Matrimonios con peligro

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    Está claro que casarse en estos tiempos no resulta fácil, el acceso al mundo del trabajo de una manera estable, la posibilidad de tener una vivienda, el coste de la vida y demás circunstancias sociológicas está haciendo que, desde un punto de vista económico, sea difícil poder casarse.

     Por lo tanto, es cada vez más frecuente que una pareja se case cuando encuentran trabajo los dos, incluso aunque el trabajo sea en distintas ciudades.

     Se multiplican las consultas de asesoría matrimonial en parejas con muy poco tiempo de matrimonio, están empezando a tener problemas como consecuencia de que se ven poco, porque los puestos de trabajo distan entre sí y, prácticamente, sólo se ven el fin de semana y quizás algún día entre semana.

      Lo mismo que en el caso anterior nos encontramos cuando se trata de personas que trabajan uno de día y otro de noche. O en puestos de trabajo que requieren pasar largas temporadas fuera de casa.

       Se hace con mucha ilusión, pero la falta de comunicación hace que se vaya perdiendo el cariño.


       El trabajo - la imposibilidad de cambiar y la sensación de estar atados- hace que una especie de impotencia se apodere de la pareja.
       Tener hijos se hace complicado y empiezan a no ver salida a la situación, con el consiguiente agobio por parte de la pareja.

         La sombra del fracaso aparece en el horizonte.

        Desde fuera las cosas se ven muy simples, pero también se ven con más perspectiva.

        Es una falta de prudencia arriesgarse en situaciones como las que he descrito antes, y que, como he dicho, cada vez son más frecuentes y están presentando más problemas.

        Hay que concluir que en muchos casos lo prudente es no casarse con las premisas anteriormente dichas. La vida de por no es fácil, por lo que añadirle aditamentos de este estilo es correr riesgos innecesarios.


        Pero, ¡alguna vez habrá que casarse! Sé que ese puede ser el pensamiento de muchos de los que lean estas líneas. Sí, estoy de acuerdo, pero casarse es tan importante, que no merece la pena exponerse nada más que lo justo.

        Se está uno jugando la felicidad. Quizás se puedan buscar soluciones, la mayoría de las veces las hay, cambiándose de trabajo, o de ciudad. Hay que ser creativo en la solución. Hay veces que hay que arriesgar un trabajo, o algo de comodidad
, para evitar estas situaciones, merece la pena.

¡Pensemos!
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