En noviembre de 2016, el historiador italiano Profesor Roberto de Mattei nos había informado que, después de la pérdida de Hillary Clinton de las elecciones, el Papa Francisco podría muy bien ahora convertirse en el líder mundial de la izquierda. De Mattei escribió:
En su vuelo de regreso desde México el 18 de febrero de este año [2016], al comentar el plan de Trump de construir un muro entre Estados Unidos y México para frenar la oleada migratoria, el Papa había dicho que "una persona que sólo piensa en construir muros y no puentes, no es un cristiano ". [...] Sin embargo, no importa cuán fuertes sean las reservas hacia Trump, para un católico sería difícil imaginar una posición de equidistancia entre Trump y Hillary Clinton, que oficialmente tenía prevista una implementación masiva del aborto y de agenda LGBT en su programa a menos que la autodefensa contra la invasión migratoria se considere un pecado más grave que la legalización del aborto y el llamado matrimonio homosexual.
De Mattei debe ser elogiado por su visión de futuro. No sólo predijo el papel del Papa Francisco como líder de la izquierda en todo el mundo, sino que también señaló el creciente peligro de violencia incitada y practicada en este sentido:
Por su parte, después de la derrota de Clinton, Francisco sigue siendo el único punto de referencia para la izquierda internacional, [ahora] carente de un líder.
El 5 de noviembre, al concluir el Tercer Encuentro Mundial de los llamados "Movimientos Populares" en el Vaticano, en presencia de agitadores revolucionarios de los cinco continentes, el Papa Francisco se dirigió a ellos diciendo: "Hago mío tu grito". Pero el grito de protesta, suscitado por los movimientos reunidos en la sala de audiencias de Pablo VI, se caracteriza, desgraciadamente, por el fanatismo ideológico y la incitación a la violencia.
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