Schönborn con los periodistas sobre Amoris L

O como destrozar la doctrina de siempre bajo el paraguas de las citas descontextualizadas o mal empleadas de JP II, Bendicto y sto Tomás
Observemos que Schönborn le pasa todo el rato la patata caliente a Francisco, a la vez que Francisco dice que se apoya en las conclusiones del sínodo o en Schönborn cuando se le ha preguntado sobre el punto conflictivo de la apertura a los adúlteros a la sgda Comunión en AL. Así nadie asume, aparentemente,  las responsabilidades de la apertura desgarradora al sacrilegio eucarístico.




por Sandro Magister
Sala de prensa de la Santa Sede, 8 de abril de 2016
D. – (Jean-Marie Guénois, Le Figaro) ¿Por qué el punto clave de la “Amoris laetitia” está tratado con una pequeña nota a pie de página y no en el texto?
R. – No lo sé. No he escrito el texto, es el Papa quien lo ha hecho. Podemos preguntarle al Santo Padre por qué lo ha puesto allí. Cada uno puede dar su propia interpretación. Por ejemplo, como he dicho, una vez oí decir al Papa: es una trampa centrar todo sobre este punto, porque se olvida el conjunto de la cuestión. Por esto sugeriría que después de la “Amoris laetitia” hay tantas cuestiones que hay que seguir discutiendo y unos de los puntos es una renovación, en general, del conjunto de nuestra praxis sacramental. Cincuenta años después del Vaticano II sería bueno pensar también en lo que quiere decir la vida sacramental, no sólo para un caso particular, el de los divorciados que se han vuelto a casar, sino para todos nosotros.
D. – (Francis Rocca, The Wall Street Journal) Usted ha citado la “Familiaris consortio” de 1984, pero en este documento, en el n. 84, el Papa escribe que la Iglesia confirma su praxis fundada sobre la Escritura de no admitir a la comunión eucarística a los divorciados que se han vuelto a casar, a no ser que asuman el compromiso de vivir en plena continencia. Entonces, uno se pregunta: ¿ha cambiado algo respecto a treinta y cinco años atrás? ¿Hay una posibilidad en el magisterio papal no prevista por Juan Pablo? Y si es así, ¿hay en la continuidad del magisterio papal un motivo por el cual un próximo Papa no pueda considerar de nuevo oportuno y necesario confirmar esta praxis?
R. – Brevemente, en el n. 84 de la “Familiaris consortio” el Papa San Juan Pablo II habla de tres situaciones distintas, la tercera de las cuales es el caso en el que los divorciados que se han vuelto a casar están moralmente convencidos de que su primer matrimonio no es válido. No ha sacado conclusiones de este hecho, pero yo pienso que hay situaciones que todos nosotros conocemos en la praxis pastoral en las que no es posible encontrar una solución canónica; pero en las que, con la certeza moral de que este primer matrimonio no era sacramental, aunque no se pueda aclarar el caso canónicamente, con el pastor y los cónyuges convencidos en su conciencia, de la que habla el Papa Juan Pablo, de que no están casados sacramentalmente, admitirlos a los sacramentos ya era una praxis desde hacia mucho tiempo que ni el Papa Juan Pablo ni el Papa Benedicto han puesto en duda explícitamente. Y el hecho del que habla sobre la convivencia como hermano y hermana, es ya un caso excepcional porque de otra manera conviven matrimonialmente; el matrimonio no se reduce a la unión sexual, es toda la vida la que se comparte y por lo tanto viven en una segunda unión plenamente y, con excepción de la relación sexual, tienen una vida matrimonial. El Papa Juan Pablo ya decía que en este caso, si no hay escándalo, pueden acceder a los sacramentos. Por lo tanto, estos matices existían desde siempre y el Papa Francisco no entra en la casuística sino que da la indicación esencial, sobre la que nosotros debemos seguir reflexionando.
D. – (Zenit edición española) Entre verdad y caridad, cuando un obispo no consigue discernir, ¿a quién debe dirigirse, hay alguien que lo puede ayudar?
R. – Por su propia naturaleza el discernimiento comporta una cierta incertidumbre porque Santo Tomás dice, y el Papa lo cita en su texto, que los principios son evidentes, son claros, son clarísimos, enunciados claramente, pero a medida que se baja en la acción, en las situaciones concretas, cada vez es más delicado discernir y por esto el ejercicio de los Ejercicios ignacianos es precisamente el discernir de los espíritus. Santo Tomás dice que esto está unido también a una cierta ansia, angustia, que debe discernir, sí. Y también por esto siempre será así: un sacerdote tal vez esté más predispuesto a una visión más amplia, otro será tal vez más temeroso, más severo en el discernimiento, pero esto será siempre así, también en la vida familiar. El discernimiento es una obra delicada pero necesaria.
D. – (Washington Post) El principio del discernimiento, del que usted hablaba, en razón del cual se podría encontrar a un sacerdote que tenga una visión  más amplia o a otro más temeroso, ¿lo considera usted un nuevo principio  de partida, una nueva ley desde la cual empezar, o una cuestión que permanece abierta?
