Un grupo organizado está socavando la doctrina de la Iglesia (Mons Schooyans)

El partido que quiere desmantelar la moralidad en el nombre de pietismo

Las discusiones ocurridas con ocasión del Sínodo la familia ha puesto de manifiesto la determinación de un grupo de pastores y teólogos que no dudan en socavar la cohesión doctrinal de la Iglesia. Este grupo funciona como un poderoso partido, internacional, rico, organizado y disciplinado. Los miembros activos del partido tienen fácil acceso a los medios de comunicación; a menudo operan abiertamente. Funcionan con el apoyo de algunas de las más altas autoridades de la Iglesia. El principal objetivo de estos activistas es la moral cristiana, a la cual reprochan una gravedad incompatible con los "valores" de nuestro tiempo.
Es necesario encontrar caminos que conduzcan a la Iglesia a su propio gusto, reconciliando su moral con las pasiones humanas. La solución propuesta por los neo-casuistas comienza con el cuestionamiento de la teología moral fundamental, luego con el oscurecimiento natural de la luz de la razón. Las referencias a la moral cristiana revelada en las Escrituras y en las enseñanzas de Jesús son desviadas de su significado originario. Los preceptos de la razón son considerados como susceptibles de ser cuestionados indefinidamente: el probabilismo conlleva obligaciones. Primero debe ser reconocida la voluntad de aquellos que son lo suficientemente poderosos como para imponer su voluntad. No se vacilará en hacerse “uncir junto a los incrédulos” (cf. 2 Cor. 6, 14).
Este voluntarismo moral será lo suficientemente amplio como para ponerse al servicio del poder político, del Estado, pero también del mercado, de las altas finanzas, del derecho, etc. Concretamente, habrá que complacer a los líderes políticos corruptos, a los campeones de la evasión de impuestos y la usura, a los médicos abortistas, a los comerciantes industriales de píldoras, a los abogados dispuestos a defender los casos menos defendibles, a los agrónomos enriquecidos con productos transgénicos, etc. La nueva moral se extenderá insidiosamente en los medios de comunicación, en las familias, en las escuelas, en las universidades, en los hospitales, en los tribunales.
Así se ha formado un cuerpo social que niega el primer lugar a la búsqueda de la verdad, pero que es muy activo donde encuentre conciencias para gobernar, asesinos para tranquilizar, sinvergüenzas para liberar, ricos para complacer. Gracias a esta red, los neo-casuistas pueden ejercer su control sobre los engranajes de la Iglesia, influir en la elección de candidatos para los altos cargos, tejer alianzas que ponen en peligro la existencia misma de la Iglesia.

¿Hacia una religión de pietismo?

