El corazón del Infierno: testimonio

Capítulo 10: El corazón del infierno, por Mary K BaxterResultado de imagen para mary k baxter


En las noches iba con Jesús al infierno. Durante el día, el infierno siempre estaba delante mio. Yo traté de contarle a otros lo que estaba viendo, pero no me creían. Me sentí muy sola y fue solamente por la gracia de Dios que pude continuar. Toda la gloria pertenece al Señor Jesucristo.

La siguiente noche Jesús y yo regresamos al infierno. Caminamos por el borde del vientre del infierno. Reconocia partes del infierno que había visto antes. La misma carne podrida, el mismo olor de maldad, el mismo aire caliente estaba por doquier. Ya estaba cansada.
Jesús conocía, mis pensamientos y dijo, “No te dejaré jamás, ni te desampararé. Yo sé que estás cansada, pero yo te fortaleceré.”

El toque de Jesús me fortaleció y seguimos adelante de pronto ví un objeto negro grande, casi del tamaño de un terreno de una cancha de baseball que parecía moverse de arriba hacia abajo. Me acordé que ya me habían dicho antes que este era el “corazón del infierno.”

De este corazón negro salía algo parecido a unos brazos largos o cuernos que salían de él y subian hacia la tierra y sobre la tierra. Yo pensé si estos eran los cuernos de los que hablaba la Biblia.

Alrededor del corazón la tierra estaba seca y de color marrón. En un radio de mas o menos 30 pies, de todas las direcciones la tierra se había quemado y secado y tenía un color marrón mohoso. El corazón era de un color negro intenso mezclado con otro color parecido al de la piel de las culebras. Cada vez que este corazón latía emanaba un olor terrible y se movía como un corazón verdadero latiendo de arriba hacia abajo y había un campo de fuerza maligna que lo rodeaba.
En forma atónita yo me preguntaba cual era el objetivo de este corazón maligno. Jesús dijo, “Estas ramas, que se parecen a las arterias de un corazón, son como carreteras que suben hasta la tierra para hechar la maldad sobre ésta. Estos son los cuernos que vio Daniel, y estos representan reinos de maldad en la tierra. Algunos ya han pasado, algunos vendrán y otros están ahora mismo. Se levantarán reinos malignos y el anticristo reinará sobre mucha gente, pueblos y cosas. Si es posible, hasta los escogidos erán engañados por él. Muchos se apartarán y adorarán la bestia y su imágen.

De estas ramas o cuernos principales crecerán otras ramas más pequeñas. De las ramas pequenas saldrán demonios, espíritus malos y todo tipo de fuerzas malignas. Estos serán soltados sobre la tierra y satanás los instruirá para hacer mucha maldad. Estos reinos y fuerzas malignas obedecerán a la Bestia y muchos lo seguirán hacia la destrucción. Es aqui, en el corazón del infierno, donde estas cosas comenzarán.”

Estas son las palabras que me habló Jesús. El me ordenó escribirlas y a ponerlas en un libro para contárselas al mundo. Estas palabras son verdaderas. Estas revelaciones me fueron dadas por el Señor Jesucristo para que todos sepan y entiendan las obras de satanás y las cosas malignas que él está preparando para el futuro. Jesús dijo, “sigueme.”
Subimos por una escalera dentro del corazón donde una puerta se abrió para nosotros. En el corazón había completa oscuridad. Escuché el sonido de llantos, y había un olor tan terrible que casi no podía respirar. Todo lo que podía ver en la oscuridad era a Jesús, y caminaba muy cerca de El.

Y entonces, de momento, Jesús desapareció! Lo increíble había sucedido. Yo estaba sola en el corazón del infierno y un horror se apoderó de mi apretando mi alma y sentí que la muerte me agobiaba.
Yo grité “Jesús dónde estás? Por favor, regresa Señor.” Clamé y llamé, pero nadie me respondió.
“Oh mi Dios,” me lamenté, “Yo tengo que salir de aqui.” y comencé a correr en la oscuridad. Mientras tocaba las paredes, éstas parecían respirar, moviéndose contra mis manos. Y entonces ya no estaba sola. Escuché el sonido de carcajadas, mientras dos demonios rodeados por una luz amarilla y opaca, vinieron y agarraron mis dos manos poniendome cadenas en los brazos arrastrarme al fondo del corazón.

