El abandono de los Sagrarios


Siervos amados, quiero despertar en vosotros sed de Dios, ansias de cielo. Quiero despertar en vosotros desapego al mundo, adhesión a mi misterio de amor.

El abandono de los Sagrarios es un acto de ingratitud de los hombres para con Dios.

El abandono de los Sagrarios es un acto de incomprensión a este gran misterio escondido que los humildes y sencillos lo comprenden bajo la luz del Espíritu Santo.

El abandono de los Sagrarios me lleva a un sufrimiento místico, mi Corazón agonizante se desangra de dolor.
El abandono de los Sagrarios me lleva al mismo sufrimiento que experimenté en el huerto de los Olivos.

El abandono de los Sagrarios me recuerda cuando iba por la calle de la amargura, camino al monte Calvario, caminaba sólo, tambaleante por el peso de la cruz; los que me seguían ya no estaban a mi lado, una muchedumbre se abalanzaba contra Mí, queriendo degollarme.

El abandono de los Sagrarios es una muestra de la frialdad espiritual de muchísimos de mis hijos. Qué más manifestación de amor que mi verdadera presencia en la Hostia consagrada, milagro en la tierra que sólo las manos consagradas, ungidas, transformarán el pan en mi cuerpo, el vino en mi sangre.

Mi lamento divino, mi queja angustiosa es para que pongáis en alerta a un mundo somnoliento, mundo que padece de parálisis espiritual. Venid vosotros, en el Sagrario os espero para que consoléis mi Eucarístico Corazón, para que os unáis a la adoración de los santos en el cielo y entonéis himnos de alabanza al Dios uno y trino, vivo y presente en la Hostia consagrada. 

A Agustín del Divino Corazón, Manizales, Colombia