Cómo un masón cambió para siempre la Misa Tradicional



El Gran Arquitecto del Novus Ordo Missae

Monseñor Aníbal Bugnini fue secretario de la Comisión preparatoria para la liturgia del Concilio Vaticano II en el período 1959-1962. Desde 1964 fue secretario de la Comisión Litúrgica instituida por Pablo VI para elaborar la Reforma Litúrgica, de acuerdo a las pautas del Concilio Vaticano II.
Aires Masónicos
Durante este período comienza a circular versiones de su afiliación a las logias masónicas. A este respecto afirma el vaticanista Sandro Magister:
«En 1978, la oficial "Revista Masónica" saludó a Pablo VI, que murió ese mismo año, como el primer papa "no enemigo". En los años sesenta y setenta, en el impulso del deshielo del Concilio Vaticano II, entre la Iglesia y la masonería existió una gran diálogo. Y también un gran murmullo. Había rumores de cardenales y prelados eminentes de la curia secretamente afiliados a las logias. Circulaban copias de sus presuntos carnets. Incluso hoy, en el charlatán folleto “Via col Vento in Vaticano” 5, salió en febrero de 1999 por la pluma de anónimos monseñores, un capítulo entero dedicado al "humo de Satanás", acerca de la infiltración masónica entre los magnates de la curia. Y de dos, el panfleto da nombre y apellido. El primero es Aníbal Bugnini, el director de la reforma litúrgica postconciliar, terminó como nuncio en Irán después de la finalización de su obra sobre "la destrucción del antiguo rito de la Misa" y allí murió, de acuerdo con el libelo, "de muerte natural provocada" por sus mismos cabecillas de logia. El segundo es Sebastián Baggio, muy influyente cardenal del Papa Giovanni Battista Montini. Él tenía el poder de nombrar a los obispos de todo el mundo "y por lo tanto promover las carreras de sus compañeros ocultos". Y en los dos cónclaves de 1978 se presentó como candidato papal.» 6
El periodista Mino Pecorelli, antes de su “trágica muerte”7 lo incluyó en sus listas, denunciando que su fecha de iniciación fue el 23 de abril de 1963, siendo su número de código 1365/75 y su nombre codificado BUAN. 
Su exilio a Teherán
En un reportaje a cierto cardenal, del cual no se da el nombre, el Dr. Robert Moynihan, en el Magacine Rorate Caeli, expone que confidencialmente se le expuso el modo por el cual se detectó a Bugnini como masón:
«Él fue a una reunión con el Secretario de Estado llevando su maletín. Era el 1975. Más tarde, esa noche cuando todos se habían ido a casa, un monseñor encontró el maletín que había dejado Bugnini. El Monseñor decidió abrirlo para ver quién era su dueño. Y cuando lo abrió, se encontró con cartas dirigidas a Bugnini definido como "hermano", de parte del gran Maestre de la masonería italiana.»
Lo cierto es que en 1976 se lo “exilia” como Nuncio en Irán, el mismo Bugnini explica 8 que su salida de Roma se debe al crédito que dieron los rumores que circulaban, y circulan sobre su supuesta afiliación a las logias.
Por cierto, Monseñor Bugnini negó todo afirmando: 
«...“ni [sé] qué es (la masonería), ni qué hace, ni cuáles son sus fines.» 9
Respuesta muy poco creíble en un Prelado de su nivel.

