Bergoglio: las intenciones de Lutero no eran malas






Bergoglio, después de redimir al "pobre" Judas, traidor del Hijo de Dios, ahora le da el turno a Martín Lutero, quien desgarró a Europa con un cisma herético dividendo espiritualmente y para siempre a sus ciudadanos, y privando a millones de los sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía, de la devoción a María y a las almas del Purgatorio, entre otras cosas. 



¿Lutero, Calvino, Zwingli y demás reformadores protestantes contaban con un mandato divino de reformar la Iglesia?

La respuesta breve es que NO. Jesucristo fundó su Iglesia sobre los Apóstoles y en primer lugar San Pedro a quien le entregó la misión de apacentar sus ovejas (Jn 21, 17),  y de fortalecer a sus hermanos en la fe (Lc 22,31) y Jesús dijo a sus apóstoles: "El que a vosotros os escucha, a mí me escucha" La Iglesia, con su estructura jerárquica, es apostólica, es decir, a través de ella perdura en el mundo el misterio de la Encarnación y a través del Espíritu Santo el Señor la guía. 





Infocatólica* * *
Quo vadis ecumenismo? En un artículo así titulado se exponen los diez errores más nocivos que afectan con frecuencia el ejercicio actual del ecumenismo. El primero de todos, y el más nocivo, es: «Buscar una unidad que no está basada en la Verdad». En esta dirección errada operan los católicos que pretenden la unión con los hermanos separados elogiando cuanto en ellos hay de verdad y de bondad, y silenciando los errores que mantienen, es decir, sin contra-decirlos (sed contra). No olvidemos, sin embargo, que el mal y el error solamente pueden tener su existencia parasitaria en el bien y la verdad. En todos los grupos heréticos o cismáticos hay sin duda aspectos de verdad y de bien: sin ellos no podrían sus errores mantenerse en la existencia. Por eso sus verdades no nos impiden combatir sus errores: al contrario, hacerlo es un deber (2Tim 4,9).
El cardenal Kasper, por ejemplo, cuando presidía el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los cristianos, en su relación con los protestantes, fue un eximio ejemplo de este falso ecumenismo. Podríamos resumir sus resultados en dos frases: «nunca la Iglesia Católica ha tenido una relación tan positiva con los protestantes»; y «nunca la Iglesia Católica ha procurado y logrado menos la Unitatis redintegratio con los protestantes». No olvidemos el proyecto que tuvo el Cardenal de elaborar un Catecismo ecuménico que, silenciando cuanto separa a los cristianos, recogiera sólo lo que los une…    Fruto, por el contrario, del verdadero ecumenismo fue la acción del papa Benedicto XVI, que por la constitución apostólica Anglicanorum coetibus (2009) consiguió, por gracia de Dios, la feliz institución de los Ordinariatos anglicanos, plenamente reintegrados y unidos a la Iglesia Católica.
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El falso ecumenismo tiene hoy en la Iglesia una posibilidad privilegiada al celebrar en 2017 con los luteranos el quinto centenario de la Reforma de Lutero(1483-1546). Dos Cardenales alemanes nos ponen sobre aviso. En primer lugar el cardenal Koch:
InfoCatólica informó acerca de las declaraciones [en 2012] del Presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos en la web de la diócesis de Münster. El Cardenal Koch fue extraordinariamente claro: “no podemos celebrar un pecado”... “Los acontecimientos que dividen a la Iglesia no pueden ser llamados un día de fiesta”. A todo lo que accedió el cardenal es a clasificar la efeméride como un día que hay que recordar, pero no celebrar […] Le gustaría asistir en su lugar a una reunión en la que las confesiones reformadas, siguiendo el ejemplo de Juan Pablo II en 2000, pidieran disculpas y reconociesen sus errores, al mismo tiempo que, como el Papa Beato, condenasen el cisma en la cristiandad».
El cardenal Müller es de la misma opinión. En el libro Informe sobre la esperanza. Diálogo con el cardenal Gerhard Ludwig Müller (BAC, Madrid 2016), el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe asegura que
«los católicos no tenemos ningún motivo para celebrar el 31 de octubre de 1517, es decir, la fecha que se considera como el inicio de la Reforma que condujo a la ruptura de la cristiandad occidental». Y añade: «Si estamos convencidos de que la Revelación se ha conservado íntegra e inalterada a través de la Escritura y la tradición en la doctrina de la Fe, en los Sacramentos, en la constitución jerárquica de la Iglesia por derecho divino, fundada sobre el sacramento del Orden sagrado, no podemos aceptar que existan motivos suficientes para separarse de la Iglesia.
El Prefecto de Doctrina de la Fe explica que «los miembros de las comunidades eclesiales protestantes consideran este evento desde otra óptica, pues piensan que es la ocasión adecuada para celebrar el redescubrimiento de la “palabra pura de Dios”, presuntamente desfigurada a través de la historia por tradiciones meramente humanas. Los Reformadores protestantes concluyeron hace quinientos años que algunos jerarcas de la Iglesia no solo eran moralmente corruptos, sino que habían distorsionado el Evangelio y, en consecuencia, habían bloqueado el camino de Salvación de los creyentes hacia Jesucristo. Para justificar la separación, acusaron al Papa, presuntamente la cabeza de este sistema, de ser el Anticristo».
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Alii dicunt… en cambio
Concretamente, el P. Rainiero Cantalamessa, OFM, el pasado Viernes Santo, en la Basílica de San Pedro (25-III-2016), predicando sobre la gratuidad de la justificación realizada por la misericordia de Dios en el hombre, dijo lo siguiente:
«Existe el peligro de que uno oiga hablar acerca de la justicia de Dios y, sin saber el significado, en lugar de animarse, se asuste. San Agustín ya lo había explicado claramente: “La ‘justicia de Dios’, escribía, es aquella por la cual él nos hace justos mediante su gracia; exactamente como ‘la salvación del Señor’ (Sal 3,9) es aquella por la cual él nos salva” (El Espíritu y la letra, 32,56). En otras palabrasla justicia de Dioses el acto por el cual Dios hace justos, agradables a él, a los que creen en su Hijo. No es un hacerse justicia, sino un hacer justos.
«Lutero tuvo el mérito de traer a la luz esta verdad, después de que durante siglos, al menos en la predicación cristiana, se había perdido el sentido, y es esto sobre todo lo que la cristiandad le debe a la Reforma, la cual el próximo año cumple el quinto centenario. “Cuando descubrí esto, escribió más tarde el reformador, sentí que renacía y me parecía que se me abrieran de par en par las puertas del paraíso”[Prefación a las obras en latín, ed. Weimar, 54, p.186.]»
¿Y cuál es la verdad cristiana que, según el P. Cantalamessa, reavivó Lutero en su Reforma estando en su tiempo casi perdida? «La justificación gratuita mediante la fe en Cristo». En las predicaciones de Adviento que dio al Papa y a la Casa Pontificia en 2005, sobre todo en la tercera, La justicia que deriva de la fe en Cristo. La fe en Cristo en San Pablo (16-XII-2005),  expone con más amplitud su doctrina, a la que alude muy brevemente en los dos párrafos que acabo de citar.
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