Los santos también se enfadan

Wikipedia / Dominio público.
Cuando pensamos en los santos, solemos imaginar a personas llenas de paciencia y amor para con sus hermanos. Sin embargo, debemos recordar que también son humanos y que, al igual que todo el mundo, pasan por momentos en los que se les agota la paciencia y se enfadan.
Estas anécdotas son prueba de ello.

1) San Nicolás de Bari

Enciclopedia Católica
Enciclopedia Católica
Se sabe que San Nicolás de Bari participó durante el Concilio de Nicea y se enfrentó a Arrio quien negaba la Santísima Trinidad. San Nicolás, al escuchar las blasfemias de Arrio, se indignó tanto que no dudó en darle una bofetada ante el asombro de los asistentes; por tal motivo tuvo que ser encerrado en la cárcel. Afortunadamente, la historia terminó bien pues en su celda fue visitado por Nuestro Señor quien le preguntó “¿Por qué estás aquí?”, Nicolás respondió “Porque te amo, mi Dios y mi Señor”. Para consolarlo, Nuestro Señor le regaló una copia de los Santos evangelios y la Santísima Virgen le entregó su palio. Desde entonces es representado así en numerosas pinturas.

2) San Jerónimo

San Jerónimo, además de ser conocido por traducir la Biblia entera del griego al latín en el siglo IV, también era popular por su amor a la Virgen María. En cierta ocasión leyó que un teólogo italiano llamado Elvidio difundía escritos que negaban la virginidad perpetua de María, así que decidió responder con una extensa carta que comenzaba así:
“No hace mucho me pidieron algunos hermanos que contestara a un panfleto escrito por un tal Elvidio. He atrasado hacer esto, no porque sea un tema difícil en el cual defender la verdad y refutar a un campesino ignorante que tiene escaso conocimiento del primer destello de aprendizaje, sino porque me temía que mi respuesta pudiera hacerlo parecer alguien digno de ser derrotado…
Muchos dirán que esa forma de expresarse es una falta de caridad cristiana, pero sus palabras deben entenderse como la molestia de un hijo que siente que han ofendido gravemente a su madre. Por cierto, San Jerónimo es considerado Padre y Doctor de la Iglesia.

3) San Pío de Pietrelcina

A pesar de que San Pío de Pietrelcina tenía un santo sentido del humor, hubo momentos en su ida en los que se enfadó mucho. En una ocasión un hombre se acercó a él comentándole que un obispo le estaba calumniando. San Pío tomó la noticia con calma pero se enfadó mucho con el informante al ver que este también decía cosas malas del obispo. Tal fue su molestia que no dudó en darle una bofetada – ¿lo aprendió de San Nicolás? – mientras le recordaba que sus pecados eran peores que los del obispo. 

¿Qué podemos aprender de estas anécdotas?

Cuando los santos se enfadan lo hacen con muy justas y santas razones. Un corazón totalmente enamorado del Señor no tolera que se insulte o menosprecie a su Madre, a la Santa Trinidad ni a los pastores de su Iglesia. Recordemos también que el propio Jesús se enfadó mucho cuando vio a los mercaderes en el templo y no dudó en echarlos de allí gritando que habían convertido un lugar santo en una cueva de ladrones.