Cómo hacer un testamento espiritual

NOTA EXPLICATIVA:  Este testamento está sacado de las revelaciones de Santa Gertrudis, es la quintaesencia de las oraciones y plegarias que seremos capaces de hacer en vida, es de suma eficacia para quebrantar los asaltos con que el enemigo de nuestra salvación nos atacará a la hora de la muerte. Será, pues muy provechoso para todos que hagamos ahora mismo este testamento. Y si nos vemos sorprendidos por la enfermedad, debemos pasar a leerlo con gran devoción;  en los días de la gran tribulación será conveniente que lo leamos todos los días. Después de cada artículo hay que decir: "Sí, tal es mi voluntad y deseo". EN EL NOMBRE DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD. ASÍ SEA.

TESTAMENTO ESPIRITUAL

  Puesto que yo, miserable pecador, estoy cierto de que moriré y de que para mí es incierta la hora de mi muerte; ahora, que todavía me hallo en la plena posesión de mis facultades, voy a declarar delante de Vos, ¡ oh beatísima Trinidad ! , y de toda la corte celestial, mi última voluntad, y la manera cómo deseo vivir y morir.  Y para que ésta jamás pueda ser derogada, declaro que este testamento debe permanecer inmutable e irrevocable por toda la eternidad. Dignaos, pues, oh Padre Sapientísimo, dirigir vuestra bondadosa mirada a vuestro indigno siervo, como la dirigisteis a vuestro unigénito Hijo, cuando postrado en el huerto de los Olivos, disponía de todos sus meritos en favor de su Iglesia. Y así como recibisteis con inmensa satisfacción las súplicas de vuestro divino Hijo, así confío que os dignaréis recibir esta mi última voluntad, y hacer que sea digna y grata a vuestros ojos.

  En primer lugar, os lego, adjudico y entrego totalmente, oh beatísima Trinidad, mi cuerpo y mi alma, con todo el bien que, por medio de ellos, he hecho durante toda mi vida.  Os rindo inmortales acciones de gracias por haberme hecho criatura racional, por haberme regenerado en las aguas del santo Bautismo, santificado por medio de los Sacramentos y enriquecido de una infinidad de bienes corporales y espirituales, así en general como en particular.  Confieso humildemente que Vos solo tenéis perfecto dominio sobre mí:  y sólo a Vos reconozco, y a nadie más, por mi dueño y Señor absoluto.
  En segundo lugar, atribuyo a solo Vos, Señor mío y Dios mío, todas las gracias y beneficios, así corporales como espirituales que de Vos he recibido; y reconozco que, llevado de vuestra infinita bondad y de la intercesión de los Santos, me habéis dispensado mil veces más beneficios de los que yo me he merecido, y que no hay poder alguno, ni sabiduría, ni bondad que con la vuestra pueda compararse, en la manera con que vuestra amable Providencia me ha colmado de bienes, así para el cuerpo como para el alma, lo mismo en la prosperidad que en la adversidad. Así que, para corresponder en algún modo a tan grandes beneficios, cantaré vuestras alabanzas, y con todas las energías de mi alma os daré mil y mil acciones de gracias, por toda la eternidad.

  Creo y profeso la verdadera fe, que recibí en el bautismo: creo firmemente todo cuanto ella me enseña, en general, y cada uno de sus artículos en particular, de la misma manera y en la misma forma en que la Iglesia los cree y profesa; y estoy dispuesto a derramar mi sangre antes que renegar de uno solo de dichos artículos.   Si tal vez, en la hora de mi muerte, instigado por el demonio, llegare a pensar, decir, o hacer algo contrario a esta fe, desde ahora lo detesto y repruebo. Y para que no me acaezca tal desgracia, deposito mi fe en las manos de vuestro poder, de vuestra sabiduría y de vuestra bondad, Dios mío, a fin de que en aquella hora la mantenga integra y perfecta.

  Detesto y aborrezco todos los pecados que he cometido desde que tuve uso de razón hasta el presente: me pesa una y mil veces, Dios mío, de haberos ofendido, sólo por ser Vos quien sois bondad infinita; y a fin de suplir lo que falta a mi dolor, os ofrezco aquella contrición perfectísima que vuestro Hijo unigénito tuvo por los pecados de todo el mundo.  Estoy dispuesto a sufrir de muy buen grado cualesquiera penas que os dignareis imponerme, en satisfacción de las graves ofensas y pecados que he tenido la desgracia de cometer. Mas como todas las satisfacciones que pudiera yo ofreceros, serían siempre insuficientes, recurro a los infinitos tesoros que encierran los méritos de Jesucristo, y os ofrezco todos los dolores que Él soportó desde el primer instante de su concepción hasta que expiró en la cruz.  Arrojo y sepulto en el seno amoroso de su infinita misericordia todos mis pecados, faltas y negligencias, suplicándoos lavéis todas mis manchas con su preciosa sangre, y me consumáis en el fuego de su amor.

