Francisco tropezó ante la tilma de María de Guadalupe, como un signo
de que, lo que fue a llevar al pueblo mejicano, no era de parte de Dios.
Pues un tropiezo supone una detención, un susto, un parón en lo que se
venía haciendo, por lo tanto, en este caso, nada bueno. Y no porque Mi
Madre así os lo indicara como una señal, sino que es la misma conciencia
del apóstata la que lo requiere como recriminación a lo que un hombre
hace, escondiendo sus verdaderas intenciones y que sin embargo
están al descubierto a los ojos de Dios.
Si Francisco casi cayó al suelo muestra que su final no está lejos, después de
haber usurpado un trono que no le corresponde por no ser él el elegido por Dios
para tal cargo, y así los abominables falsarios que con él conjuran, se reúnen y
planean sus ataques, verbales o no, contra la Iglesia que Yo fundé con inmenso
sacrificio, amor y oración ahora va a ser desmantelada por el impío que viste los
ropajes del Vicario de Cristo y, en cambio, es un siervo del Anti-Cristo.
Atentos pues y no os dejéis engañar por las buenas acciones y la humildad, que
rezuman de este impío y que sólo se hacen de acuerdo a un plan de implementación
del Maligno en mi Iglesia hasta pretender derruirla casi por completo.
Jesús
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