Cada alma que se pierde es una derrota para Dios


Dice Jesús:

Te dije anteriormente que en esta moderna tragedia, ya están en movimiento las fuerzas de Satanás, el cual ha enviado ya a sus ángeles negros a instigar a las naciones de la tierra una contra la otra. La Batalla sobrenatural se ha iniciado. Existe detrás de los bastidores de la pequeña batalla humana.
Pequeña no por amplitud de tamaño, sino por motivación. No es, no es el pequeño motivo humano el origen de ella. No lo es. Es otro el verdadero motivo que convierte a los hermanos en fieras homicidas que mutuamente se muerden y matan.
Peleáis con vuestros cuerpos. Pero en realidad son las almas las que combaten.
Lucháis por orden de cuatro o cinco poderosos. Así lo creéis. No. Uno es el ejecutor de esta ruina. Uno que está sobre la tierra, porque vosotros lo queréis, pero no es de esta tierra. Es Satanás que maneja los hilos de esta carnicería en la cual son más las almas que mueren que los cuerpos.
Es ésta una de las batallas iniciales. El reino del Anticristo tiene necesidad de un cemento hecho de sangre y de odio para consolidarse.
Vosotros, que ya no sabéis amar, lo servís esmeradamente y os matáis mutuamente, y maldecís a quien no tiene culpa de este mal vuestro: Dios, quien lucha con sus ángeles para proteger lo que es suyo: la Fe en el corazón de los cristianos, la Bondad en el corazón de los buenos.
Por ahora no soy Yo que hago la selección. Sois vosotros que os seleccionáis espontáneamente. Los que a pesar del horror saben comprender que Dios es siempre Dios, o sea Bondad y Justicia, y que la salvación está en seguir la Ley de Dios y separarse de los que niegan esta verdad. Los primeros ascienden al encuentro con la Luz, los otros se precipitan hacia las Tinieblas.
Verdaderamente Satanás trata, con sus demonios, intentar una segunda escalada al Cielo. Pero rechazado por mi arcángel se precipita sobre la tierra para vencer a Dios a través del corazón de sus hijos, puesto que cada alma que se pierde es una derrota para Dios. Y Satanás lo logra fácilmente porque el corazón de los hombres no tiene ya llama de espíritu. No tiene vida de espíritu. Es un nudo de pecado en el cual prospera la triple lujuria que mata al espíritu.
Bienaventurados los que han vencido por virtud de la sangre del Cordero y han permanecido y permanecerán fieles siempre. Bienaventurados los que habrán rechazado a Satanás y a sus halagos y no se habrán ofuscado por sus aparentes triunfos, por sus esfuerzos tenebrosos en esta hora que él sabe que es breve para su reino de maldición, y que permaneceréis fieles a Cristo y a su Iglesia, dividida por la persecución anticristiana, mártir invencible como el gran Mártir su Esposo, el Cristo Crucificado, pero renacida más bella, después de la aparente muerte, para entrar glorificada en el Cielo, donde el Pontífice verdadero la espera para celebrar las nupcias.
21- agosto-43, página 150.

Dictados a María Valtorta