  Pido humildemente perdón a todos aquellos a quienes haya ofendido de palabra o de obra y me ofrezco a reparar todo el mal que les he ocasionado en su honra y en sus bienes.  Por lo que toca a los que me hayan ofendido, ora sea de palabra ora de obra, yo les perdono de todo corazón y renuncio a todo espíritu de venganza,  a imitación de Jesucristo que en la cruz perdonó a sus enemigos y suplicó a su Padre que los perdonara.
  Reconozco y confieso que no puedo conseguir la gloria del cielo con mis propios méritos: por lo cual no fundo en ellos mi esperanza, sino sólo en los méritos de la vida y Pasión de mi Señor Jesucristo:  y esta confianza es en mi tan firme e inquebrantable,  que aunque os hubiera ofendido mil veces más de lo que desgraciadamente lo he hecho, aun así, abrigaría la seguridad de alcanzar el perdón de ellos,  sabiendo que vuestra misericordia es infinitamente mayor que mis pecados,  y que la Pasión de vuestro Hijo pesa infinitamente más, en la balanza de vuestra justicia, que todos mis crímenes.

  Me entrego totalmente y sin reserva alguna, a vuestra santísima voluntad, deseando y pidiendo que se cumpla, de la manera más perfecta, en mí, por mí y en todo cuanto me atañe.  No deseo vivir una sola hora más de las que Vos queráis; tampoco deseo abandonar esta vida con tal o cual muerte, con tal o cual enfermedad, sino sólo con la muerte que os dignareis enviarme; y aunque estuviera en mi mano el vivir mil años rodeado de toda clase de delicias; aun así preferiría morir en este instante, si tal fuere vuestro beneplácito, antes que seguir viviendo prescindiendo de él.

  Os amo, Dios mío y amor mío, y deseo amaros eternamente porque sois infinitamente digno de todo amor, por vuestras infinitas perfecciones y por vuestras supremas magnificencias.  ¡ Quién me diera poderos amar mil y mil veces más aún !.  Si tuviera en mi mano los corazones de todos los Ángeles con todos sus afectos, los emplearía totalmente en amaros,  cifrando en esto solo mi dicha y contento:  Mas ya que no me es posible amaros como Vos merecéis, os suplico que supláis lo que a mi me falta.

  En fin, protesto que deseo morir como verdadero(a) católico(a), fortalecido(a) con los sacramentos de la Confesión, Santo Viático y Extremaunción:  deseo también y anhelo participar de las Misas, plegarias y demás sufragios que os ofrezcan hasta el día del Juicio:  y aun si estuviera en mi mano, haría que todos los Sacerdotes celebraran el Santo sacrificio de la Misa por el descanso de mi alma. Mas como no me es posible realizar esto, os pido, Salvador mío, Jesucristo, que os dignéis ofreceros por mí en holocausto y sacrificio perpetuo, a fin de expiar mis innumerables pecados.  Os pido además que os dignéis aplicar a mi alma, en sus postreras angustias uno solo de aquellos suspiros que exhaló vuestro Corazón durante vuestra acerba agonía, una sola gota de vuestra preciosísima sangre, a fin de asegurar mi salvación. Así sea.

Sello del Testamento

  Ahora, pues, ¡ oh Trinidad beatísima ! en presencia vuestra y de toda la corte celestial, declaro y protesto que todo cuanto se halla consignado en este Testamento, es mi última y sincera resolución, mi última e inquebrantable voluntad, conforme a la cual quiero vivir y morir: deseo que este Testamento jamás sea anulado o casado, sino que antes, durante y después de mi muerte, conserve todo su valor y fuerza obligatoria.  Y si alguna vez se me ocurriera revocarlo,  protesto desde ahora que tal revocación debe ser considerada como nula e inválida.


  Os suplico instantemente, dulcísimo Jesús, que tengáis a bien registrar en vuestro Corazón esta mi última voluntad,  tal cual la acabo de consignar:  confirmadla poniendo al pie de ella la firma de vuestro santísimo Nombre,  y sellándola con las cinco llagas de vuestro sacratísimo cuerpo.  Así mismo,  os suplico a Vos,  Virgen Santísima;  a vos bienaventurado Juan Evangelista, en calidad de Canciller mayor del reino eterno;  y a vos, bienaventurado  (Nombre del Santo) mi amadísimo Patrono,  en calidad de asesor de la cámara imperial del cielo, que os dignéis actuar, como testigos de esta miúltima voluntad, rubricarla con vuestro nombre y depositarla en los archivos de la santísima Trinidad, a fin de que,  en todo tiempo y y en cualquier evento pueda serle presentada.  Por lo que a mi me toca, conservaré una copia de ella en este libro rubricada por mi mano,  a fin de que Dios y los hombres sepan a quien pertenezco, en cuerpo y alma, y cómo deseo vivir y morir.

  En fe de lo cual, yo, indigno siervo de Dios, la suscribo de mi propia mano.
  (Aquí se pone nombre y apellido)