Visiones sobre la Virgen María y Jesús

Del libro de Catalina Rivas, del Sinaí al Calvario, imprimatur del obispo de El Salvador

Entonces vi a la Virgen Santísima, sentada en el suelo, con Jesús recostado sobre una tela y Su cabeza en las faldas de la Virgen. Lo acariciaba y besaba, derramando abundantes lágrimas.


Desde el primer “Sí” de la Virgen hasta este momento, la vida de ambos Ha estado tan íntimamente unida que uno podía sufrir o gozar con los sentimientos del otro.

Si la Iglesia proclama que todo dolor humano es redentor, que sirve para la salvación de las almas cuando es ofrecido a Dios con amor, ¿Cómo puede alguien molestarse cuando oye decir que María fue Corredentora al pie de la Cruz?
El lazo que une a la Mujer del Génesis, cuya descendencia aplastaría la cabeza de la serpiente, con la mujer vestida de sol del Apocalipsis, ¿no es precisamente el de la “Corredención”, -el hecho de que Ella haya participado activamente, también como víctima, en aquel santo sacrificio- que se perpetró a los pies de la Cruz?

Volvió la escena del Calvario y repitió la voz majestuosamente“¡... Infundiré Mi Ley en sus corazones, ellos serán Mi pueblo y Yo seré su
Dios...!”

Entonces apareció ante mis ojos nuevamente la gran iglesia donde entraban no solamente los futuros sacerdotes y mujeres consagradas, sino un sinfín de mujeres y hombres, viejos, jóvenes y niños...

Algo me obligó a mirar hacia la cúpula del templo. Allí estaba la Virgen María, majestuosa, cubriendo con un manto azul claro toda la escena. Traía una hermosa sonrisa, como una mamá que abraza a su bebé protegiéndolo con muchísimo amor.

Adentro estaba Jesús, revestido como en la imagen de Cristo Rey, celebrando la Santa Misa. Concelebraban con Él todos aquellos jóvenes que antes habían sido ungidos. Sentí una enorme alegría en el corazón.

Jesús me dijo entonces: “Di a todos Mis hijos que no es suficiente
conocer de memoria las quince estaciones del Vía Crucis, sino vivirlo y recrearlo para que cada Santa Misa sea verdaderamente el memorial de Mi Pasión. 


“Diles que desde la Cruz, me He inclinado ante cada uno de ellos porque la fuerza del amor les Ha concedido ser ‘Alteri Christi’...” (otros Cristos)

En ese momento vi un cuarto con una ventana no muy grande, las paredes claras y Jesús, resplandeciente, todo vestido de blanco, que soplaba sobre Sus Apóstoles y les decía: “Reciban el Espíritu
Santo... A quien perdonen sus pecados, les serán perdonados en el Cielo....”

Transcribo a continuación las últimas palabras de Jesús, que acaba de darme para ustedes, mientras termino de escribir este testimonio, en el amanecer de la festividad del Bautismo de nuestro Señor.

“Querido hermano, para ti Ha sido este testimonio. Para que logres vivir un tiempo de cuaresma renovado, en la profunda meditación de la unión que deseo tener contigo y a través de ti, con Mi Pueblo.”


“No permitas que el racionalismo del mundo cambie tus blancas vestiduras por una hoz y un martillo. Tu biblioteca debe ser contemplarme en la Cruz. Tus armas y las de todo cristiano deben ser la oración, la compañía de Mi Madre, y el puerto de salvación la Eucaristía.”

Pero cuida siempre que tu celebración sea como Aquella del Jueves Santo; esa celebración que estremece los corazones de los laicos. Recuerda que Mi pueblo quiere santidad en sus Pastores.”