Un cristiano es un hijo de Dios, por el bautismo


«Ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación», dice San Pablo dirigiéndose a los primeros cristianos. Este mensaje es pues «viejo como el Evangelio y como el Evangelio nuevo». Dios llama a todos los bautizados a la plenitud de la santidad.


"Filiación divina". Obra de Marieta Quesada
La filiación divina: saberse hijos de Dios

«Descansad en la filiación divina. Dios es un Padre lleno de ternura, de infinito amor. Llámale Padre muchas veces al día, y dile -a solas, en tu corazón- que le quieres, que le adoras: que sientes el orgullo y la fuerza de ser hijo suyo».

Un cristiano es un hijo de Dios, en virtud del bautismo. La paternidad de Dios es una verdad revelada por Cristo en el Evangelio y forma parte importante de la doctrina cristiana. Quiso Dios que en el alma de Josemaría Escrivá de Balaguer se grabara esta verdad –ser en Cristo, hijo de Dios- con gran intensidad en un momento concreto: «Aprendí a llamar Padre, en el Padrenuestro, desde niño; pero sentir, ver, admirar ese querer de Dios de que seamos hijos suyos..., en la calle y en un tranvía –una hora, hora y media, no lo sé–; Abba, Pater! tenía que gritar».

Saberse hijo de Dios fomenta la confianza en la providencia divina, la sencillez en el trato con Dios, un profundo sentido de la dignidad de todo ser humano y de la fraternidad entre los hombres, un verdadero amor cristiano al mundo y a las realidades creadas por Dios, la serenidad y el optimismo.



Del Blog San Josemaría Escrivá