Cómo obtener el Reino de los Cielos de una forma sencilla

La Stma Virgen María a Javier Viesca, México, Sept 2015 


Veo a Mi Pequeño. Crecerá, es Mi Dios. Lo adoro, Lo cuido, Lo gozo, pero Lo tengo que ofrecer al Padre por la salvación de todos vosotros. Es el Dolor grande, que se Me anunció al llevarLo al Templo, que una espada atravesaría Mi Corazón.

Veo Su Pequeñez y Su grandiosidad a la vez, veo todas las cosas grandes que va a hacer por todos vosotros y el cambio que va a producir en la Tierra y en el Universo entero, pero, también, Me duele lo que van a hacer con Él. La gente malvada que Lo va a rodear, que en vez de alegrarse al saber que el Mesías ya está junto a ellos en la Tierra, que con Él se cumplen las Escrituras, que el pueblo de Israel debiera gozarse de tener al Mesías esperado, en vez de alegrarse, será despreciado por la mayoría del pueblo.

¡Cómo es el hombre!, tan cruel, tan malvado, teniendo a su Salvador, a su Mesías, a su Dios que los liberaría de las garras de satanás, prefieren darLe la espalda, traicionarLe y mantenerse con satanás, en lugar de encumbrar a su Dios, que ya está con ellos y gozarse ante la humanidad entera, de que entre ellos ya estaba el Salvador, el Mesías, el Redentor, Dios con los hombres.

Veis ahora, en vuestro Mundo, cómo, aparentemente, poco sirvió la venida de Mi Hijo a la Tierra. Para muchos, no sirvió y prefieren seguir a satanás antes que a Mi Hijo. Os falta Fe, os falta mucho amor, Mis pequeños, para agradecerLe a Nuestro Dios, Padre y Señor de todas las cosas, el haber mandado a Su Hijo, a Mi Pequeño Hijo, a Mi Dios y Salvador, a salvaros, a enseñaros a ser santos, a enseñaros cómo obtener el Reino de los Cielos de una forma sencilla y al alcance de todos, que es el de amaros los unos a los otros.

¡Cuánto dolor tengo en Mi Corazón, al ver cómo se Le hace a un lado, se Le desprecia!, como si fuera un criminal, alguien que os hubiera hecho mucho daño.

Indultaron a un asesino, que, ciertamente, se merecía la cruz y crucificaron a Aquél que tanto os ama, a vuestro Dios, a vuestro Salvador, a Aquél que solamente produjo Amor entre los hombres. Os enseñó a amaros los unos a los otros, os enseñó a crecer en Sabiduría Divina, os protegió del enemigo del Universo, de satanás, y ahora, preferís estar con el enemigo, que os esclaviza, que os hace sufrir tanto, en vez de tener a este Pequeño Bebé, vuestro Dios, Mi Pequeño, como vuestro camino, como vuestra meta.

¡Cuánto error tenéis en vuestra mente y en vuestro corazón y no buscáis la Verdad!, simplemente,aceptáis a aquellos que hablan mal de Mi Pequeño Hijo, cuando Él, solamente os enseñó Sabiduría Divina, que estaba totalmente fuera del alcance del hombre, hasta que Él llegó. Llegó como Maestro de todos, Humilde y Sencillo, viviendo lo que Él enseñaba y, aun así, se Le despreció y Lo seguís despreciando.

Él Es todo Amor, pero hay un límite también en el Amor, se os ha dicho que estáis ya en tiempo de Justicia Divina. Despreciasteis al Amor, se le dejará actuar al que vosotros habéis escogido y ahora, en vida propia y en dolor propio, sentiréis y viviréis lo que hace aquél al que vosotros habéis seguido y habéis escogido, porque despreciasteis a este Pequeño Bebé que os ama más que a Él Mismo, que se vino a dar en totalidad por vosotros, para que el maligno no os destruyera ni os siguiera atormentando, como os venía atormentando por tanto tiempo.

No quisisteis vivir en la Luz que os trajo Él, buscasteis las tinieblas y ellas os cubrirán. Cuando las tinieblas lleguen a todos vosotros, recordaréis las Palabras de Mi Hijo y las que os estoy diciendo. Ciertamente, aquellos que han perseverado en la Luz, la Luz de Mi Hijo, la Luz del Cielo os cubrirá y os protegerá, pero, las tinieblas, caerán sobre aquellos que las buscaron durante su vida y no se quisieron arrepentir.

Nuestro Dios y Señor es Justo y ahora viviréis Su Justicia, arrepentíos, Mis pequeños, arrepentíos porque satanás no tiene corazón, sufriréis inmensamente, os acordaréis de los Dolores de Mi Hijo en el Huerto, los Dolores que Él padeció por vuestra salvación, por vuestra redención y para que volviera el Amor a toda la Tierra.

Llorad pues vuestros pecados, llorad por los Dolores que Mi Hijo padeció por vosotros sin merecerlo, se dio por Amor por cada uno de vosotros, arrepentíos, ahora que todavía es tiempo.
Gracias, Mis pequeños.