Las comuniones espirituales y sus grandes beneficios




Comulgar espiritualmente es tener un deseo muy grande de recibir este santísimo Sacramento(...) Así como al goloso se le van los ojos tras la golosina, así al siervo de Dios se le han de ir los ojos y el corazón tras este divino manjar, y cuando el sacerdote abre la boca para consumir ha de abrir él la boca de su ánima con un deseo grande de recibir aquel divino manjar y estarse saboreando en aquello. De esta manera Dios satisfará el deseo del corazón con aumento de gracia y de caridad, conforme a aquello que Él promete por el Profeta (Sal., 80, 11): [Abre tu boca y te la llenaré]. 

Pero nota aquí el Concilio Tridentino que para que el deseo de recibir este santísimo Sacramento sea comunión espiritual, es menester que nazca de fe viva, informada de la caridad. Quiere decir, que es menester que el que tiene este deseo esté en caridad y gracia de Dios, porque entonces consigue ese fruto espiritual, uniéndose más con Cristo; pero en el que estuviese en pecado mortal, este deseo no sería comunión espiritual; antes, si desease comulgar estando en pecado, pecaría mortalmente; y si lo desease, saliendo primero de él, aunque sería buen deseo, no sería comunión espiritual; porque como no está en gracia, no puede recibir el fruto de ella. De manera que es menester estar en gracia de Dios, y tener entonces este deseo es comulgar espiritualmente, porque por ese deseo de recibir este santísimo Sacramento participa de los bienes y gracias espirituales que suelen participar los que le reciben sacramentalmente. 

Y aun puede ser que el que comulga espiritualmente reciba mayor gracia que de que comulga sacramentalmente, aunque comulgue en estado de gracia: porque aunque es verdad que la Comunión sacramental de suyo es de mayor provecho y de mayor gracia que la espiritual, porque, al fin, es Sacramento y tiene privilegio de dar gracia ex opere operato, lo cual no tiene la comunión espiritual; pero con tanta devoción, reverencia y humildad puede uno desear recibir este santísimo Sacramento, que reciba con eso mayor gracia que el que le recibe sacramentalmente, no con tanta disposición. 

Y más: hay otra cosa en esta comunión espiritual, que como es secreta y no la ven los demás, no hay ningún peligro de vanagloria de los circunstantes, como la hay en la Comunión sacramental, que es pública. Y más: tiene otro privilegio particular que no tiene la sacramental, y es que se puede hacer más veces. Porque la sacramental se hace una vez en la semana, o cuando mucho, una vez cada día; pero la espiritual puede hacerse, no solamente cada día, sino muchas veces al día. Y así tienen muchos esta loable devoción de comulgar espiritualmente, no sólo cuando oyen Misa, sino cada vez que visitan el santísimo Sacramento, y otras veces. 

Y es bueno el modo de comulgar espiritualmente que usan algunos siervos de Dios; el cual pondremos aquí para que se pueda aprovechar de él el que quisiere. Cuando oís Misa o cuando visitáis el santísimo Sacramento, o cada y cuando que quisiereis comulgar espiritualmente, despertad vuestro corazón con afectos y deseos de recibir este santísimo Sacramento, y decid: ¡Oh Señor, quién tuviera la limpieza y puridad que es menester para recibir dignamente tan gran Huésped! ¡Oh, quién fuera digno de recibiros cada día y teneros siempre en sus entrañas! ¡Oh Señor, qué rico estuviera yo si os mereciera recibir y traer a mi casa! ¡Qué dichosa fuera mi suerte! 

Pero no es necesario Señor, venir Vos a mí sacramentalmente para enriquecerme; queredlo, Dios mío que eso bastará; mandadlo Vos, Señor, y quedaré justificado. Y en testimonio de esto decid aquellas palabras que usa la Iglesia (Mt, 8, 8): Señor mío Jesucristo, yo no soy digno que Vos entréis en mi morada; mas decidlo Vos, que con vuestra sola palabra mi ánima será sana y salva. 

Si mirar la serpiente de metal bastaba para sanar los heridos (Num., 21, 9), también bastará el miraros a Vos con fe viva y con ardiente deseo de recibiros. Y será bueno añadir la antífona: O Sacrum convivium, etc., y el verso: Panen de Caelo, etc. con la oración del santísimo Sacramento. 


EJERCICIO DE PERFECCIÓN Y 
VIRTUDES CRISTIANAS 
Padre Alonso Rodríguez