El Purgatorio próximo al Juicio Final




El terrible tormento que experimentan las almas por el deseo de Dios, se une a los castigos particulares correspondientes a cada pecado. Con el arrepentimiento y la Confesión se
elimina el pecado, mas no el castigo merecido por él.

El fuego purificador, que la quema dentro, la atormentará especialmente en aquellas partes del cuerpo que fueron causa de pecado. Aunque el cuerpo ha quedado en la tierra, la pobre alma tendrá la sensación de tenerlo aún, pues este también tiene parte en el doloroso castigo, como aquellas que se aparecieron a Eugenia mostrando su boca llena de heridas, por los pecados cometidos con la lengua; o aquella otra con las manos ensangrentadas, por haber asesinado.


Este es un acto de la Divina Justicia, pues luego del Juicio Final el Purgatorio cesará, y el
cuerpo, que juntamente pecó con el alma, quedaría impune.


Sor María de la Natividad (fallecida en 1798), en complemento a esto dice: "Algunos años antes del Juicio Universal, las penas del Purgatorio se incrementaran para cada alma en proporcion a la grandeza de su culpa. Dios puede hacer sufrir a un alma en un año, todo aquello que debería haber sufrido en 100 años. Los ángeles comunicarán a las almas que, para pagar totalmente su deuda, sus sufrimientos aumentarán pues se acerca el Juicio Universal


Las Pobres Almas son verdaderamente pobres


Las Almas del Purgatorio se llaman justamente "Pobres Almas", porque tienen gran necesidad de ser ayudadas. No pueden ya ofrecer obras a la Divina Justicia para satisfacer
por sus errores, como cuando estaban en la tierra.


El Señor Obispo, Monseñor Keppler de Rottenberg, gran predicador de las Almas del Purgatorio, dice: "En el Purgatorio las almas se asemejan al péndulo de un reloj: sufren y esperan - sufren y esperan". Las almas sufren y sufren sin ganar ningún mérito. En cambio, al soportar pacientemente los dolores en el mundo, le hacen merecer la Felicidad Eterna. Los sufrimientos y penas de estas almas, según San Agustín, son peores que los tormentos que padecieron los mártires. Según Santo Tomás de Aquino y San
Buenaventura, las almas en el Purgatorio arden en un fuego semejante al del Infierno (como los condenados), con la sola diferencia que las primeras agradecen y bendicen a Dios por su salvación, y las otras, en cambio, lo maldicen.


Esta es la razón por la que estas Benditas Almas son tan pobres, más que un mendigo, pues lo único que pueden es sufrir.
Según la Beata Ana Catalina Emmerick y Ana María Lindmayr, las almas que no pertenecen a la Iglesia son unas de las más necesitadas, pues no tienen a nadie que ore por ellas, quedan en absoluto abandono; sus familiares, que no creen en el Purgatorio, no rezan por ellas, ni hacen actos de caridad en su favor.

Las Pobres Almas ruegan por los vivos

En una revista publicada por la Iglesia bajo el título "Voces del más allá", aparece lo siguiente: Una monja francesa rezó y ofreció mucho por una Hermana suya difunta. Por bondad de Dios y para instrucción nuestra, se le apareció. Le dijo: "Hay almas que padecen su purgatorio en los lugares donde pecaron; algunas al pie del altar, pero no por alguna falta cometida allí, sino como premio a la devoción y respeto que en vida tuvieron al S. Sacramento y a otros lugares santos.


Estas sufren menos que si se hallaran en el Purgatorio, y Jesús, a quien ven con los ojos de la Fe y el alma, alivia sus tormentos.
Las Almas del Purgatorio no están ocupadas solamente en sus sufrimientos; ruegan mucho para que se haga la voluntad de Dios, y por los hombres que les han abreviado y aligerado sus dolores. Ellas alaban y magnifican al Señor por su misericordia infinita, pues a muchas de ellas sólo les falto un mínimo para caer en el espantoso abismo y condenarse. Nunca podremos llegar a imaginar el enorme agradecimiento de estas pobres almas que de tal
forma fueron libradas de satanás.