¿Qué habéis hecho con la Iglesia de Mi Hijo?

Habla la Santísima Virgen María a Javier Viesca, México




¡Ay!, ¡Iglesia de Mi Hijo, cómo le habéis fallado!, vosotros, ministros de la Iglesia que Mi Hijo fundó, habéis preferido al Mundo antes que defender a Mi Hijo.

A lo largo de vuestra existencia os habéis acobardado. Los primeros que vivieron con esta Gracia tan grande, de ser ministros de Ella, la defendieron muchas veces, con  su propia vida, ofreciendo su sangre a Mi Hijo, y reparando los errores de los hombres, pero, ahora, Mis pequeños, ministros de la Iglesia, preferís el gozo del Mundo y ya no os dais como pastores del rebaño, protegiéndolo y llevándolo por caminos seguros y ayudándole a crecer en vida espiritual y en Sabiduría Divina. ¿Qué habéis hecho con la Iglesia de Mi Hijo?

Soy vuestra Madre, la Siempre Virgen María, Yo la he protegido contra los ataques de satanás, la he cuidado, para que satanás no la destruyera. Son pocos los ministros, los sacerdotes que la han cuidado, que la llevan en su corazón, y han sufrido, porque la misma Iglesia los ataca, por amarla, por respetarla, por mantener la Vida que Mi Hijo le dio con Su Muerte. 

¡Cuánta maldad lleváis muchos de vosotros, obispos, cardenales! Habéis visto por vuestros intereses mezquinos. Habéis buscado el goce de vuestro cuerpo antes que el goce de vuestra alma, a pesar que vuestra investidura era alta.

Los sacrilegios que habéis cometido, os acusarán el día de vuestro Juicio, vuestro mal ejemplo, vuestros delitos carnales os llevarán al lugar del castigo.

Fuisteis escogidos por el Padre, para que tuvierais una posición bellísima y altísima dentro del pueblo. El ser representante sacerdotal ante los hombres, es una Gracia, es una Bendición muy grande para un hombre y, vosotros, no estuvisteis a la altura de ésa Gracia tan grande y preferisteis, en vuestra soberbia, sacarle provecho material, humano, a vuestra posición, que debió de haber sido de servicio y de amor, de enseñanza y de donación, como Mi Hijo os enseñó.

¡Cuánta maldad se ha introducido dentro del Templo Santo!, porque vosotros la dejasteis entrar. No habéis defendido a la Iglesia de Mi Hijo, contra los ataques de satanás, dejasteis entrar al pecado y la maldad al Recinto Santo y dejasteis que el mismo satanás se sentara en la Silla del santo que representa a Mi Cristo, a Mi Hijo en la Tierra.

La maldad se volverá sobre vosotros, vosotros la protegisteis, quisisteis vivir en ésa maldad, dejasteis que satanás habitara entre vosotros y aún dentro de vosotros y ¿creéis acaso que él os lo agradecerá?, ¡estáis muy equivocados, Mis pequeños!, se volverá sobre vosotros y os atormentará por toda la eternidad por los favores que le concedisteis. Así paga satanás. Os volvéis demonios, porque eso es lo que dejasteis entrar en vuestro corazón, su maldad, y traicionasteis al Santo de los Santos, que es Mi Hijo.

Yo, vuestra Madre, la Siempre Virgen María, voy cuidando a aquellos ministros santos, aquellos que han sido despreciados por su santidad, por su belleza de corazón, por su bondad, por el respeto a las Leyes y al Amor de Mi Hijo; voy cuidando a la Iglesia de Mi Hijo y la voy preservando de los ataques de satanás. 

Estos son los tiempos en que veréis la Verdad, cómo, aquellos a los que veíais santos y grandes en la Iglesia de Mi Hijo, caerán; conoceréis sus obras, su maldad y recibirán su paga al ser juzgados por Mi Hijo. 

En cambio, aquellos que sufrieron por las mismas autoridades eclesiásticas, que fueron despreciados porque eran buenos, surgirán y serán posicionados más alto de lo que estaban aquellos que los oprimían y así, se cumplirá la Promesa de Mi Hijo, que la Iglesia, Su Iglesia, se va a mantener hasta el fin del Mundo.

Manteneos, pues, Mis pequeños, fieles, a lo que Mi Hijo os enseñó. Manteneos fieles a los sacerdotes, ministros santos, los que se dejan guiar por lo que en las Escrituras está, que es la Palabra Divina de Mi Hijo y la Presencia del Padre y que, bajo la acción del Espíritu Santo, se seguirá moviendo la Iglesia en Santidad, porque la Iglesia es Santa, como Mi Hijo es Santo.

Seguid pues, Mis pequeños, los que estáis con Nuestro Dios y Señor, en Su Santísima Trinidad, con los que estáis Conmigo, vuestra Madre Santísima, la Siempre Virgen María. Manteneos defendiendo lo que es vuestro también, Mis pequeños, porque vosotros amáis lo que Mi Hijo os dejó, defended Nuestra Iglesia, defended sus Valores, defended la Vida de Mi Hijo, que vive en ella y que os da Vida a vosotros.
Gracias, Mis pequeños.