El control del ocio: una obsesión de los amos del mundo.

Por Cristina Martín Jiménez
Hay un documento que yo califico como la biblia del sistema Bilderberg. Una parte del mismo fue entregado a los asistentes a la primera reunión del Club, en 1954. Era toda una declaración de sus intenciones y de su visión del mundo. En su guerra sutil y discreta contra el mundo, Bilderberg utiliza instrumentos como el trabajo, la cultura o el ocio como instrumento de control de la población.
 Fútbol y centros comerciales para mantener a la sociedad entretenida, distraída de los asuntos políticos, es uno de sus objetivos. Se trata de la versión actual del pan y circo del Imperio romano.
Esta estrategia de distracción que les obstaculiza a los seres humanos alcanzar el conocimiento de la verdad también está planificada en la guerra tranquila, y su síntesis es la siguiente:
— Medios de comunicación: mantienen la atención del público adulto distraído, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivándolo con temas sin importancia real.
Enseñanza: mantienen a la sociedad ignorante de las verdaderas matemáticas, de la verdadera economía, de la verdadera ley y de la verdadera historia.
Espectáculos: mantienen el entretenimiento del público debajo del nivel de los doce años de edad.
Trabajo: mantiene a la sociedad ocupada, sin tiempo para pensar; de vuelta a la granja con los demás animales. Mediante la crisis ha impuesto un sistema en el que se alarga el horario de trabajo al tiempo que se devalúa el salario.

La industria textil como instrumento de control de la población
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El ocio  como instrumento de control de la población

El ocio está programado o diseñado.
Y a llenar el armario de ropa. «[…] en la conducción de nuestras vidas, simplemente estamos obligados a inclinarnos ante los deseos de los grandes productores; a comer los alimentos y a vestirnos con la ropa que ellos deciden que debemos comprar. […] El método más irresistible para hacer manipulable a grandes masas de población a través de la igualitarización de sus apetencias lo ofrece la moda», señaló Konrad Lorenz en su mencionado libro Los ocho pecados mortales de la humanidad civilizada.
El consumismo como ocio. Los fines de semana, los grandes centros comerciales se llenan de consumidores locos por adquirir las últimas prendas de moda. He viajado por gran parte del mundo, comprobando que los jóvenes orientales y occidentales visten igual. Van uniformados. Me ha sorprendido bastante.

El trabajo como instrumento de control de la población

Hay dos estrategias. Mantener al ser humano en un continuo estrés laboral, como animales en la granja, sin tiempo para pensar sino para ejecutar. Y con la llegada de la crisis comenzaron los recortes laborales y los despidos, lo que significa que quienes aún conservan el trabajo lo hacen durante más horas y con menos sueldo.
La otra táctica puesta en marcha en este sector de la vida humana es que no puedes sobresalir porque tus compañeros te clavarán el puñal a la mínima de cambio. Debes pasar desapercibido si quieres conservar el trabajo. No solo la jerarquía sino tus colegas reprimen tu talento.