Sincretismo religioso descarado en Valencia



Infocatólica

(...)¿No debería ser la reevaneglización de la sociedad, la conversión de los pecadores, una urgencia lacerante en nuestros días y en nuestro país? Al menos, antes que otras iniciativas.
Hace apenas 3 semanas que se ha puesto en marcha en una finca un proyecto llamado la Catedral de la Natura(catedral de la naturaleza en castellano) de “diálogo interreligioso e interconfesional”, consistente en un templo ecuménico, una sinagoga, una mezquita y un “ágora”. Lo del ágora es de suponer que para personas que no tengan religión alguna, aunque, bien pensado, el no-dios está en todas partes, así que no veo porqué necesitarían un espacio específico. En fin.
Digamos pues que el reverendo don Jesús no tiene a la evangelización de los inmigrantes del Sahel (entre los que sin duda hay muchos musulmanes, cristianos protestantes y algunos animistas, además de católicos), como una de sus prioridades. Actualmente el proyecto sólo son solares marcados en el suelo “acotados por elementos naturales como piedras, troncos, maderas y cañizos”, en palabras del sacerdote.
Obviamente, no comparto ni la iniciativa ni su oportunidad (sin contar con el impropio uso de la palabra “catedral”). No encuentro sentido a que sacerdotes y seglares católicos se dediquen a buscar financiación para construir mezquitas, sinagogas o templos para corrientes cristianas cuyo único nexo en común es rechazar a la Iglesia católica y al papado. 
Me parece deleznable que clérigos y fieles católicos se empleen en construir una “catedral” sincrética que induce a grave confusión. De hecho, me parece esencialmente contraproducente, pues da a entender que todas las religiones son iguales, un ideal puramente ateo-escéptico.
Para poder levantar los templos previstos, hace falta financiación. Para ello, don Jesús se ha puesto en contacto con el arzobispado valentino, y hete aquí que el día 20 de enero pasado, su eminencia reverendísima el cardenal-arzobispo de Valencia, don Antonio Cañizares, dio su espaldarazo al proyecto, acudiendo (acompañado de periodistas, claro está) a respaldar simbólicamente los trabajos con la bendición de un pequeño monumento en cerámica valenciana dedicado a la encíclica Laudato Sii. Tuvo unas palabras muy oportunas en el breve acto: “junto a los preferidos de Dios, los más necesitados y a las distintas confesiones, el Espíritu Santo haga que nuestra fe se reavive y así nos reconciliemos con el mundo y nuestra casa común, que es la naturaleza”, y por “el cuidado de la madre tierra”.
Supongo que los asistentes eran todos católicos, o bien muy discretos, pues salvo el cristianismo, no hay religión que crea en el Espíritu Santo, de modo que la primera petición carece de sentido para los musulmanes y los judíos que van a ocupar la mezquita y la sinagoga previstas. Por otra parte, desconocía que estuvieramos “peleados con el mundo” (¿el mundo en sentido geológico, teológico, antropológico?) y que hubiéramos necesidad de “reconciliarnos” con él (en este caso, prefiero suponer que no se trataba del mundo en sentido teológico). Tampoco me atrevo ya a preguntar de cuál naturaleza habla monseñor cuando se refiere a la “casa común”. De la “madre tierra” sí había oído hablar: se trataría de la diosa primigenia, madre de la vida.