Orban VS Bergoglio



Orban con su familia 


El Vaticano denuncia a Hungría

por Christopher A. Ferrara, 27 de octubre de 2017

Desde una perspectiva puramente histórica, la crisis actual en la Iglesia sería un tema fascinante para un estudio profundo: La Iglesia patas arriba y convertida en defensora del Nuevo Orden Mundial (NWO) en lugar de ser un signo de contradicción frente a los planes corruptos de los hombres caídos. 
Un Vaticano más preocupado por el "cambio climático" y por promover las fronteras abiertas en beneficio de los "refugiados" musulmanes varones que por salvar a las almas de un infierno del que ya no habla. Una jerarquía en gran parte cómplice en el reemplazo de la Realeza Social de Cristo por el dominio incontestado del estado secular que los obispos no se atreven a resistir, excepto para hacer demandas políticamente correctas de "libertad religiosa" y la adopción de ciertas políticas liberales a las que incluso los conservadores seculares se oponen ( fronteras abiertas, regulaciones draconianas de "cambio climático", abolición de la pena de muerte, redistribución de la riqueza, etc.).

La situación se ha degradado hasta el punto de que incluso el Papa, que disfruta de relaciones amistosas con los dictadores comunistas, habitualmente está denunciando como movimientos malvados "populistas" los que buscan proteger la identidad nacional y su soberanía contra las amenazas del globalismo y la islamización. Durante este pontificado, que completa la trayectoria de los últimos cincuenta años, el elemento humano de la Iglesia parece decidido a oponerse al reinado de Cristo Rey en la sociedad civil en lugar de restaurarlo.

Consideren el ejemplo de Hungría. A partir de enero de 2012, una alianza entre la mayoría católica y la minoría protestante del Parlamento de ese país postsoviético adoptó abrumadoramente una constitución explícitamente cristiana que, como reconoce Wikipedia, "tiene sus raíces en una cosmovisión cristiana conservadora". El documento declara que el pueblo húngaro "se enorgullece de que nuestro rey San Esteban construyó el Estado húngaro sobre una base sólida e hizo a nuestro país una parte de la Europa cristiana hace mil años" y que "reconocemos el papel del cristianismo en la preservación de la nación ..." La nueva constitución proporciona una enmienda a la vida humana, define los matrimonios entre un hombre y una mujer, y garantiza el derecho de los padres a dirigir la crianza de sus hijos sin interferencia del estado.

Mientras que Hungría todavía está lejos de ser la comunidad cristiana ideal, ha dado un gran paso hacia la reconstrucción de la cristiandad en las circunstancias modernas, un desarrollo que el NOM ve con absoluto horror y busca reprimir con la ayuda de uno de sus principales "reyes", "George Soros, cuyas relaciones íntimas con el Vaticano ya han sido documentadas. Hungría incluso ha tenido el descaro de construir una barrera trumpiana a lo largo de su frontera que prácticamente ha detenido la migración masiva de musulmanes y todos sus efectos desastrosos.

El líder protestante de este desafiante 'No' al Nuevo Orden Mundial, el presidente Viktor Orbán, acaba de dar un emotivo discurso en el que arroja el guante a los burócratas de la UE que trabajan para aplastar el intento de Hungría de resistir la marea del globalismo y la laicidad del estado. Aquí una muestra:

"La verdad es que treinta años después del comunismo existe una vez más una fuerza global que quiere repintar a las naciones europeas en un solo color, y quiere amasarlas en una masa consistente ...

"... Queríamos creer que nunca más tendríamos que lidiar con las fuerzas políticas, económicas y mentales que quieren cortar nuestras raíces nacionales. También queríamos creer que en Europa, el terror y la violencia no podía levantar la cabeza. Esto no es lo que ha sucedido ... [Europa] soñó con su papel como líder mundial. Hoy ni siquiera a sus vecinos les importa mucho, e incluso en su propia casa apenas puede mantener el orden. Pero en lugar de admitir esto, inicia campañas de venganza contra quienes advierten sobre el suicidio intelectual y los peligros del nihilismo.

"Etiquetaron como fanáticos a quienes creían que Europa necesita fronteras externas sólidas y defendibles. Estigmatizaron como racistas a aquellos que creían que la inmigración representa un peligro para nuestra cultura. Estigmatizaron como excluyentes a quienes levantaron la voz en defensa del cristianismo. Estigmatizaron como homofóbicos a quienes defendieron a la familia. Llamaron nazis a aquellos que creían que Europa es una alianza de naciones. Y, por último, etiquetaron como excéntricos a aquellos que se desviaron del camino económico de Bruselas.

".... Hoy, todas las elecciones en Europa son históricas. Las austríacas, las alemanas, las checas, y el año que viene serán los italianos y los húngaros también. Ahora se decidirá si los ciudadanos de Europa recuperarán el control de sus propias naciones. Reclámenlo a los burócratas europeos en connivencia con la elite financiera. En cada etapa: en la política, en la economía, en la vida intelectual y, ante todo, en la cultura, debemos iniciar cambios profundos.



Ahora se decidirá si podemos restaurar de manera exitosa lo que era antes, antes del multiculturalismo, nuestra gran Europa. Queremos una Europa segura, razonable, civil, cristiana y libre ... "

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Desde el Vaticano, no hay ningún signo de aliento para el intento húngaro de reconstruir sus fundamentos cristianos, pues es el tipo de alianza católico-protestante que el aparato del Vaticano evidentemente aborrece cuando se codea con bobos anglicanos y luteranos en eventos ecuménicos, con el Papa incluso, abrazando a una de sus mujeres "obispo". 


En cambio, el Papa, que vive detrás de enormes muros, rodeado de guardias armados, denunció ostentosamente a las naciones que "cerraron la puerta" en el momento en que Hungría anunció su plan de construir la cerca fronteriza que la salvó de una invasión musulmana del tipo que está causando estragos en Italia. 



Nunca ha experimentado la Iglesia una crisis interna de esta profundidad y amplitud. Pero lo nuestro no es ignorar la evidencia, sino alertar a nuestros compañeros católicos sobre lo que el Cardenal Ratzinger (el futuro Benedicto XVI) reveló respecto al Tercer Secreto, cuya profecía ahora se desarrolla ante nosotros: "la gravedad absoluta de la historia, los peligros amenazando la Fe y la vida de un cristiano, y por lo tanto el mundo. Y también la importancia de los últimos tiempos ".