Cuando estéis en el Sagrario traedme a las almas más pecadoras

Cuando estéis en el Sagrario, en mi nuevo Getsemaní...


Encantos de mi sacratísimo Corazón, cuando estéis en el Sagrario, en mi nuevo Getsemaní, permaneced bien despiertos, no os durmáis, no divaguéis en pensamientos inútiles, tomad control de vuestra imaginación y no os dejéis arrebatar las gracias que suelo conceder a las almas eucarísticas, a las almas reparadoras.


Cuando estéis en el Sagrario, en mi nuevo Getsemaní, traedme a las almas más pecadoras, más inmersas en el mundo; escucharé vuestra oración, me compadeceré de ellas y desde mi Tabernáculo de amor les mandaré rayitos de mi luz, desde mi Tabernáculo de amor saetaré sus corazones y les atraeré hacia Mí con mi mano.

Hoy que escuchasteis los latidos de mi Corazón Eucarístico y lo dejasteis todo para embriagaros de amor en mi nuevo Getsemaní, reparad por todas aquellas almas que estando llamadas por su vocación religiosa a permanecer en mi presencia eucarística, pero el trabajo, las ocupaciones les impiden tener un encuentro diario de amor conmigo. Reparad para que Jesús Hostia ocupe el primer lugar en sus vidas.

Quiero que en este día os asemejéis a María, aquella mujer que ante mi llegada lo dejaba todo y se postraba a mis pies para extasiarse con mi mirada pura, con mis coloquios, con mis conversaciones espirituales.

Reparad por aquellas almas duras de corazón, almas a las que les he dado múltiples oportunidades de salvación y persisten en su vida de pecado.

Reparad por aquellas almas que han entrado en un activismo y para Mí no hay tiempo, Yo que soy el dador y el creador del tiempo.

Muchas gracias, muchas dádivas del cielo os estoy concediendo a vosotros en este mismo instante. Mi lamento divino hará eco y dejará una huella imborrable en vuestros corazones para suscitaros necesidad de adoración, necesidad de reparación. Quiero que seáis hostias vivas ante mi presencia, ante mi inventiva de amor para toda la humanidad. 

Jesús a Agustín del divino Corazón