Yo grité llamando a Jesús pero no había respuesta. Grité y pelée con todas mis fuerzas, pero ellos me seguían arrastrando como si yo no ofreciera resistencia alguna. Mientras ingresábamos en lo profundo del corazón, yo sentí un dolor terrible cuando una fuerza rozó con mi cuerpo. Parecía como que me arrancaban la carne.

Grité de terror. Mis captores me arrastraron hasta una celda y me lanzaron hacia adentro. Cuando cerraron la puerta, grite aún más alto. Ellos se rieron sarcásticamente y dijeron, “No te ayudará el que llores. Cuando llegue tu momento, serás llevada delante de nuestro señor. El te atormentará para su placer.”

El terrible malolor del corazón había saturado mi cuerpo.
“ Porqué estoy aqui? Que está mal? Me estoy volviendo ‘loca? Déjenme salir. Déjenme salir. Les grite, pero fue como si nada.

Después de un tiempo, comencé a sentir el lado de la celda en que estaba. Era redondo y suave como algo que estaba vivo. Estaba vivo y comenzó a moverse. “Señor,” grite. “ qué está pasando? Jesús, dónde estás?” Pero solamente recibí la respuesta del eco de mi voz cque regresaba.

Un gran temor —el más grande temor— se apoderó de mi alma. Por primera vez desde que Jesús me dejó, comencé a darme cuenta que estaba perdida sin ninguna esperanza. Comence a sollozar llamando a Jesús una y otra vez.
Y entonces escuché una voz en la oscuridad que decia, “No te va a hacer ningún bien clamar a Jesús. El no está aqui.”
Una luz opaca comenzó a llenar el lugar. Por primera vez, podía ver otras celdas parecidas a la mía, metida en la pared del corazón. Había una tela de araña delante de nosotros, y por dentro de cada celda fluía una sustancia pegajosa como de lodo.

En la celda siguiente la voz de una mujer me dijo, “Estás perdida en este lugar de tormento no hay salida.”

La podía ver escasamente por medio de la luz opaca. Ella estaba despierta, como lo estaba yo, pero los ocupantes de las otras celdas parecían estar dormidos o en un éxtasis.
Ella decia “No hay esperanza, no hay esperanza.” y me sobrevino una soledad intensa así como una gran desesperación. Lo que ella dijo no me ayudó y continuó diciendo “Este es el corazón del infierno, aquí somos atormentados, pero nuestro tormento no es tan terrible como el de aquellos en otras partes del infierno.”

“Algunas veces,” continuó diciendo, “nos llevan delante de satanás y él nos tortura para su placer. Satanás se alimenta con nuestro dolor y se fortalece con nuestros gritos de desesperación y dolor. Nuestros pecados están siempre delante de nosotros y sabemos que somos inmundos. También sabemos que en un tiempo conocimos al Señor Jesús, pero lo rechazamos y nos apartamos de Dios. Hicimos lo que nos complacía. Antes de llegar aqui era una ramera. Robaba el dinero a los hombres y a las mujeres, y le llamaba amor a lo que hacia. Yo destruí muchos hogares. En estas celdas hay muchas lesbianas, homosexuales y adúlteros.”

Yo le grite a las tinieblas, “Yo no pertenezco aqui, yo soy salva y le pertenezco a Dios. Por qué estoy aqui?” Pero no había respuesta.

Entonces los demonios regresaron y abrieron las puertas de mi celda. Uno me jalaba, mientras que el otro me empujaba por un camino rústico. El toque de los demonios se sentía como una llama ardiente sobre mi carne. Me estaban hiriendo. “Oh Jesús, dónde estas tu? Por favor, Jesús, ayúdame!” grite.

