Diane Rozells, terapeuta ocupacional, Singapur
“Vivir la vida a tope”, éste ha sido siempre mi lema. Se puede decir que soy una persona que intenta disfrutar de las aventuras y emociones de la vida. Antes de oír hablar de San Josemaría y de su mensaje sobre la santidad en el día a día, estaba convencida de que para sacar el máximo jugo a la vida, tenía que hacer tantas cosas espectaculares como pudiera. Por ello, como era joven, cometí todo tipo de locuras para tener - al menos eso pensaba- una vida interesante.
Hace ya más de tres años que encontré a Dios a través de San Josemaría y he de reconocer que desde entonces mi vida es más interesante. Gracias a él, he descubierto el secreto de una vida feliz: aprovechar los acontecimientos cotidianos como medio para enamorarse de la vida. San Josemaría me ha enseñado que la heroicidad no se encuentra en las cosas extraordinarias que cuesta mucho realizar, sino en las pequeñas de todos los días llevadas a cabo con fe.
Me fascinaba la idea de que todos estamos llamados a ser santos. Después de reflexiones más profundas, llegué a ver la verdad en sus palabras: amar a Dios completamente significa que no debería conformarme con una santidad mediocre. Como ya he dicho, siempre deseé aprovechar la vida al máximo. Después de haber conocido el amor de Dios, deseaba amarle enteramente y por ello descubrir la plenitud de la Vida. Ahora, gracias a San Josemaría, he aprendido que la santidad no está reservada exclusivamente a los religiosos; todos nosotros, también los laicos corrientes, estamos llamados a ser santos en medio del mundo.
Sin embargo, aspirar a
Mi reto de vivir la vida al máximo se centra ahora en impregnar mis tareas diarias de todo el amor del que sea capaz. Como dice San Josemaría, “Ante Dios, ninguna ocupación es por sí misma grande ni pequeña. Todo adquiere el valor del Amor con que se realiza.” (Surco, 487). Ahora, ver a Dios y ver almas detrás de mi trabajo diario me ha ayudado a enamorarme más profundamente de Nuestro Señor y, al mismo tiempo, a adquirir más virtudes humanas. Me ha ayudado a encontrar el verdadero significado de mi trabajo diario, proporcionándome una fuente constante de motivación.