R. – El Papa lo ha dicho claramente, no es una nueva disposición canónica, y yo puedo recordar, precisamente aquí en esta sala, en 1981, hace mucho tiempo, que un cardenal alemán que era famoso por su claridad doctrinal, el cardenal Höffner, había respondido a una pregunta similar: habladlo con vuestro confesor. Pero hay una responsabilidad en cada uno de nosotros. No se puede jugar con los sacramentos, es cierto, no se puede jugar con la conciencia. El Papa habla mucho de la conciencia: ¿cómo estás tú o estáis vosotros en la pareja con dificultades? ¿Cómo estáis ante Dios en vuestra conciencia? Sobre esto la regla canónica no puede responder con detalle, ni el pastor. Lo debéis saber vosotros, no podéis jugar con Dios. Por lo tanto, el caso que cita San Juan Pablo en el n. 84 de  la “Familiaris consortio”, el caso de una pareja que se ha vuelto a casar y, dice el Papa, en la cual el matrimonio está “definitivamente roto”, usa esta expresión, si están convencidos en conciencia de que su matrimonio no era válido, es una situación distinta a la del otro caso que cita San Juan Pablo, de una persona que ha roto el matrimonio válido por ligereza: es otra situación moral, ante Dios y ante la comunidad y la Iglesia, ante su conciencia. Por lo tanto, el Papa no innova en este documento, esto es importante decirlo, no innova, permanece en la gran tradición pastoral, prudencial, de la Iglesia. Es el recurso a la prudencia pastoral que cada sacerdote, cada obispo debe ejercer.
D. – (Frankfurter Allgemeine Zeitung, en alemán; el padre Federico Lombardi resume la pregunta en italiano) ¿Por qué la referencia a los divorciados que se han vuelto a casar está sólo en la nota 351?
R. – Un hecho que me asombra es que todos lean esta nota. Por lo tanto, ponerlo en una nota sorprende y atrae el interés. Pero permanezco firme sobre este punto: el Papa Francisco quiere exponer una visión de conjunto y no centrarse sobre un punto en particular, que es importante, pero particular. Y sin los criterios de conjunto del discernimiento, también el discernimiento acerca de “en determinados casos también la ayuda de los sacramentos” caería del cielo, sin vinculación con el conjunto.
D. – (Diane Montagna, Aleteia) Sólo para aclararlo, pienso que todos quieren saberlo, acerca del párrafo 84 de la “Familiaris consortio” en conjunto, ¿ha cambiado algo respecto a ese párrafo? ¿Todo sigue igual tal como es en la “Familiaris consortio” número 84?
R. – No veo que haya un cambio, pero ciertamente hay un desarrollo, un desarrollo orgánico, en cómo el Papa Juan Pablo ha desarrollado la doctrina. Pongo un ejemplo: nunca en la historia de la doctrina de la Iglesia la pareja hombre y mujer había sido considerada como tal imagen de Dios. El Papa Juan Pablo ha hecho de ella el centro de su enseñanza sobre el matrimonio. Pero yo desafío a todos los expertos de teología a decir cuando en la tradición se ha hecho esto. Por lo tanto es normal, es verdad que hay un desarrollo. John Henry Newman nos explicó cómo funciona este desarrollo orgánico de la doctrina. Ciertamente, en este sentido el Papa Francisco desarrolla las cosas. La frase que usted ha dicho estaba implícita en la “Familiaris consortio”, implícita, estoy dispuesto a demostrarlo. Para mí el desarrollo es que el Papa Francisco lo dice clara y explícitamente. Es el caso clásico del desarrollo orgánico de la doctrina. Hay innovación y continuidad. Lean para esto el famoso discurso del Papa Benedicto sobre la hermenéutica de la continuidad. En este documento para mí hay verdadera novedades pero no rupturas, como tampoco hay una ruptura en lo que Juan Pablo ha hecho con la imagen de Dios aplicada a hombre y mujer. No es un ruptura, sino un verdadero desarrollo.
D. – (Andrea Gagliarducci, CNA, ACI Stampa) En lo que respecta al punto 301 acerca de las parejas irregulares que no están en pecado mortal, y por el discurso sobre la innovación de la doctrina de la que usted hablaba, ¿de qué manera se concilia esto con la “Veritatis splendor” de Juan Pablo II, en la que se habla de un “mal intrínseco”?
R. – La “Veritatis splendor” ciertamente habla de la claridad de las normas del “intrinsece malum”, pero el Papa Francisco aquí, en el documento, hace una serie de menciones sobre la cuestión de la imputabilidad, muy importantes, y cita el Catecismo de la Iglesia Católica. La imputabilidad que es una de las condiciones para saber si hay o no pecado mortal. Por consiguiente, se deben leer estos pasajes sobre la imputabilidad, que son clásicos, la mayor parte de estas citas vienen del Catecismo y de Santo Tomás.
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