Un fuego ardiente apareció delante mio, pero se paró antes de tocarme. Ahora yo sentía como que mi carne estuviera siendo arrancada de mi cuerpo. El dolor mas cruel que me pudiera imaginarme corrió sobre mi. Algo invisible rasgaba mi cuerpo, mientras que espíritus malos en formas de murciélagos me mordían por todo el cuerpo.”
“Querido Señor Jesús,” exclamé, “Dónde estás? Oh, por favor, déjame salir!”
Fui empujada y jalada hasta que llegue a un lugar ancho y abierto en el corazón del infierno, y fui lanzada sobre un tipo de altar sobre el suelo. Sobre dicho altar había un libro grande abierto. Escuché carcajadas malignas y me di cuenta que estaba tirada en la tierra delante de satanás.
Satanás dijo, “Al fin te tengo.” Me encorvé de horror, pero pronto me di cuenta que él no me estaba mirando a mi, sino a alguien delante mio.
Satanás dijo, “Ja, ja, al fin te pude destruir de la tierra. Déjame ver cual será tu castigo.” El abrió el libro y corrió sus dedos por las páginas. El nombre del alma fue iluminado y el castigo detallado.
“Querido Señor,” yo grité, “es todo esto real?”
Yo era la próxima, y los demonios me empujaron sobre una plataforma y me obligaron a inclinarme delante de satanás.

Otra vez las mismas carcajadas malignas salían de él. “He esperado por ti mucho tiempo, y al fin te tengo,” me dijo con un placer malicioso. “Tú trataste de escapar de mi, pero al fin te tengo.”

Un temor que yo jamás había experimentado antes se apoderó sobre mi. Otra vez desgarraban mi carne y mi cuerpo fue envuelto por una cadena grande. Yo me miraba mientras me la ponían.

Me parecía a los demás y me veía como un esqueleto lleno de huesos muertos. y gusanos se arrastraban dentro de mi, al mismo tiempo un fuego que salió desde mis pies me cubría de llamas.

Yo grité otra vez, “Oh Señor Jesús, qué ha sucedido? Jesús, dónde estás?”
Satanás se rió y rió. El dijo, “Aquí no está Jesús, yo soy tu rey ahora. Vas a estar conmigo para siempre, tu eres mía ahora.”

Me sentí desgarrada con las emociones mas terribles que había sentido hasta ahora. No podía sentir a Dios ni amor amor, paz, o afecto. Pero podía sentir lo peor de los sentidos: temor, odio, dolores agudos y aún peor, la tristeza.
Clamé al Señor Jesús para que me salvara , pero no había respuesta.
Satanás dijo, “Yo soy tu señor ahora,” y levantó sus brazos para llamar a un demonio a su lado. Enseguida, un espíritu feo y malo vino a la plataforma donde estaba parada y me agarró. El tenía un cuerpo grande con una cara como de un murciélago, en vez de manos tenía garras y un olor maligno salía de él.
“Señor satanás, que hago con ella?” pregunto el espíritu malo, cuando otro demonio que tenía cabellos sobre todo su cuerpo y una cara como un jabalí salvaje, también me agarro. “Llévenla a la parte más profunda del corazón, —Un lugar donde los horrores estarán siempre delante de ella. Allí ella aprenderá a llamarme señor.”
Me arrastraron a un lugar muy, muy oscuro y me lanzaron sobre algo frio y mojado. Oh, como puede uno sentir frio y caliente al mismo tiempo? Yo no sabía, pero el fuego quemaba mi cuerpo y los gusanos se arrastraban sobre y por dentro de mi, los ayes de los muertos llenaban el espacio.
“Oh Señor Jesús,” grité con desesperación, “ qué estoy haciendo aquí?” Amado Dios, déjame morir.”

De pronto una luz alumbró el lugar donde yo estaba sentada. Jesús apareció y me tomó en sus brazos e instantáneamente estuve de regreso en mi hogar.

“Querido Señor Jesús, dónde estabas?” Yo exclamé, mientras las lágrimas corrían por mis mejillas. Jesús me habló con ternura y me dijo: “Mi hija, el infierno es real. Pero tu no lo ibas a saber con seguridad hasta que lo experimentaras por ti misma. Ahora sabes la verdad y como se siente estar perdido en el infierno. Ahora tu le puedes hablar a otros del infierno. Yo tenía que dejarte pasar por el infierno para que supieras de él sin duda ninguna.”
Yo estaba muy triste y cansada. Me desmayé en las manos de Jesús. Y aunque El me restauró por completo —yo me quería ir lejos, muy lejos— de Jesús de mi familia y de todo el mundo.

Durante los días siguientes en mi hogar estuve muy enferma. Mi alma estaba muy triste y los horrores del infierno estaban siempre delante mio y pasaron muchos días antes de recuperarme por completo.