Vuestras almas, pequeños míos, debe ser blanca; y para conseguir su blancura
lavadla, purificándola con el Sacramento de la Confesión; además debe ser
teñida con matices rojos como símbolo a mi Preciosísima Sangre, para que
seáis mártires de amor aquí en la tierra, es decir, que renunciando a vuestros
propios intereses, creciendo en el espíritu de la mortificación y de la
penitencia, poco a poco os haréis semejantes al Alma Víctima de Amor, que
permitió ser inmolado en una Cruz para redimiros a vosotros y daros
salvación eterna.
(Veo a Jesús con un bastón dorado y tallado y se apoya en él).
Soy vuestro báculo, vuestro apoyo, vuestro sostén, aferraos a Mí para que no
caigáis ante las panaceas del mundo.
Saca, dentro de su capa, un cinturón rojo y se lo ciñe a la cintura: Ceñid en vuestras cinturas la franja roja de mi amor, amando hasta la saciedad la virtud del sacrificio y de la castidad para que recibáis grandes méritos y el premio de la corona en el cielo.
Abriendo sus brazos dice: Venid hacia Mí, pequeños míos, que os quiero abrazar,
sois los pequeños Juanes, ávidos de crecer en santidad y en sabiduría.
Recostad vuestras cabezas en mi pecho para que sintáis el palpitar de mi
corazón y suene como dulce voz a vuestros oídos.
Os hablo como hablé a mis discípulos, os enseño como enseñé a mis apóstoles
y os cimento como cimenté a Pedro en mi Iglesia. Sed columnas para mi
Iglesia aferrándoos a la sana doctrina y abiertos a la efusión de mi Santo
Espíritu para que viváis un segundo Pentecostés, mi Espíritu Santo os da
sabiduría, entendimiento y discernimiento a cada una de mis manifestaciones
de amor.
Veo Ángeles, danzando para el Señor, en sus manos sostienen una antorcha y unas cintas. Tomad cada una de las antorchas que, espiritualmente, vuestros Ángeles de la guarda os entregan.
(Veo a Jesús con un bastón dorado y tallado y se apoya en él).
Soy vuestro báculo, vuestro apoyo, vuestro sostén, aferraos a Mí para que no
caigáis ante las panaceas del mundo.
Saca, dentro de su capa, un cinturón rojo y se lo ciñe a la cintura: Ceñid en vuestras cinturas la franja roja de mi amor, amando hasta la saciedad la virtud del sacrificio y de la castidad para que recibáis grandes méritos y el premio de la corona en el cielo.
Abriendo sus brazos dice: Venid hacia Mí, pequeños míos, que os quiero abrazar,
sois los pequeños Juanes, ávidos de crecer en santidad y en sabiduría.
Recostad vuestras cabezas en mi pecho para que sintáis el palpitar de mi
corazón y suene como dulce voz a vuestros oídos.
Os hablo como hablé a mis discípulos, os enseño como enseñé a mis apóstoles
y os cimento como cimenté a Pedro en mi Iglesia. Sed columnas para mi
Iglesia aferrándoos a la sana doctrina y abiertos a la efusión de mi Santo
Espíritu para que viváis un segundo Pentecostés, mi Espíritu Santo os da
sabiduría, entendimiento y discernimiento a cada una de mis manifestaciones
de amor.
Veo Ángeles, danzando para el Señor, en sus manos sostienen una antorcha y unas cintas. Tomad cada una de las antorchas que, espiritualmente, vuestros Ángeles de la guarda os entregan.