Anécdotas de la Confesión

Un señor fue a confesarse con el Padre Pío, a San Giovanni Redondo, entre 1954 y  1955. Cuando acabó la acusación de los pecados, el Padre Pío le preguntó : "¿Tienes otro"? y él contestó: "no padre". El Padre repitió la pregunta: "¿tienes otro"?,  "no,  padre". Por tercera vez  el Padre Pío le preguntó: "¿tienes otro"?. A la tercera respuesta negativa se acaloró el huracán. Con la voz del Espíritu Santo el Padre Pío gritó: "¡Calla! Calla! Porque tú no estás arrepentido de tus pecados! ". 

El hombre quedó petrificado por la vergüenza que pasó delante de mucha gente. Luego trató de decir algo. Pero el Padre Pío le dijo: "Estate callado, has hablado bastante; ahora yo quiero hablar: ¿Es verdad que frecuentas las salas de fiestas"? - Usted, padre" - 

"¿Sabes tú que el baile es una invitación al pecado"? 

El hombre se fue asombrado y no supo qué decir ya que tenía el carné de socio de una sala de fiestas en su billetera. El hombre prometió no cometer otros pecados y después de mucho tiempo obtuvo la absolución.


Las mentiras 
Un día, un señor le dijo al Padre Pío: "Padre, yo digo mentiras cuándo estoy con mis amigos. Lo hago para mantenerlos alegres ". Y el Padre Pío contestó: "Eh, ¿quieres tú ir al infierno bromeando?! “


La murmuración 
Cuando uno habla mal de un amigo suyo está destruyendo la reputación y el honor del hermano que tiene en cambio derecho a gozar de consideración. 
Un día el Padre Pío dijo a un penitente: "Cuando tú murmuras de una persona quiere decir que no quieres a aquella persona, la has sacado de tu corazón. Pero sabes que, cuando sacas a un hombre de tu corazón, también Jesús se va fuera de tu corazón junto con aquel hombre."