Jesús da las armas para el éxito espiritual

23 de Agosto, 2004 Jesús a Anne, a lay apostle 

Hijos Míos: quiero que seáis conscientes de que para esta batalla espiritual tienen muchas armas a su disposición. En primer lugar, búsquenme a Mí, y sepan que Yo Soy Dios, todopoderoso y Creador de todos. Ustedes son parte de una familia celestial; por lo tanto, recuerden que cuentan con el apoyo de toda esa familia que los habrá de ayudar. También saben que María, Nuestra Madre, es poderosa: ella es su primer línea de defensa contra la maldad y la decepción. Recen el rosario todos los días. Asimismo disponen de los sacramentos: las almas santas o las que está trabajando para Mí—y espero que cada uno de ustedes lo haga—deben asistir al santo sacrificio de la Misa tan fre- cuentemente como sea posible, procurando buscar la reconciliación conmigo en el Sacramento de la Penitencia. 

De igual modo, la Adoración de su Jesús ante el Santísimo Sacramento les propor- cionará un ilimitado derroche de gracias que les dará paz y dirección. Tienen a los santos que están en el cielo que desean ayudarlos: pidan todos los días su intercesión, estudien sus vidas y comprenderán porqué son ayudantes tan eficientes: ellos ya pasaron por los mismos caminos que ustedes. Me tienen a Mí, presente en el silencio de su corazón. Reserven un tiempo todos los días para encontrarse conmigo en el silencio.

Hijos Míos: otra de las armas que tienen a su disposición son los ángeles. Los ángeles son servidores celestiales que no experimentan la humanidad. Son bondad pura y el cielo está lleno de ellos. Ustedes gozarán inmensamente su compañía cuando vengan conmigo a casa. Estos hermosos seres ahora están activos en su mundo, y siempre lo han estado. En estos tiempos y en virtud de que es nece- saria una mayor asistencia e intervención celestial, he concedido a los ángeles —así como a los santos—el permiso para que se hagan todavía más aparentes. 

Si ustedes así lo piden, se verán rodeados de ellos. Pídanme que les envíe ángeles para que los asistan y protejan, y los tendrán. Describiré sus atributos para que com- prendan que nunca están solos porque están rodeados de ángeles. Verán, hijos Míos: se habla tanto del enemigo y éste es tan glorificado en su mundo, que canti- dad de almas olvidan que el cielo es muchísimo más poderoso que la penosa banda de amargados que sirven a la oscuridad buscando únicamente que ustedes sean miserables. Nosotros, Mi ilimitado número de buenos y santos servidores, queremos sólo su alegría y seguridad. Pero sus oraciones son nece- sarias para poner en movimiento todo este poder. Actualmente muchas almas gastan gran tiempo siguiendo la oscuri- dad mediante sus actividades y recrea- ciones, invitando con ello la compañía del enemigo. Si las almas no solicitan Nuestra compañía a través de las ora- ciones y peticiones, no podemos hacerlo por la fuerza. Rodéense, pues, de todo lo que es Luz y el enemigo los evitará. Pidan que les envíe una guardia de honor de Mis ángeles, y se verán rodeados de poderosos seres celestiales que cuidarán y se asegurarán de que cada uno lleve a cabo la misión que tiene encomendada. Hijos, ustedes son las pequeñas criaturas de Dios. No serán abandonados.