Tsunami de Francisco en las nulidades matrimoniales

Del Denzinger Bergoglio.com


(...)A partir de la nueva normativa de Francisco, (dice el canonista que escribe el artículo:nos han distribuido en la Rota Romana, un nuevo documento relativo a la reciente reforma de los procesos matrimoniales: el “Subsidio Aplicativo del motu proprio Mitis Iudex”), para declarar que un matrimonio celebrado entre dos católicos, realizado en una iglesia, fue nulo – es decir que nunca existió – no se hace ya necesario un examen cuidadoso de los “meandros” y “obscuridades” que pueden haber sido causa de nulidad. Si esa unión es considerada “fracasada”, fácilmente se puede conseguir, en 45 días, una declaración de la “nulidad” de la misma, sin mucha investigación: basta las declaraciones de los dos conjuges… Así está en el nuevo canon 1678 § 2, como ha quedado después de la modificación bergogliana, y que el Sussidio recuerda en el 2.1.a, como “novedad del motu proprio en la evaluación de las pruebas”, afirmando: “la declaración de las partes [marido y mujer que quieren declarar nulo su matrimonio] … pueden asumir el papel de prueba plena”, en cursiva en el original. “Prueba plena”, quiere decir que no hace falta buscar otros argumentos contrarios para certificarse de la veracidad de la simple declaración de los “interesados”, basta que el juez no tenga conocimiento de ningún elemento contrario; cosa ciertamente fácil.
El estado de confusión creado por los nuevos procesos de nulidad matrimonial
¿Quién va a juzgar? Personas que no necesitan tener mucho conocimiento de la materia…
Hasta la entrada en vigor de las nuevas leyes, la legislación preveía que fuesen sacerdotes que hubiesen estudiado los “meandros” y “obscuridades” del derecho matrimonial, preferiblemente con un doctorado en Derecho Canónico.
Pero el estudio del Derecho Canónico no está de moda. En Europa todavía encontramos licenciados o doctores en casi todos los tribunales eclesiásticos; en otros continentes… menos. En varios países de Sudamérica la mayoría de los actuales jueces eclesiásticos no son ni siquiera licenciados. Son sacerdotes, ciertamente buenos y prudentes, pero a quienes tal vez les cueste entrar en los “meandros” y “obscuridades” de ese hombre y de esa mujer que se prometieron fidelidad ante el altar, y después… ¡están en una “nueva unión”!
Según la nueva legislación el hecho del “fracaso” de la convivencia de la primera unión es indicio de nulidad de la misma… La expresión técnica es más rebuscada: el fracaso de la convivencia sería “elemento sintomático de la invalidez del consenso matrimonial” (ver los Sussidio, 3.1.b).
Los actos de Francisco tranquilizando las conciencias de los que Jesús llamaba “adúlteros”
¿Y Francisco?
Dio la vuelta al mundo la llamada telefónica de Francisco el 21 de abril de 2014 a una mujer que vivía hace 19 años en una “segunda unión”, y por ello el párroco —siguiendo las enseñanzas de Jesús: el hombre que repudia su mujer y se casa con otra, es “adúltero” (cf. Mt 19, 9)— le había dicho que no podía acercarse de la comunión. Le faltaba a esa mujer el corazón puro, necesario para unirse a Jesucristo. Al parecer, por lo menos nunca fue desmentido como tantas otras misteriosas “llamadas” de Francisco, éste le dijo que comulgase… sin arrepentimiento… sin abandonar la “segunda unión”; aquella “segunda unión” que Cristo calificó como “adulterina” (Zenit, 23 de abril de 2014).
Ahora ha dado la vuelta al mundo la llamada telefónica de Francisco a un diácono permanente, casado (legítimamente), el cual ha organizado la pastoral del “anillo perdido” para que, como él mismo explica “sea reconocida la bondad y la verdad de la segunda unión”. Aquella “segunda unión” que Cristo llamó “adulterio”, y que tanto agradaba a Enrique VIII. En realidad la noticia no ha dado la vuelta “a todo el mundo”, pues si la encontramos en los servicios en italiano o inglés, está ausente de las noticias en español, tanto de Radio Vaticana, como de Zenit o de otras agencias de gran difusión. Se puede ver, por ejemplo, en italiano (Radio Vaticana, 18 de febrero de 2016). Francisco ha querido invitar al Vaticano, para un saludo especial, esas parejas “en segunda unión”, presentadas por un diácono quien, por poco que haya estudiado la moral católica antes de la ordenación, sabe que Cristo califica las segundas uniones como “adulterio”; y por tanto no pueden ser reconocida ni “su bondad” y su “verdad”. Acogida, puentes, desprevenciones… es la tal idea del “encuentro” tan pregonada por Francisco.
Y hablando de acogida, durante su reciente viaje a México, en el “Encuentro con las Familias”, en Tuxtla Gutiérrez, Francisco saludó cuatro “familias”… Bueno, en realidad sólo dos eran familias católicas: una era una mujer con varios hijos nacidos todos fuera del matrimonio, por lo tanto no era una familia; otros eran dos “convivientes”, como se dice hoy, o “concubinos” como enseña la moral: un hombre y una mujer que sin estar casados (ella ya es casada) viven juntos desde hace 16 años… Y de ello se enorgullecieron ante Francisco y ante las cámaras de televisión del mundo entero, proclamando que su “segunda unión” era “un matrimonio y familia donde el centro es Dios”. ¿Reacción de Francisco? Levantarse, caminar a su encuentro y abrazarlos como algo normal y bueno dentro de la Iglesia.
En el avión de vuelta a Roma le preguntaban sobre esas cuatro “familias”. Y Francisco no quiso recordar a quienes completan 50 años de fidelidad, sino a la pareja de concubinos (¡16 años de infidelidad al anterior matrimonio!), explicando que lo que valía era el “camino” que ellos estaban haciendo “integrándose en la pastoral de la Iglesia”. Enfatizó que todos (casados o convivientes) deben preocuparse por los hijos que “son las primeras víctimas”. Parece que a Dios ya no le ofenden los pecados contra la castidad, que él no es “víctima por nuestros pecados”, como dicen la Letanías al Sagrado Corazón de Jesús; pero los hijos… Francisco no quiso decir si esa “segunda unión” que está “integrada en la pastoral” es una familia o no (Bollettino Sala Stampa, 18 de febrero de 2016).
Confusión, confusión, confusión…
Las llamadas telefónicas inesperadas y sus actos públicos y manifiestos tienden a crear la impresión de que el matrimonio ya no es indisoluble como la Iglesia enseñaba. Aunque en algunos documentos él recuerde fragmentos de doctrina católica sobre el matrimonio.
Así aparecen en los tribunales personas que declaran: “como ahora todo ha cambiado…”, “como el Papa ahora permite…”, “como ya no es necesario…” Y en los confesionarios: “pero ahora no necesito dejar la segunda unión…”, “pero yo creo que la primera unión era nula…”, “pero… pero… pero…”