1. Lo más preocupante en los casuistas es el desinterés por la verdad. En ellos encontramos un relativismo, e incluso un escepticismo que hace que en la moral debemos actuar según la norma más probable. Tenemos que elegir la norma que, en esas circunstancias, sea considerada más placentera para esa persona, para ese director espiritual, para ese público. Esto vale tanto para la sociedad como para los hombres. Todos deben hacer su elección, no en función de la verdad, sino dependiendo de las circunstancias. Las mejores leyes son las que más agradan, y al mayor número de personas. Asistimos a la expansión de una religión de pietismo, e incluso a un utilitarismo individualista, porque la preocupación por complacer a los otros no deja de ser el complacerse a uno mismo.
2. Con el objeto de complacer, los casuistas deben estar a la moda, estar atentos a las noticias. Los Padres de la Iglesia de las generaciones anteriores y los grandes teólogos del pasado, incluso reciente, son presentados como inadecuados para la situación actual de la Iglesia; deben ser superados. Para estos casuistas, la tradición de la Iglesia debe ser por así decir, filtrada y sometida a un cuestionamiento radical. Nosotros –asegura con gravedad el neo-casuista– sabemos lo que la iglesia debe hacer ahora para atraer a todo el mundo (cf. Jn. 9). El deseo de agradar se dirige particularmente a los ganadores. La nueva moral social y política debe tener cuidado con estas personas. Tienen un nivel de vida a proteger o mejorar; deben mantener su rango. ¡Y tanto peor por los pobres que no tienen los mismos cargos mundanos! Por supuesto que también los pobres necesitarán ser complacidos, pero debe admitirse que son menos "interesantes" que las personas influyentes. ¡Uno no puede complacer a todo el mundo!
La moral de los casuistas en última instancia se asemeja a una gnosis destilada en círculos seleccionados; a un saber de tipo esotérico que abastece a una minoría de personas que no advierten en absoluto la necesidad de ser salvados por la Cruz de Jesús. El pelagianismo raramente ha sido tan próspero.
3. La moral tradicional de la Iglesia siempre ha reconocido que existen actos objetivamente malos. Esta misma teología moral también reconoce y desde hace largo tiempo, la importancia de las circunstancias. Esto significa que para la calificación de un acto se debe tener en cuenta las circunstancias en que se realizó el acto y los grados de responsabilidad; es lo que los moralistas llaman la imputabilidad. Los casuistas de hoy minimizan la importancia de la moral tradicional y amplifican dramáticamente el papel de las circunstancias. A continuación, la conciencia es empujada al engaño, porque se deja desviar tras el deseo de placer.
Como puede verse en los medios de comunicación, los casuistas a menudo están fascinados por un mundo destinado a desaparecer. Demasiado a menudo olvidan que con Jesús, un mundo nuevo ya ha comenzado. Recordamos el punto central de la historia humana: "las cosas viejas pasaron, he aquí que hay una nueva realidad" (Ap. 21, 5). Oímos incluso a San Pablo: "Renovaos por medio de la transformación espiritual de vuestra mente y revestíos del nuevo hombre creado según Dios en justicia y santidad que proceden de la verdad" (Ef. 4, 22-23).
4. La acción de los casuistas hoy no sólo afecta a la enseñanza moral de la Iglesia. Esta acción afecta toda la teología dogmática y, en particular la cuestión del Magisterio. Este punto es a menudo muy poco subrayado.
La unidad de la Iglesia está en peligro allí donde proponen proyectos específicos, a veces demagógicos, de descentralización, en gran parte inspirados en la Reforma luterana. ¡Se dependería entonces de los príncipes de este mundo, más que reforzar la unidad en torno al Buen Pastor!
La santidad de la Iglesia está en peligro allí donde los casuistas explotan la debilidad de los hombres y predican una devoción fácil y el olvido de la Cruz.
La catolicidad está en peligro donde la Iglesia se aventura en el camino de Babel y subestima la efusión del Espíritu Santo, el don de lenguas. ¿No es Él mismo, el Espíritu, quien reúne a la diversidad de los que se unen a la misma fe en Jesús, el Hijo de Dios?
La apostolicidad de la Iglesia está en peligro, allí donde en nombre de una malentendida exención, una comunidad, un “partido” es liberado de la jurisdicción del obispo y se considera dependiente directamente del Papa. Muchos neo-casuistas están eximidos de la comunidad de esta manera. ¿Como dudar de que esta exención debilita a todo el Colegio episcopal?







25/06/16 Infocatólica
Monseñor Michel Sooyans
Monseñor Michel Sooyans
Publicamos un extracto de un breve ensayo de monseñor Michel Schooyans ("De la casuística a la misericordia- ¿hacia un nuevo arte de agradar?"), dedicada al eclipse de la  moralidad católica, perseguida por teólogos y pastores de la Iglesia. Monseñor Schooyans es profesor emérito de la Universidad de Lovaina (Bélgica), miembro de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales y consultor del Pontificio Consejo para la Familia. Es autor de numerosos libros y ensayos sobre bioética, demografía, políticas globales de las Naciones Unidas. A petición personal de Juan Pablo II, que lo quería como colaborador de la Santa Sede, también escribió un Via Crucis para las familias (2001).