Más milagros del Escapulario del Carmen

Un misionero Jesuita en Guatemala cuenta un incidente de la protección del Escapulario de Nuestra Señora. En Noviembre de 1955 un avión transportando 27 pasajeros se estrello. 
Todos murieron excepto una joven. Cuando esta muchacha vio que el avión caía, ella tomo su Escapulario y pidió la ayuda de María. Sufrió quemaduras, su ropa fue reducida a cenizas, pero su Escapulario no fue alcanzado por las llamas. 


En el mismo ano de 1955, un milagro similar aconteció en el Medio Oeste. Un niño de tercer grado paro en una gasolinera para poner aire en las llantas de su bicicleta y en ese preciso momento occurió una explosión. Las ropas del niño se quemaron pero su Escapulario Carmelita no fue afectado: un símbolo de la protección de María. Hoy día, a pesar de que aún conserva unas pocas cicatrices de la explosión, este joven tiene razón especial para recordar la protección de la Santísima Madre en caso de peligro.

La siguiente historia es verídica. Fue publicada originalmente en un periódico alemán bajo el título de "Seine Mutter Meine Mutter” (“Su Madre Mi Madre") por A.M. Weigl y traducida por Anna C. Pertsch. Es republicada con el permiso y por cortesía de "Fátima Findings" de Baltimore, Md., una publicación de la Sociedad de Desagravio del Inmaculado Corazón de María.

El Escapulario que Salvo dos Vidas

Mi batallón era miembro de la Brigada Irene. Estábamos listos para avanzar. Después de pasar Eindhofen nuestros tanques y camiones atravesaron Uden. Al anochecer acampamos en una vieja finca cerca de Nijmegen. Detrás de la casa había un pozo viejo rodeado de ladrillos. Esto brindaba una gran oportunidad para lavarnos el sudor y el polvo de horas de pelea. Pueden imaginarse lo bien que aprovechamos la vieja bomba del pozo. Tire mi chaqueta al suelo y colgué mi Escapulario en la bomba mientras me lavaba con el grupo.

Noticias Aterradoras

Una hora más tarde recibimos órdenes de avanzar cerca de una milla y ocupar allí una trinchera. Estábamos deseando tener una noche apacible para poder dormir en la trinchera.

Al acostarme y desabotonar mi cuello, note consternado que no tenía mi Escapulario, el cual había sido un regalo de mi madre. Lo había tenido conmigo durante toda la guerra y ahora que nos aproximábamos a la boca del león sería posible estar sin él?

Ni pensar en ir a recogerlo, así que trate de alejarlo de mi mente para poder dormir. Me movía de derecha a izquierda sin poder conciliar el sueño.

Alrededor mis compañeros dormían como lirones a pesar de que de cuando en cuando caían granadas peligrosamente cerca. Finalmente fui dominado por el deseo de recuperar mi Escapulario y deslizándome salí de entre mis compañeros que dormían. No fue fácil evadir al centinela pero lo logre y corriendo regrese por el camino de venida.

Estaba oscurísimo pero tuve buena suerte y en poco tiempo llegue al pozo de la finca. Mis manos se deslizaban buscando alrededor de la bomba pero no hallaba el Escapulario. 
Estaba a punto de encender un fosforo cuando oí el sonido de una espantosa explosión. ¿Qué hacer? ¿Era esa la señal de un ataque enemigo? Tan rápido como pude corrí hacia nuestra trinchera. Quizá podría hacer algo por mis compañeros allí.

Casi Perezco

Cerca de la trinchera vi a los ingenieros removiendo rápidamente montones de tierra y alambre de cerca. En el sitio preciso en que mis compañeros habían estado durmiendo aparecía un gigantesco hueco hecho por la explosión. Si yo no hubiese partido a recoger mi Escapulario también estaría sepultado bajo esos escombros.

"¡Creí que Estabas Allí!"

A la mañana siguiente fui al comedor de campana y encontré a un compañero allí. Me miro asombrado. "¡Creí que estabas en esa trinchera!" "¡Y yo creía que tú estabas enterrado allí!"

Mi amigo continuo: "Estaba acostado en la trinchera pero antes de dormirme fui a buscarte. No pude encontrarte. El corporal me vio escudriñando y me interrogo al respecto. Cuando le dije de lo que se trataba me respondió, '¡Se sensato! Es mejor que vayas a esa posada cercana y me taigas una botella de agua.' Mientras realizaba este mandado ocurrió la explosión".

Me Entrego mi Escapulario

"También yo me libre por un pelo", le conteste. "Pero, ¿para qué me estabas buscando tan tarde por la noche?" "Para darte esto", me replico y me entrego mi Escapulario que había recogido de la vieja bomba de agua.

Un Escudo en Tiempo de Batalla

El Sr. Sisto Mosco de North Providence en Rhode Island, es un veterano de la Segunda Guerra Mundial, que sobrevivió sin daño la invasión de Normandía y más tarde La Guerra de la Séptima Flota contra la Flota Japonesa, la toma de lwo Jima y Okinawa y otras sangrientas batallas en el Pacifico del Sur. Sisto afirma que su escapada milagrosa es otro ejemplo perfecto de la poderosa protección de Nuestra Santísima Madre del Monte Carmelo por 
medio de Su Escapulario Castaño.

"Yo estaba en el Crucero USS Nevada de ayudante del capellán durante la Segunda Guerra Mundial en el Pacifico. (Siempre use mi Escapulario porque crecí muy religioso y lo mantuve sobre mí durante toda la guerra). El barco estaba cargado con dinamita. Un avión suicida le pego a la cubierta muy cerca de donde yo estaba colocado. La explosión abrió las puertas trancadas de acero del compartimiento. Únicamente yo resulte ileso después de la explosión. 
El resto murió o quedo seriamente mutilado. Fui el único ileso y lo atribuyo a mi uso del Escapulario".

El Sr. Mosco más tarde recibió un reconocimiento por valentía del Almirante de la Flota, pero 
el sinceramente cree que el merito es de Nuestra Señora, la Virgen poderosísima, quien 

realiza tales maravillas por medio de su Habito de Salvación.