 La revista católica 30 Giorni de junio de 1992, publicó esta cita de una supuesta carta enviada a Mons. Bugnini, donde se puede leer:
«Querido Buan, comunicamos el encargo que el Consejo de los Hermanos estableció para ti, de acuerdo con el Gran Maestre y los Príncipes Asistentes al Trono, y te obligamos (...) a difundir la descristianización mediante la confusión de los ritos y de las lenguas y de colocar padres, obispos y cardenales unos contra otros. La Babel lingüística y ritual será nuestra victoria, como la unidad lingüística y ritual fue la fuerza de la Iglesia (...) Todo debe acontecer en el plazo de diez años.» 12
A lo que supuestamente Bugnini responde en nota fechada el 2 de junio de 1967:
«Gran Maestro incomparable, la desacralización prosigue rápidamente. Se publicó otra Instrucción que entró en vigor el día 29 de junio p.p. Ya podemos cantar victoria, porque la lengua vulgar es soberana en toda la liturgia, inclusive en las partes esenciales (...) Se dio máxima libertad de elegir entre varias formas, a la creatividad particular y al ...caos. (...) En suma, con este documento creo haber impuesto el principio de máximo libertinaje, según vuestras disposiciones. Luché duramente contra mis enemigos de la Congregación para los Ritos y tuve que recurrir a toda mi astucia para que el Papa la aprobase. Por suerte, encontramos el apoyo de los amigos y hermanos de Universa Laus, que son fieles. Agradezco por la suma enviada y esperando verlo en breve, un abrazo. Vuestro Hermano Buan.» 13
Andrea Tornielli, quien redacta el artículo con la cartas incluidas, afirma:
«El texto de las cartas, de hecho, es muy inmediatista y grosero. En todo caso, las cartas existen y los resultados concuerdan plenamente con los objetivos que fijan.» 14

Bugnini fue el gran Arquitecto de la Reforma Litúrgica . Su edificio máximo: El Novus Ordo Missae.
El mismo Monseñor Bugnini definió su propia persona:
«Esta es la «reforma litúrgica más vasta que jamás se recuerda en la historia multisecular de la iglesia» 15
Y en otra parte afirma que por medio de ella se...
«tiende a cambiar radicalmente la faz de las asambleas litúrgicas tradicionales» 16.
Mons. Bugnini, como Gran Arquitecto, se suicida por sus expresiones, pues sin lugar a dudas revelan su ideología. Analicemos palabra por palabra:
En primer lugar, llama al Novus Ordo Missae: reforma litúrgica. Implica esto que a la liturgia le dio una nueva forma: si la forma ha cambiado, es porque también existen cambios en la hipóstasis que sustenta dicha forma. Como se puede apreciar, no es un solo cambio externo, sino interno, pues lo uno acompaña lo otro. 
En segundo lugar indica la proporción de la reforma, la cual es la más vasta. Esto indica la extensión tanto de lo reformado, como la geografía que abarcó dicha reforma.
En tercer lugar, ha sido un hecho inédito, pues no se recuerda en la historia multisecular de la iglesia algo semejante. Con esta expresión, reconoce ampliamente lo novedoso de su aplicación, como también afirma llanamente su falta de continuidad tradicional. No existen modelos anteriores con la que se pueda comparar. Es como esas batallas únicas, que deben describirse palmo a palmo para llevarse a las bibliotecas de las academias militares y donde los futuros oficiales puedan extraer todas las enseñanzas posibles. 
En cuarto lugar es un cambio radical pues afirma que su reforma tiende a cambiar radicalmente. Nuevamente afirma su rotura con la Tradición y con cualquier lineamiento histórico. Cambio radical implica que se cambió de raíz, en otros términos afirma que el cambio posee otra hipóstasis, pues la raíz es la hipóstasis del cambio, esto implica que la relación lex credendi, lex orandi, ha sufrido un cambio radical; en otros términos, el cambio es una mutación.
En quinto lugar el reformador muta la faz de las asambleas litúrgicas, es decir produce, según sus palabras un cambio de icono. El icono es la cara externa de la forma, pero si el icono cambia, es porque la forma interna ha cambiado, y por supuesto, la hipóstasis que sustenta la forma, también cambió. El gatopardismo, en este terreno es imposible dada la relación entre fe y oración.
