Anécdotas en la capilla de adoración perpetua


Empiezo por el milagro gordo de este verano. La verdad es que en verano son unos cuantos los turnos que quedan libres por las vacaciones de los adoradores, y esto no es una zona de veraneo donde unos van y otros vienen. Aquí se van y se van, así que si durante el curso lo normal es tener que cubrir con suplentes apenas catorce o dieciséis horas por semana, en agosto podemos irnos a más de sesenta.
Primer milagro. Que las horas vacantes se cubre con muchísima más facilidad en agosto que durante el curso. Es colocar la lista el domingo y es raro que para el martes no se hayan cubierto todos los huecos.
Segundo milagro. La adoración eucarística se organiza en cuatro turnos: madrugada, mañana, tarde y noche. Pues bien, el ÚNICO TURNO SIN NECESIDAD DE SUPLENTES es el de la madrugada, el que va de doce de la noche a seis de la mañana. El coordinador hizo una llamada a sus huestes: “en verano hay que doblar turnos y sacar esto adelante”, y sin problemas.
Y ahora la cosa de las anécdotas. Hoy quiero contar las diferentes formas de rezar en la capilla.
La adoración se hace siempre en silencio, aunque… Vamos a ello, sabiendo que me invento cada nombre.
Julia viene dos noches completas por semana, y ha decidido que su rezo es pasar más de la mitad del tiempo dedicada a la limpieza. La capilla como un sol, sin una mota de polvo, las plantas relucientes. Y de paso, los que conocéis esto, se dedica a pegar unos buenos manguerazos a toda la entrada, incluyendo cristales y lo que se ponga por delante.
También es ave nocturna, y con afición a la limpieza, Petra. El único problema que no coincidan, porque Julia se queja de que es mucho, pero no quiere a nadie con ella. Para tratar de solventar el problema, Petra me pidió una bendición especial para poder limpiar y así decir a la otra que tenía derecho a hacerlo por la bendición del párroco. Ya dije que tiene mi bendición, pero “en general”, que lo de la limpieza era cosa de que se pusieran de acuerdo. No ha habido forma, hasta el punto que una esconde a la otra la llave del armario de la limpieza.
Marta viene de vez en cuando por la noche, de madrugada, con guitarra y todo. Dice que le encanta rezar componiendo canciones para el Señor. Si hay alguien pregunta si puede, y si no hay pega, canta y canta…
Isabel también es cantora. Si hay gente nada, porque tienen claro que se adora en silencio. Si está sola, se pone en pie, y el repertorio de la misa si hace falta.
Curioso lo de Paco. Suele venir a las horas más intempestivas. Se sienta y calla. Eso sí, en cuanto ve aparecer a la primera persona, se dirige a ella: ¿Le importa si rezamos el rosario juntos? Es que tengo costumbre y solo no me apaño…
En fin, que entre milagros y anécdotas, en unos días cumplimos tres años y medio con la capilla de la adoración perpetua abierta y funcionando a pleno rendimiento. Este es al gran milagro que nos ha querido hacer Dios.