Imperdible: Voris y el papel del clero homosexual





TRANSCRIPCIÓN


La semana pasada, una de las figuras más notorias del catolicismo del siglo 20 murió y se presentó ante Dios para su juicio. Gregory Baum, el sacerdote homosexual nacido en Alemania, hasta hace poco "en el armario", quien ayudó a desatar una rebelión contra las enseñanzas morales de la Iglesia con respecto a la sexualidad, murió después de una caída en su hogar. Tenía 94 años. Baum saltó a la fama como consultor en el Vaticano II, y fue durante el Vaticano II y en su papel allí donde tuvo su primer encuentro homosexual. Según sus propias palabras en su autobiografía, Baum dice:


Tenía 40 años (1963) cuando tuve mi primer encuentro sexual con un hombre. Lo conocí en un restaurante en Londres. Esto fue emocionante y al mismo tiempo decepcionante, porque sabía lo que era el amor y lo que realmente quería era compartir mi vida con un compañero.

La frustración de Baum siendo un homosexual que quería tener una relación con una persona del mismo sexo, sin duda, explotó en su oposición a las enseñanzas de la Iglesia Católica con respecto a la sexualidad. Su reputación realmente despegó cuando ayudó a orquestar la revolución contra la encíclica de 1968 del Papa Pablo VI Humanae Vitae reafirmando la enseñanza perenne de la Iglesia condenando el control de la natalidad.

Baum, alimentado por su rabia homosexual, fue instrumento en la creación de la respuesta disidente de los obispos canadienses conocida como la Declaración de Winnipeg. Monseñor Vincent Foy, quien a principios de este año también se presentó ante Dios, atribuyó la fuerza y el éxito de la Declaración de Winnipeg a las maquinaciones tras las bambalinas de Baum, durante la infame conferencia de obispos. Incluso dijo en un momento que nadie había hecho más daño a la Iglesia en Canadá que Gregory Baum. A partir de ahí, Baum se convirtió en un héroe para los modernistas en la Iglesia, pregonando cada causa liberal que uno pueda imaginar.


Baum fue el brindis de la multitud traidora, que lo promovió y lo celebró cada vez que podía, en todos los lugares que podían. Esto incluye al padre homosexualista Thomas Rosica, que utiliza su poco visto canal de televisión canadiense Salt and Light para mantener vivas las llamas de la disidencia. Hace cinco años, Rosica invitó a Baum a su programa de televisión Witness, donde aduló a Baum hasta un punto vergonzoso, refiriéndose a él como su héroe y alabándolo por su amor a la Iglesia, a la Eucaristía, a Cristo, a mantener con vida el llamado "espíritu del Vaticano II". Deberían haberle dado una medalla por haber dicho todo eso sin inmutarse.


Rosica, que probablemente sabía el "secreto" gay de Baum, no reveló a su audiencia que Baum había vivido una doble vida durante décadas, casado con una ex monja que le dio el sello de aprobación a su vida homosexual con un ex sacerdote, cuyo nombre era Normand, se conocieron en Montreal en 1987. Los conspiradores guardan los secretos del otro para mantener la fachada de respetabilidad y para otorgar algún tipo de autoridad a sus opiniones disidentes.


De forma interesante y honesta, Baum dio a conocer en su autobiografía el por qué mantuvo en secreto sus motivaciones, anhelos y deseos homosexuales:


"No profesé mi propia homosexualidad en público porque tal acto de honestidad habría reducido mi influencia como teólogo crítico. Estaba ansioso por ser escuchado como teólogo, confiando en Dios como "salvator mundi" (Salvador del mundo) y comprometido con la justicia social, la teología de la liberación y la solidaridad global".


Baum fue un jugador clave en el Vaticano II, un jugador clave en la formación de la Declaración de Winnipeg y mantuvo su influencia como "teólogo" durante décadas antes de ser finalmente excomulgado. Esta es la razón por la cual estos hombres gay frustrados, que se esconden entre el clero, necesitan ser descubiertos, y no se confundan: están en todas partes y tienen una gran influencia. Destruyen almas, a veces a una por vez, otras veces en masa. Pero como sea que ejecuten sus diseños malvados y psicológicamente retorcidos, todos tienen que ver con la destrucción, de eso pueden estar seguros.

Baum es una prueba viviente y un modelo del clérigo homosexual. Es por eso que es importante saber si hombres como los homosexualistas James Martin y el P. Thomas Rosica, así como varios miembros pro-gay de la jerarquía, son homosexuales.


Esto, simplemente, no se puede permitir que persista en la Iglesia. Los hombres homosexuales no están en condiciones psicológicas para ser sacerdotes. Ellos tienen demasiada rabia dentro de ellos. Pasan su tiempo tratando de subvertir las enseñanzas de la Iglesia a fin de crear un estado de caos, un entorno en el que la autoridad de la Iglesia puede ponerse en tela de juicio. Buscan desestabilizar todo en un esfuerzo por "abordar" la enseñanza de la Iglesia sobre la homosexualidad, y  destruir todo lo que encuentren en su camino para llegar a esa enseñanza (para cambiarla).


Piénselo: Baum era un sacerdote gay que estaba teniendo sexo con otros hombres homosexuales mientras trabajaba en el Vaticano II. Luego, cuando vio la oportunidad de destruir la Iglesia en el área de la anticoncepción, se abalanzó. Pregúntese, ¿por qué? ¿Por qué un sacerdote homosexual furioso, frustrado y sexualmente activo estaría tan preocupado con el tema de la anticoncepción? 




Porque es importante como primer paso que las masas acepten el sexo no procreativo. Después de eso, la aceptación del sexo homosexual no es gran cosa. Esta es la razón por la cual todos los homosexuales en la Iglesia nunca dicen nada acerca de la anticoncepción. La aceptación del sexo no procreativo es el primer paso para aceptar la actividad sexual homosexual. 



Bueno, ahora está muerto, y es demasiado tarde para cambiar cualquier cosa en la que se haya comprometido en esta vida. Justo como ya es demasiado tarde para que Hugh Hefner (el creador de Playboy) cambie algo. Baum y Hefner estaban muy relacionados entre sí: Hefner en el avance de la revolución sexual y Baum en asegurarse de que la Iglesia entrara en ella. Y ahora, para ambos, es demasiado tarde para revertir sus malas acciones. Pero para aquellos clérigos homosexuales que todavíarespiran, todavía hay tiempo. Oren por ellos, pero también resístanlos poderosamente, porque son todos Gregory Baums, que buscan sembrar el caos, dispuestos a sacrificar la Verdad, así como sus almas en sus rabia homosexual