Habla el ángel de la guarda


Diciembre 5/07 a Agustín del Divino Corazón 

El Santo Ángel de la guarda dice:

No te sorprendas de que en esta noche, sea tu Ángel de la guarda que ha descendido del cielo para hablarte al corazón. Eres dócil a mi llamado porque has respondido con prontitud, aún, en medio de ciertas dudas en que divagas, dudas que el enemigo te ponga como zancadilla para que desistas de esta misión que Dios te ha encomendado.

Estoy contigo desde el mismo instante en que fuiste
concebido en el vientre de tu madre, no me he apartado de ti. Aún, en los momentos más fuertes de tu vida siempre he estado allí para consolarte y llenar de gozo tu corazón, corazón que es muy del agrado de los Corazones Unidos y Traspasados de Jesús y de María, porque en él encuentran calidez, pureza y un gran amor a Dios, porque eres consciente de su misericordia infinita en haber puesto su mirada en tu pequeñez.


Deja los temores, porque el temor no procede de Dios, abandónate por completo a su Divina Voluntad que Él hará todo por ti, ya que eres tan sólo un pequeño reflejo de la luz resplandeciente que es Dios.


Esfuérzate siempre por conservar la pureza en tu corazón porque el día en que esté sucio y manchado, Dios se alejará de ti y más te hubiera no haber nacido. Pero no te preocupes porque el Señor te lleva de su mano, aun, por caminos que todavía no alcanzas a entender, pero recuerda que los misterios de Dios son insondables e inescrutables. En ti está en dejarte conducir a las altas cimas de la santidad, santidad que no es exclusiva para ti solamente sino para todas las almas que aspiren entrar en su Reino.


Te defiendo de todos los intentos que Satanás ha tenido en hacerte daño, porque conoce que eres un elegido de Dios, un instrumento dócil a su Divino querer. No le temas porque miríadas de Ángeles te protegen.



He despertado en tu corazón un deseo incesante de orar, oración que sube como incienso a la presencia de Dios, oración que es como lluvia fresca que empapa la aridez de vuestro corazón.

Ámame porque soy tu Ángel guardián.

Ámame porque soy tu compañero en el peregrinar hacia el cielo.
Ámame porque aun estando en el cielo estoy en la tierra para resguardarte. Ámame porque preparo tu corazón para que recibas al Dios que te creó en la Sagrada Hostia.
Ámame porque velo tu sueño y entrego tu ofrenda al cielo. No te separes de mí, que yo jamás me apartaré de tu lado.
Invócame siempre para que yo esté en ti y tú en mí.
Ahora antes de entregarte al descanso nocturno, reza esta oración que es del agrado al Santo Ángel de la guarda en escucharla:


“Santo Ángel de mi guarda, compañero inseparable en mi peregrinar hacia el cielo, despierta en mí ferviente deseo de santidad, ferviente deseo de amar el Sacratísimo Corazón de Jesús y el Corazón Inmaculado de María, con el mismo amor con que tú los amas; ferviente deseo de obediencia a la Iglesia y a su Magisterio.


Santo Ángel de mi guarda, enséñame las sendas que me conducen hacia el cielo y haz que luche incesantemente por alcanzarlo. Enséñame a descubrir las más leves imperfecciones de mi alma y a buscar el estado de perfección al que Dios me llama.


Entra en mi corazón y enséñame la manera de sentir tu presencia, presencia que da desahogo a mi alma y descanso a mi espíritu. Enséñame la forma de escuchar tu voz, voz que siempre me acompañará hasta el día en que me presentes a la casa de mi Padre. Amén”.