Del Diario de sta Faustina

 Hoy la presencia de Dios me penetra totalmente como un rayo de sol.  El anhelo de mi alma por Dios es tan grande que en cada momento me produce un desmayo.  Siento que el Amor eterno toca mi corazón, mi pequeñez no logra soportarlo, (292) sino que me produce un desmayo; no obstante la fuerza interior es muy grande.  El alma desea igualar el Amor que la ama.  En tales momentos el alma tiene un conocimiento muy profundo de Dios y cuanto mas lo conoce, tanto mas ardiente, más puro es su amor hacia Él.  Oh, inconcebibles son los misterios del alma con Dios.
A veces hay horas enteras cuando mi alma está sumergida en el asombro viendo la Majestad infinita que se humilla tanto hacia mi alma.  Es incesante mi asombro interior de que el Señor Altísimo tenga en mí su complacencia y Él Mismo me lo diga; y yo me hundo aun más en mi nada porque sé lo que soy por mi misma.  Sin embargo, debo decir que amo igualmente a mi Creador hasta la locura, con cada latido del corazón, con cada nervio; sin saberlo, mi alma se hunde, se hunde…. en Él.  Siento que nada me separará del Señor, ni el cielo, ni la tierra, ni la actualidad, ni el futuro, todo puede cambiar, pero el amor nunca, nunca, él permanece siempre el mismo. (293)  Él, el Soberano Inmortal, me da a conocer su voluntad para que lo ame de modo singular y Él Mismo infunde en mi alma la capacidad para tal amor con el cual desea que lo ame.  Me sumerjo en Él cada vez más y no tengo miedo de nada.  El amor ha ocupado todo mi corazón y aunque me hablaran de la justicia de Dios y de cómo tiemblan delante de Él hasta los espíritus puros y se cubren el rostro y sin cesar dicen:  

Santo, y que de eso resulta que mis relaciones familiares con el Señor es una falta de respeto para su honor y su Majestad, ¡oh, no, no y una vez mas no!  El amor puro
comprende todo.  El máximo horror y la mas profunda adoración, pero es en la mas profunda tranquilidad que el alma está sumergida en Él por el amor y todo lo que dicen exteriormente las criaturas no tiene influencia en ella.  Lo que le dicen de Dios, es una pálida sombra en comparación a lo que ella vive interiormente con Dios y a veces se extraña de que las almas admiren alguna afirmación referente a Dios:
porque para ella es el pan de todos los días, porque ella sabe que lo que se logra (294) expresar con palabras, no es al fin tan grande