Mejora tu trato con María


Fr Broom
En el mundo hay quienes sobresalen en su campo como los mejores y más destacados, por ejemplo: los mejores atletas, los mejores actores, pintores y artistas, los mejores escritores y los más grandes músicos y compositores. Pero de manera eminente y singular, la Virgen María, es, la madre sobreeminente y del todo singular de todos los tiempos.
Dada esta realidad, toda madre de familia debería tomar a la Virgen Santa como modelo, debería contemplar la figura de la mejor madre que jamás ha existido; debería contemplar sus palabras y sus acciones, sus gestos y movimientos, sus intenciones y propósitos.
¡Qué consuelo! María es Madre de Dios y Madre de la Iglesia, y Madre nuestra; esforcémonos por agradarla; por seguir su ejemplo, si las madres de familia lo hacen, seran mejores madres.
A continuación, presentaremos diez ayudas, diez cosas que podemos hacer para mostrar a María cuanto la amamos. Que la Virgen María nos alcance la gracia de ser grandes santos, ya que este es nuestro llamado – en particular – todas las madres del mundo.
  1. Habla con Ella.   Tenemos que formarnos el hábito de hablar frecuentemente con María, nuestra querídisima madre; confiar en ella, hablarle de corazón como lo hizo Jesús, confiarle toda nuestra vida tal como lo hizo su hijo Jesús el hijo de Dios. María es nuestro modelo, nuestro guía, nuestra amiga y nuestra más querida madre. Nos ama desmasiado como para no dialogar con ella a menudo. No demoremos más, hagámoslo hoy! Los buenos amigos desea dialogan!   María es nuestra madre, pero también es nuestra más intima amiga y confidente!
  1. Comienza tu día con María. Al levantarte, tu primera acción debería ser tu oración. ¿Qué oración? Por qué no empezar tu día consagrándo y ofreciendote totalmente a Jesús; entrega a Jesús todas tus palabras, todas tus acciones y todo lo que haces, todos tus pesamientos; ofrece todo esto por medio del Inmaculado Corazón de María. Entrega a Jesús, por medio de su amadísima Madre, tus ojos, tus oidos, tu mente y tu corazón; tu cuerpo y todas tus intenciones, en una palabra, ofrécete ENTERAMENTE a Jesús por medio de María. ¡Qué importante es empezar bien el día, empezarlo por medio de su Inmaculado Corazón.

  2. Ámala. Una madre nunca se cansa de escuchar que su hijo le dice que la ama y que es la mejor de todas. La tentación podría ser pensar: “si ya lo sabe, ¿para que se lo digo otra vez?”. Es cierto, una buena madre ya lo sabe, pero expresarlo con palabras hará que su corazón salte de content. Lo mismo podemos decir a la Virgen Santísima a lo largo de nuestra jornada cada día: “Madre Mía, te amo”. La Madre de Dios experimentará un gran gozo, su Inmaculado Corazón se alegrará.

  3. Sal de paseo con ella. En el español e italiano hay un canto muy conocido dedicado a María, es, Santa María del camino. Cuando viajes, no obstante el viaje sea corto o muy largo, podrías invitar a María a venir contigo y con tu familia; pídele que permanezca a tu lado. María es una buena compañera de viaje; te protegerá de los peligros, tanto físicos como morales.
  1. Imita a María. Si llegamos a conocer a alguien profundamente, llegaremos a imitarlo y amarlo. Lo mismo sucederá si tenemos conocemos profundamente a María la Madre de Dios. San Luis María Grignon de Montfort subrayó las diez principales virtudes de María que podemos imitar: su profunda humiliad, su fe viva, su obediencia ciega, su oración constant, su oblación perenne, su incomparable pureza, su amor ardiente, su paciencia heroic, su angélica amabilidad y su gloriosa sabiduría. (Verdadera Devoción,San Luis de Montfort #108)

  2. Confía y encomienda a María todo. Si verdaderamente confiamos en una persona, le confiamos todo lo nuestro, podemos platicale nuestras penas, y tenemos la certeza absoluta que esta persona nos cuidará y nos protegerá. Dios Padre le confió a María el cuidado de su único Hijo; por lo tanto, podemos y debemos entregarle a su cuidado la totalidad de nuestra vida. San Bernardo dijo: “Jamás se ha oído decir, que ninguno de los que han acudido a su protección implorando su auxilio, haya sido desamparado.” (Acordaos de San Bernardo)

  3. Habla a María sobre tus temores y caidas. Si nos sentimos inhibidos o sentimos que no podemos contar a María todas nuestras penas y temores, sepamos que esto es una tentación que viene del enemigo de nuestra salvación – el demonio – el diablo odia a la Santísima Virgen María y no quiere que nos acerquemos a ella. Pero, María, la mejor de las madres, conoce con perfecta claridad cuando uno de sus hijos está herido, conoce cuando su hijo necesita de su tierno amor y cuidado. Cuando nuestros días parezcan oscuros y tristes, debemos abrir nuestro corazón y dialogar con nuestra Madre Celestial. Ella es, “Refugio de pecadores” y “Salud de los enfermos”; titiulos que encontramos en las Letanias de la Virgen.

  4. Llámala y acude a ella en medio de la tentación. Nuestra vida es una guerra constant; somos soldados de Cristo y de María. Esto significa que siempre estamos en el campo de batalla. Nuestros enemigos son tres: el mundo, la carne y el demonio. Conscientes de esta grande verdad, si invocamos a la Virgen Santísima, la victoria sera nuestra. La célebre batalla de Lepanto se ganó tras invocar a María y el rezo de santo Rosario, por insistencia del papa san Pío V.

  5. Promueve el amor a María nuestra Madre. Si hemos experimentado el amor, el cuidado y la ternura de María en nuestra vida cotidiana, entonces, no cabe la menor duda, vamos a querer hacerla conocer a muchos más.   Si el mundo no ama y honra a María, es por que no la conocen. ¿Qué podemos hacer para darla a conocer a otros? Hay muchas maneras de hacerlo. Podemos recomodar la lectura de buenos libros sobre la Virgen María; podemos recomendar el rezo del Rosario, incluso, el rezo diario del santo Rosario; y, podemos animar a otros a que lleven el escapulario de la Virgen del Carmen.

  6. Morir en los brazos de María. El momento más importante de nuestra existencia es el momento de nuestra muerte; este momento determinará nuestro destino eterno: el cielo o el infierno. ¿Por qué no prepararnos 50 veces cada día para este momento tan importante  ¿Cómo? ¡Rezando el santo Rosario! Cada vez que rezamos el Avemaría nos estamos preparando para una buena y santa muerte!