sería su director espiritual, el P. Germán de san Estanislao, pasionista.
Carta de santa Gema Galgani.
Padre mío: no puede imaginarse la de veces es que en estos días habré tomado la pluma en la mano para escribirle. Me parece que son muchas las cosas que tengo que decirle, pero siento tal repugnancia en decirlas, que no se lo puede figurar. Y hace más de diez días, padre mío, que he recibido que Jesús el mandato de decirle estas cosas que quiero decirle, pero que ni aún a Jesús obedezco.
Antes de todo he pedido a las muchas almas buenas que rezasen a Jesús, para que Jesús antes que nada me diese fuerzas para escribir cosas que tanta repugnancia me causan; luego, que preparase el corazón de mi padre (si es verdaderamente Jesús) para que esté dispuesto a contentar al Corazón Sacratísimo de mi Jesús, y a darle la satisfacción que este Corazón tanto demanda; además... oh, padre, padre, ahora mismo es tal mi repugnancia, que me parece imposible seguir adelante.Acabo de estar con monseñor, que me ha dado permiso para escribirle con toda libertad…
No sé
Y Yo, en cambio, desde el cielo, no hago sino dispensar gracias y favores a todas las criaturas; luz y vida a la Iglesia; virtud y poder a quien la dirige; sabiduría a los encargados de ilustrar a las almas envueltas en tinieblas; constancia y fortaleza a las que deben seguirme; gracias de todas clases a cuantos justos y aún pecadores yacen escondidos en sus antos tenebrosos; hasta allá dentro hago yo llegarles mi Luz, allí les enternezco y hago lo posible para convertirles… Más ellos… ¿Cuál es el fruto de mis afanes? ¿Qué correspondencia hallo en las criaturas por mí tan amadas? Al ver lo que veo, me siento traspar de nuevo el corazón”…
¡Oh Jesús!
“Nadie se cuida ya de Mi amor; Mi corazón está olvidado, como si nada hubiese hecho por su amor, como si nada hubiera padecido por ellos, como si de todos fuera desconocido. Mi corazón está siempre triste. Solo Me hallo casi siempre en las iglesias, y si muchos se reúnen, lo hacen con motivos bien distintos de los que Yo quisiera; y así tengo que sufrir viendo a mi Iglesia convertida en teatro de diversiones; veo que muchos, con semblante hipócrita, me traicionan con comuniones sacrílegas”…
Jesús estaba conmovido; se paró un poco, y luego prosiguió dulcemente: “Hija, tengo necesidad de almas que Me consuelen, cuando son tantas las que Me disgustan. Tengo necesidad de víctimas, pero víctimas de verdad. Para calmar la ira divina y justa de mi Padre celestial, necesito almas que con sus padecimientos, tribulaciones y asperezas, satisfagan por los pecadores y los ingratos. ¡Oh, si pudiera hacer comprender a todos cuan irritado está mi divino Padre contra el mundo!... Nada hay capaz de contenerlo. Esta preparando un castigo terrible para todo el género humano.¡Cuántas veces he tratado de calmarlo! La vista de mi cruz y mis padecimientos no son ya bastante a contenerlo. Muchas veces Le he calmado presentándole un grupo de almas escogidas, de víctimas heróicas. Sus penitencias, sus asperezas y sus actos heróicos Le han aplacado. También ahora para aplacarlo Le he presentado alguna de estas almas, pero Él me dice: “ No, no puedo más.” Y es que estas almas, hija mía, no pueden bastar para tanto. Son
Se me ocurrió entonces preguntarle: “¿Y cuales son esas almas?” A lo que Jesús: “Las hijas de mi Pasión.” Quedé asombrada, porque yo pensaba si serían las sepultadas vivas, por ser las más escondidas. Jesús continuó. “Si supieras, hija mía, cuántas veces he visto calmarse a mi Padre, presentándole estas almas!.. pero ahora son muy pocas, no son suficientes.”
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