Una vez fui llamada al juicio de Dios

Del diario de sta Faustina: 


Una vez fui llamada al juicio de Dios.  Me presenté delante del Señor, a solas.

 Jesús se veía como durante la Pasión.  Después de un momento, estas heridas

 desaparecieron y quedaron sólo cinco: en las manos, en los pies y en el costado.

 Inmediatamente vi. todo el estado de mi alma tal y como Dios la ve.  Vi claramente

 todo lo que no agrada a Dios.  No sabía que hay que rendir cuentas ante el Señor,

 incluso de las faltas más pequeñas.  ¡Que momento!  ¿Quién podrá describirlo?

 Presentarse delante del tres veces Santo, Jesús me preguntó:  ¿Quién eres?

 Contesté: Soy Tu sierva, Señor.  

Tienes la deuda de un día de fuego en el Purgatorio.   

Quise arrojarme inmediatamente a las llamas del fuego del

Purgatorio, pero Jesús me detuvo y dijo:  ¿Qué prefieres, sufrir ahora durante

un día o durante un breve tiempo en la tierra?  

Contesté:   Jesús, quiero sufrir en el Purgatorio y quiero sufrir en la tierra los más grandes 

tormentos aunque sea hasta el fin del mundo. 

Jesús dijo:  

Es suficiente una cosa.  Bajarás a la tierra y sufrirás mucho, pero durante poco tiempo y 

cumplirás Mi voluntad y Mis deseos.  Un fiel siervo Mío te ayudará a cumplirla.  

Ahora, pon la cabeza sobre Mi pecho, sobre Mi Corazón y de él toma fuerza y

fortaleza para todos los sufrimientos, porque no encontrarás alivio ni ayuda ni

consuelo en ninguna otra parte.  Debes saber, que vas a sufrir mucho, mucho,

pero que esto no te asuste.  Yo estoy contigo.


+ Un día Jesús me dijo que iba a castigar una ciudad, que es la mas bonita de

nuestra patria.  El castigo iba a ser igual a aquel con el cual Dios castigó a Sodoma

y Gomorra.  Vi la gran ira de Dios y un escalofrió traspasó mi corazón.  Rogué en

silencio.  Un momento después Jesús me dijo: Niña Mía, durante el sacrificio,

únete estrechamente Conmigo y ofrece al Padre Celestial Mi Sangre y Mis

Llagas como propiciación de los pecados de esta ciudad.  Repítelo

ininterrumpidamente durante toda la Santa Misa.  Hazlo durante siete días.

Al séptimo día vi. a Jesús en una nube clara y me puse a pedir que Jesús mirara

aquella ciudad y todo nuestro país.  Jesús miró con bondad.  Al ver la benevolencia

de Jesús empecé a rogarle por la bendición.  De repente Jesús dijo: Por

 ti bendigo al país entero.  

Y con la mano hizo una gran señal de la cruz encima de nuestra

patria.  Al ver la bondad de Dios, una gran alegría llenó mi alma.