Se arrepienten de las oportunidades que dejaron pasar


Extracto de la entrevista de Nicky Eltz a María Simma 


—Se dice que después de esta vida el tiempo ya no existe, pero por otro lado usted dice que el purgatorio es un tiempo en el que se anhela a Dios. Por favor, explique esto.

—Es correcto afirmar que tras esta vida ya no existe el tiempo; pero cuando nos dicen que un alma debe sufrir determinado tiempo, se refiere a una traducción a nuestro tiempo. Las almas pueden decir que aún deben sufrir más, que no han sido liberadas todavía o que sus sufrimientos han disminuido. Cuando hablan de un tiempo concreto o cuando indican una cantidad de misas, eso simboliza la intensidad y la cantidad de su sufrimiento.

—¿Tienen las benditas ánimas del purgatorio cuerpos como los nuestros o tienen, digamos, un cuerpo espiritual?

—Dicen que no se dan cuenta de que no tienen su cuerpo. Tienen un cuerpo transfigurado y pueden tomar la forma de un cuerpo humano vestido y sano.


—¿Se arrepienten las almas de lo que hicieron mal cuando aún vivían en la tierra? ¿También se arrepienten de lo que no hicieron?

—Sí, mucho. Se arrepienten de las oportunidades que dejaron pasar para hacer buenas acciones por Dios y por el prójimo, y pueden ver los buenos frutos que hubieran resultado de esas acciones. Al morir perdemos la oportunidad de realizar buenas obras. Las almas en el purgatorio ya no pueden cosechar méritos como podemos hacer nosotros.

También se dice que los ángeles nos envidian porque nosotros podemos hacer buenas obras y ofrecérselas a Dios, mientras que ellos no pueden ni tampoco pueden hacer ya más méritos (risas).

—¿Qué ocurre con quien sabe que el purgatorio existe pero sigue con su vida y peca igualmente, pensando que no va a ser tan malo?

—¡Se arrepentirá muchísimo de pensar así! Muchísimo más que los que cometan el mismo pecado sin conocer la existencia del purgatorio.

—¿Cuál es el principal objetivo de todo lo que usted experimenta?

—Dios lo permite para que a través de mi apostolado otras personas entiendan claramente que nuestro tiempo en la tierra es solamente para ganarnos el Cielo. Nuestro objetivo aquí es ser buenos unos con otros y de esta manera reunirnos con Dios, tanto aquí y ahora, como luego en la eternidad. Cumpliendo esto, la vida se vuelve mucho más preciosa para todos y también se ve claramente las vidas absurdas de tantísimas personas. Nos muestra la inmensidad del amor de Dios y que la vida puede ser de una belleza gloriosa cuando trabajamos a su lado. Así que lo que se me da a conocer debería servir para que muchos encuentren una orientación más clara y definitiva a su vida, si desean cumplir la voluntad celestial de Dios y participar de su belleza.

—Y resumiendo, ¿qué es lo que usted misma ha aprendido a lo largo de todos estos años
de experiencias tan singulares?
—A amar a Dios con todas mis fuerzas.