La guerra en el seno de la Iglesia, ya ha estallado




Parece que una lucha interna se ha desatado en la Iglesia Católica: cardenales contra cardenales y obispos contra obispos, como fue profetizado en Fátima por la Madre de Dios. Hoy resaltan las contradicciones de doctrina aparecidas en la última exhortación papal, Amoris Laetitia, por las que se abre la puerta a la recepción de la Eucaristía, esto es, del Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo en pecado mortal por parte de divorciados y vueltos a casar por lo civil, o a parejas que cohabitan. 

Este desastre sólo puede acabar en cisma, porque Francisco no va a dar marcha a atrás, mientras las voces disidentes en el seno del catolicismo se alzan cada vez más numerosas y con más fuerza para rebatir los errores que se tratan de imponer en nombre de la misericordia. Abuso contra el que se han levantado laicos influyentes de organizaciones pro vida y familia, periodistas, profesores, teólogos, escritores, filósofos, miembros de la Pontificia Academia sobre la Familia o de universidades de teología… como  R. Spaemann, J. Smeaton, C. Bayer, R. Arroyo, R. Royal, J. Westen, T. Stark, C. Vollmer,  P. Noell,  M. Smith,  R. de Mattei, T. Ward…y jerarcas de todo el mundo, como De Paolis, Caffarra, Chaput, Collins, Aguer, Tobin, Schneider, Schooyans, Oster, Brandmüller,
Clovis, Murray y tantos otros que anónimamente, defienden el Magisterio y las enseñanzas de Jesucristo, inmutables por ser Palabra de Dios, no sujeta al cambio por el paso del tiempo. 

Pero los que dominan ahora a la Iglesia, contumazmente y sin escrúpulos, siguen con sus objetivos de desnaturalizar la ley de Dios, y reinventar un nuevo código moral en el que ya no cabe la moral, pues todo está permitido.
Avanzan las confrontaciones y en algún punto sucederá lo previsible: que ni unos ni otros cedan en sus posiciones creando un punto de conflicto irreversible e insoluble. 


Que cada católico sepa que la guerra ya ha estallado y que sólo el que siga al pie de la letra las enseñanzas del Dios Encarnado, sujetas al Magisterio ordinario de la Iglesia hasta que Francisco llegó al poder, tendrán una oportunidad de salvación, ya que el Dios que nos ha de juzgar nos juzgará con las leyes que Él estableció, no con las componendas alejadas de la Verdad que sus enemigos proclaman en nombre de Dios, cuando en realidad lo hacen en nombre del diablo.

EC