En el sagrario Yo descanso en vosotros

Reparad por todos aquellos que desprecian mi divinidad en el pan de ángeles.
Hijos amados, entrad por las puertas de mi templo santo, los latidos de mi Corazón Eucarístico se aceleran ante vuestra presencia, mis rayos de luz penetran todo vuestro ser, hiero vuestros corazones de mi amor. Quiero que penséis solamente en Mí, quiero ocupar todo vuestro corazón para que no sintáis vacíos, para que no experimentéis soledad, fatigas, o angustias. 


Una vez me hayáis dado todo vuestro amor, postraos y uníos a la adoración y alabanza de los santos ángeles. Alabanza y adoración que subirá ante la presencia de mi Padre eterno como incienso de amor.

Ya que estáis en el Getsemaní de mi Sagrario, reparad por todos aquellos que se entretienen en conversaciones banales frente a mi presencia eucarística, conversaciones que laceran mi sacratísimo Corazón.

Reparad por todos aquellos que no han entendido y no han comprendido que mi Sagrario es una pequeña porción de cielo en la tierra. En el Sagrario llegáis a encontraros con el Dios uno y trino. En el Sagrario os encontráis con el Hombre-Dios, Hombre-Dios que multiplicó cinco panes y dos peces, calmando el hambre de una muchedumbre; Hombre-Dios que dio de beber agua viva a la samaritana, Hombre-Dios que sanó a diez leprosos y tan solo uno regresó a agradecerme. En el Sagrario debéis de regocijaros Conmigo, descansar en Mí para Yo también descansar en vosotros.

Reparad por todos aquellos que desprecian mi divinidad en el pan de ángeles.

Reparad por todas las veces que he tenido que descender a corazones manchados y enlodados por el pecado, corazones que destrozan mi agonizante Corazón, corazones que se asemejan a espadas puntiagudas que me traspasan de lado a lado. 

Ya escuchasteis en este día mi lamento divino, ahora os escucho a vosotros. Pagaré el ciento por uno el gesto de amor y de generosidad que tuvisteis en este día, en venir al Getsemaní de mi Sagrario para consolar mi Corazón Eucarístico porque ante tanto amor que brindo a las creaturas sólo recibo desprecios e ingratitudes. 

Jesús a Agustín del Divino Corazón