A casi un mes de Navidad



A casi un mes de Navidad, una se pregunta qué es hoy para la humanidad esta fiesta que aspiró al Redentor del Cielo para dar al hombre una oportunidad de salvarse, entrando con Él en el Reino eterno donde todo deseo es colmado.

En este nuevo siglo donde se ha forjado una mentalidad utilitarista bajo la cual: “sólo me interesa aquello que necesito o me satisface”, es difícil comprender a un Dios que se hace infante y nace como cualquier otro, pero en una renuncia suprema a la comodidad y al bienestar, eligiendo la precariedad y la falta de medios económicos como compañeros en el viaje de su vida de Salvador del mundo. 

Pocos han entendido qué es lo que le espera al hombre después de esta vida. Cielo e Infierno son los únicos destinos a los que se puede optar después de la sepultura, destinos irrevocables y terribles, el uno para bien y el otro para un suplicio que no acaba. Y es que el hombre fue llamado por Dios para ser otro Jesús y cumplir con sus obligaciones de criatura de la divinidad para poder luego merecer el premio sempiterno. Pero éste se decanta hacia lo fácil, y no quiere negarse nada, entrando así en una espiral que le hace cada vez más incompetente para alcanzar la vida de hijo de Dios.

Las luces y los adornos en las calles y comercios del mundo entero conmemorativos de esta Navidad pasarán con ella, como han pasado todas, desde la primera, y después vendrán más. Ojalá 2016 marque un hito para muchos: el de nacer a una nueva vida que deje de lado las concupiscencias que atan al hombre y le privan de su libertad, y así poder elevarse hacia el sol que nace de lo alto, Jesús que nace en el Belén de todos los corazones que le acogen y saben obedecer una doctrina inefable pero, a la vez, al alcance de todos: un Evangelio que a todos nos interpela.

Cris Téllez