¡La Divina Providencia siempre nos sorprende!


Medjugorje
El domingo pasado celebramos el cumpleaños de Kim C., una de nuestras asistentes que dejó su California natal para ponerse por un tiempo al servicio de la Gospa. Decidimos preparar su postre favorito: Tiramisu. Esto requiere una mano muy profesional, ingredientes especiales y sobre todo mucho tiempo. Victoria, una amiga italiana que estaba de visita se ofreció a prepararlo por la tarde de ese día especial, ya que nuestros invitados llegarían luego del programa vespertino de la parroquia. También había planeado subir al Krizevac y pasar unas horas de su domingo con Jesús en la montaña. Sin embargo, por la mañana justo antes de la Misa, se da cuenta que para hacer ambas cosas necesitará de mucho tiempo y se encuentra en un dilema. Decide hablarle a Jesús en estos términos: “Señor, ves, ¡si voy al Krizevac no podré preparar el postre, y si preparo el postre, no podré subir al Krizevac! Bueno, entonces, te dejo el problema en tus manos, indícame por favor qué debo hacer”
Después de haber dejado el paquete en el corazón de Jesús, Victoria quedó en paz para participar de la Misa. Unos pocos minutos más tarde un hombre de su grupo y que estaba justo delante de ella, Cosimo, gira un poco la cabeza y Victoria repara en él. ¡Es el mejor repostero de San Giovanni Rotondo (donde está el santuario del Padre Pío y lugar de residencia de Victoria)! Decidió de pedirle consejo luego de la Misa:¡Cosimo estaba tan complacido en poder ayudar que se ofreció a venir a preparar el postre en persona!
Quien no haya tenido un repostero profesional en su casa le va a costar creerme: el Tiramisu, que le hubiera tomado a Victoria por lo menos 3 horas estuvo listo en 45 minutos ¡y estaba tan sabroso que todos nuestros invitados pidieron la receta! En cuanto a Victoria, ¡pudo pasar todo el tiempo que quiso con Jesús en la montaña! Se lo agradeció a Jesús de todo corazón y después dos días todavía seguía riendo de la manera en que El había sabido combinar su plan, como buen judío.¡Ni festejo sin oración, ni oración sin festejo! 

Sor Emmanuel