La liturgia es una realidad fundamentalmente mística y contemplativa


Card. Sarah sobre la misa: «participación activa» (silencio), latín, reverencia y más


Cardenal Sarah
Hace casi un año, el Cardenal Sarah contaba la conversación y la «misión» que le encomendó el Papa Francisco cuando  le nombró Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos:
«Cuando el Santo Padre, el Papa Francisco, me pidió que aceptara el ministerio de Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, le pregunté: “Santidad, ¿cómo quiere que ejerza este ministerio? ¿Qué quiere que haga como prefecto de esta Congregación?” La respuesta del Santo Padre fue clara: “Quiero que continúe implementando la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II“, dijo,"y quiero que continúe la buena obra en la liturgia iniciada por el Papa Benedicto XVI”».
Dicho y hecho. El pasado viernes 12, el cardenal publicaba el L’Osservatore Romano, en la página 6, un precioso artículo: Silenziosa azione del cuore(«La acción silenciosa del corazón»), en el que anima (y apunta próximas acciones) para seguir profundizando en la «hermenéutica de la continuidad» de la Sacrosactum Concilium.
Y sale al paso de interpretaciones ideológicas y en algunos casos exotéricas sobre el significado de la Santa Misa, una obra de Dios, no de los hombres:
Implementar, por tanto, la liturgia no es más que poner en práctica la obra de Cristo. La liturgia es esencialmente «actio Christi»: «Esta obra de redención humana y de la perfecta glorificación de Dios» (n. 5). Él es el Sumo Sacerdote, el Sujeto verdadero, el verdadero actor de la liturgia (cfr. n. 7). Si este principio vital no es recibido en la fe, es probable que la liturgia se convierta en una obra humana, una autocelebración de la comunidad.
E incide en uno de los aspectos, que a mi modo de ver, más han contribuido al desbarajuste litúrgico, y en gran medida teológico de los últimos años: «la participación»
Hablar de una «comunidad celebrante» no carece de ambigüedad y requiere verdadera precaución. La actuosa participatio [participación activa] no debe, por tanto, ser entendida como la necesidad de hacer algo. En este punto, la enseñanza del Concilio ha sido a menudo distorsionada. En su lugar, hay dejar que Cristo nos lleve y asociarnos con su Sacrificio.
Enfatiza el error de los celebrantes show, de los que se ponen como foco de la celebración:
Es totalmente coherente con la Constitución conciliar, de hecho es oportuno que, durante el rito de la penitencia, el canto del Gloria, las oraciones y la oración eucarística, todos, sacerdotes y fieles, miren juntos hacia Oriente, a expresando la voluntad de participar en la labor de adoración y de redención realizada por Cristo. Esta forma de hacer las cosas se podría hacer oportunamente en las catedrales, lugar donde la vida litúrgica debe ser ejemplar
Continuando con su análisis de la «participación activa», el cardenal Sarah criticó la«mentalidad occidental contemporánea» en la que los fieles han de estar «constantemente ocupados» y en el que el objetivo de la Misa es que sea «agradable». Se olvida el «temor sagrado» y el «miedo alegre que requiere nuestro silencio en presencia del a majestad divina». El silencio es uno de los modos establecidos por el Concilio para fomentar «la participación»:
La liturgia es una realidad fundamentalmente mística y contemplativa, y por lo tanto fuera del alcance de nuestra acción humana; también la ‘participatio’ es una gracia de Dios. Por lo tanto, presupone nuestra apertura al misterio celebrado. La Constitución recomendó la plena comprensión de los ritos (cfr. n. 34) y al mismo tiempo prescribe que «los fieles sean capaces de decir o cantar juntos en latín las partes del Ordinario de la Misa, que les corresponde» (n 54).
Recomiendo leerla entera, los matices son preciosos y mi italiano no.
Termina, como le recomienda el Papa Francisco: continuar la buena obra en la liturgia iniciada por el Papa Benedicto XVI
Sería un error considerar la forma extraordinaria del Rito Romano como procedente de otro teología
Y añade que la forma ordinaria y la forma extraordinaria están «en la continuidad y sin oposición», y que sería ‘deseable’ que haya un apéndice en una próxima edición del Misal Romano que permita a los celebrantes en forma ordinaria a utilizar el penitencial rito y el ofertorio de la forma extraordinaria.
A ver en qué se materializa. A ver qué le dejan hacer.