Esta es otra razón por la cual nunca debemos juzgar a alguien o presuponer dónde ha terminado. Nunca sabemos exactamente lo que sucede entre el alma y Dios en esos momentos, a pesar de que podemos presenciar cierta paz o la ausencia de paz en el lecho de muerte. ¡Oh, recuerdo ahora un caso que demuestra la necesidad de esta precaución! Una vez, un sacerdote abusó horriblemente de un muchacho joven. Esta horrible herida hizo que este chico huyera de todos los sacerdotes y de la Iglesia. Muchos de los que estaban a su alrededor intentaron intervenir y ayudarle mientras crecía pero fue inútil, se mantuvo cada vez más alejado y atacaba constantemente a la Iglesia y a todo lo que tuviera que ver con ella. Con el tiempo, este joven enfermó gravemente y murió insultando a la iglesia hasta el final.
Un hombre bondadoso y piadoso que conocía toda la historia llevó el caso del muchacho a Teresa Neumann que también podía averiguar a dónde iban las almas. Se enteró de que el chico se había salvado pero todavía seguía en el purgatorio. La respuesta le sorprendió a quien había preguntado por él, principalmente porque el muchacho había muerto maldiciendo a la Iglesia hasta el último momento.
La explicación fue la siguiente. A pesar de que Satanás había bloqueado su camino hacia la verdad cuando era un muchacho muy sensible e influenciable, siempre había continuado buscando silenciosamente al verdadero Dios; y debido a que siempre había conservado esta necesidad en su corazón, la misericordia de Dios lo guio hasta Él. Una vez más, este ejemplo es una prueba poderosa de la misericordia de Dios y es prueba de que nunca debemos anticipar nuestras conclusiones, incluso sí hubiéramos oído o visto por nosotros mismos algo que aparentemente apuntaba a otra dirección.