La vieja cocinera Crescenza y la mujer que mató a su bebé!

Mis conversaciones con las almas del
purgatorio


Eugenia von Der Leyen

 El 1 de Febrero de 1923 me encontraba en la despensa con el cocinero, he aquí que súbitamente se aparecieron dos mujeres de pie entre nosotros. 
De inmediato reconocí a nuestra cocinera que estuvo con nosotros durante 42 años y había muerto en 1888. A su lado había una desconocida
que tenía un rostro para nada simpático. Crescenza tenía un semblante muy bello, exactamente como cuando estaba viva, muy simpática. Dos días más tarde las encontré
abajo, en el pasillo; no pude hablarles porque alguien estaba conmigo.



24 de Febrero. Me desperté a las 4 de la mañana, encendí la luz y allí estaba con la desconocida al lado de mi cama. Le pregunté: "¿Querida Crescenza de dónde vienes?".
Ella: "Del espacio intermedio*". Yo: "¿Cómo me encontraste?". Hizo un movimiento en el aire con la mano. Le dije: "No te acerques a mí. Te prometo que estaré orando por ti.
¡Alabado sea Jesucristo!". Se fue junto con la desconocida.



El 28 de Febrero a las 4:30 vino la desconocida (horrible), permaneció por más de diez minutos, le di agua bendita, recé, ni se movió, sólo me miró enojada. Sentí mucho miedo, no sé por qué no contesta nada. Finalmente se fue. Estaba mal vestida; tenía un pañuelo en
la cabeza y un delantal como para trabajar, no me es agradable. Me recuerda a la mujer quevi en A..., que describiré más adelante.


Siento miedo de ella porque tiene cara como de viciosa; no lo puedo expresar de otra


manera**.

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3 de Marzo. Son las dos de la madrugada. Me desperté nuevamente con aquella sensación de saber que algo me esperaba, es algo tan vil, tan fuerte; fui capaz de encender la luz sólo
gracias al buen Dios que me infunde valor. De un momento a otro se apareció aquel repugnante rostro casi inclinado sobre mí, pero enseguida se alejó. Yo: "En nombre deJesús, te ordeno que me respondas: "¿Por qué rondas por aquí?". 


Ella: "¡Asesiné a mi
bebé!". Yo: "¿Cómo te llamas?". Ella: "Margarita". Yo: "Mandaré celebrar una S. Misa por ti y no te olvidaré. No tienes necesidad de volver". Recé con ella y desapareció. Fue algo bien duro de soportar, pero sea como Dios quiera. Si vienesen de día sería más fácil.