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Las historias de Valentina y Erika, afectadas por la vacuna del papiloma en Colombia








miguel jara





Miguel Jara
El Colegio Americano de Pediatras se ha pronunciado sobre la falta de seguridad de la vacuna del papiloma humano (VPH). Lo ha hecho para documentar una nueva reacción adversa y defender el derecho de las familias a decidir si vacunar o no -como no podía ser de otra manera- y a favor del consentimiento informado. Esto último no debería ser noticia pero en el contexto español lo es porque aquí la “Gran Pediatría” es el principal lobby de los fabricantes de esta vacuna y hay corrientes fundamentalistas que quieren que las vacunaciones sean obligatorias.
Es con probabilidad la primera vez que un colegio de pediatras critica de manera tajante la falta de seguridad de la citada inmunización. Los pediatras estadounidenses relacionan las dos marcas de la vacuna del papiloma, Gardasil, de Sanofi, Pasteur, Merck, Sharp & Dohme (MSD) y Cervarix, de GlaxoSmithKline, con el nuevo síndrome denominado Premature Ovarian Failure (POF) o insuficiencia ovárica prematura en niñas y adolescentes vacunadas.POF
El POF puede provocar menopausias prematuras en las jóvenes inmunizadas con estas vacunas y no hay estudios a medio o largo plazo sobre este fallo 

Además, hay indicios de que es bastante frecuente el riesgo de padecerlo. Desde el punto de vista de quienes seguimos todo lo que rodea a esta vacuna desde que comenzó a recomendarse, hace unos nueve años ya, pensamos que la noticia es fruto de las prisas con las que se comercializó que también han denunciado los médicos críticos.
Asistimos pues a un nuevo episodio en larga carrera de ocultación de información u omisión de información sobre los riesgos de estas vacunas que protagonizan sus fabricantes.
El sistema de aprobación de productos sanitarios está tocado. No es la primera vez que un mal producto se cuela en el mercado y luego, cuando ya ha hecho mucho daño, la FDA se ve obligada a advertir de sus consecuencias.
La FDA cobra a las farmacéuticas tasas por los trabajos de revisión de documentación sobre sus productos. Esto es un claro conflicto de interés. Los órganos reguladores de medicamentos y productos sanitarios han de ser INDEPENDIENTES.