En sexto lugar, el cambio del icono se produce sobre las asambleas litúrgicas tradicionales, no se puede ser más claro ni más preciso. Por ello Augusto del Río en su libro, El Drama Litúrgico, trae de Monseñor Bugnini, esta cita:
«No se trata sólo de retoques en una obra de valor grande, sino a veces es preciso dar estructuras nuevas a ritos enteros. Se trata de una restauración fundamental, yo diría casi un cambio total y, para ciertos puntos, de una verdadera nueva creación.» (Doc. Cath. Nº 1493, 7 de mayo de 1967). 17
Amplia bibliografía sobre la mutación
De la obra surgida de sus manos, el Novus Ordo Missae, no entraré en su análisis, pues otros la han realizado muy bien. Por ello, desde el Breve Examen Crítico del Novus Ordo Missae, redactado por los cardenales Alfredo Ottaviani prefecto de la Congregación para la doctrina de la Fe y Antonio Bacci, – obrita que puede encontrarse en muchas páginas web – hasta la reciente publicación: Come andare a Messa senza perdere la fede (Como ir a misa sin perder la fe) escrito por don Nicola Bux, 18 hallamos una línea de autores, que relatan la mutación producida y se insertan en lo que Nuestra Señora solicita para estos difíciles tiempos, donde hoy comprobamos, que las tinieblas se ha infiltrado hasta el corazón mismo de la oración católica, y es en este Nuevo Orden (de la Misa) que se produce ya en 1968 el fenómeno de comulgar usando las propias manos, un año antes que Pablo VI apruebe el nuevo misal romano.
El lapidario testimonio de Louis Bouyer
Siempre aparecen testimonios nuevos sobre su persona, por ello agregamos lo que se lee en las memorias de Louis Bouyer (1913-2004). Bouyer es un luterano converso al catolicismo porque apreciaba la liturgia romana, a quien Paulo VI hasta quiso hacer cardenal. Entre muchas cosas, nos dice Sandro Magister 19 de este teólogo y liturgista comentando sus memorias:
Llamado a formar parte de la comisión preparatoria del Concilio Vaticano II, Bouyer se percató inmediatamente, a simple vista de la grandeza pero también de las miserias y en seguida se retiró. Encontraba insoportable el ecumenismo barato de “Alicia en el país de las maravillas”, que asomaba como un rugido en esa época...
Montini quiso a Bouyer en el consejo para la reforma de los libros litúrgicos, el cual estaba presidido teóricamente” por el cardenal Giacomo Lercaro, “generoso” pero incapaz de resistir las maniobras del villano y melifluo” Annibale Bugnini, secretario y factotum del mismo organismo, desprovisto tanto de cultura como de honestidad”.
A Bouyer le acaeció tener que remediar in extremis una horrible fórmula de la nueva II Oración Eucarística, en la cual Bugnini quería quitar incluso el “Sanctus”. Y él tuvo que reescribirla una noche, sobre la mesita de una trattoria (restaurant) del Trastevere, junto al liturgista benedictino Bernard Botte, el texto de ese nuevo canon que se lee en las misas, con la preocupación de tener que entregar todo a la mañana siguiente.
Pero lo peor fue cuando Bouyer recuerda el perentorio “lo quiere el Papa” con el cual Bugnini usaba para callar a los miembros de la comisión cada vez que se le oponían, por ejemplo cuando desmantelaba la liturgia de los difuntos o cuando purgaba los salmos del oficio divino de los versículos “imprecatorios”.
Paulo VI, conversando luego con Bouyer sobre una de estas reformas “que el papa debía aprobar sin estar para nada más satisfecho que yo” le preguntó: “¿Pero, por qué os habéis enredado en esta reforma?”. Y Bouyer: “Pero porque Bugnini nos aseguró que usted la quería absolutamente”. Al que Paulo VI: “¿Pero esto puede ser posible? Él me dijo que ustedes estaban unánimes en aprobarla…”.
Así se movía Bugnini, como un pez en el agua, más aún, como un escualo dando mordiscos a diestra y siniestra. Realmente necesitó de toda su astucia, como algún dudoso documento afirma. Y sigue narrando Sandro Magister:
Paulo VI exilió al “despreciable” Bugnini a Teherán como nuncio, recuerda Bouyer en sus “Mémoires”, pero cuando ya el daño estaba consumado...