Cómo espiritualizar nuestros actos y darles inmenso valor




Nuestro Señor Jesucristo a Javier Viesca, México


Hijitos Míos, Yo bajé a la Tierra para estar entre vosotros y para llevaros la Palabra del Padre a todos vosotros. Su Voluntad y Su Palabra son Santas, y vosotros no tenéis nada mejor en la Tierra por seguir. Aquellos que escogen dejarse guiar por otras fuentes espirituales, están errando, porque no están siguiendo la Palabra de Mi Padre, la Palabra de vuestro Creador, la Palabra y la Voluntad de vuestro Dios.

Rápido se os olvida, Mis pequeños, que vosotros fuisteis creados para servir, pero en paga, vosotros recibís el Reino, Nuestro Reino.

Ciertamente, a algunos les toca una misión fuerte, difícil, pero, también, se os dan dones, cualidades, para que podáis llevar a cabo esa misión. Otros, llevaréis misiones más sencillas y, también, recibiréis las capacidades necesarias para llevarlas a cabo. Se os ha dicho que no os podéis comparar los unos con los otros; todos vosotros sois necesarios, estáis haciendo crecer Mi Cuerpo Místico, esto es, la función espiritual que Yo os dejé y que vosotros debéis tomar; todos vosotros debéis tomar de Mí, vuestro Salvador.

Os he dejado, como os dije, la Palabra de Mi Padre y Su Voluntad, al momento en que vosotros la tomáis, también, en ese momento estáis cumpliendo con vuestra misión y debéis hacerlo con respeto, con amor y con una gran dedicación, porque estáis trabajando para vuestro Dios, en Nuestra Santísima Trinidad.

Debéis aprender, Mis pequeños, a espiritualizar vuestros actos. No trabajar o no llevar a cabo lo que hacéis todos los días, simplemente, porque estáis trabajando para ganar dinero, al hacerlo así, vuestra misión pierde su valor. Todo lo que hagáis, Mis pequeños y, ya se os ha dicho antes, debéis espiritualizarlo, y esto es, actuar en ofrecimiento y en unión Conmigo, vuestro Dios. Todo lo que Yo hacía, inmediatamente, lo refería a Mi Padre. Al momento en que vosotros estáis actuando, en lo que sea, también, os debéis unir a Nosotros, en Nuestra Santísima Trinidad. Ciertamente, algunos tendréis más afinidad con Mi Padre, otros, con Mi Santo Espíritu, otros Conmigo, otros con Mi Madre o con Mi padre de la Tierra, José.

Cuando os unís a algunas de Nuestras Personas de aquí del Cielo, en ese momento vosotros estáis actuando como Yo actuaba con Mi Padre. Cuando vosotros os unís al Cielo, sea a través de una o de otra Persona de Nuestra Santísima Trinidad o de Mi Madre o de Mi padre José, vosotros estáis espiritualizando vuestras obras.

Cuando os unís a Nosotros, vuestras obras las BendeciMos y adquieren un valor incalculable y esto, ¿para qué?, os preguntaréis: para la salvación de las almas. Para eso bajé y para eso estáis, también, vosotros en la Tierra, para salvar almas, para darNos alegría, al salvar almas con vuestra dedicación, con vuestro trabajo diario, con el ofrecimiento de todas vuestras acciones, o del ofrecimiento, también, de todas vuestras molestias, dolores. Yo sufrí, también, todo eso y todo lo ofrecía a Mi Padre, y vosotros estáis en igual posición. Si Yo tomé naturaleza humana, vosotros también la tenéis, actué de la misma forma en que vosotros actuáis. Tuve frío, tuve calor, dolores, quise tomar la naturaleza humana para que os dierais cuenta de que sí sabeMos cómo os sentís y, al momento en que vosotros os unís a Mí, vuestro Redentor y Me ofrecéis todas vuestras acciones, dolores, todo, todo lo que tenéis y hacéis, estad seguros que os entiendo perfectamente. Y si actuáis de la misma forma como Yo actuaba, ofreciéndoLe todo a Mi Padre, por vuestra salvación, vosotros deberéis hacer lo mismo por la salvación de vuestros hermanos, lo que, obviamente, recaerá, también, para vosotros ya que así, estaréis actuando y viviendo para vuestra propia salvación.

Desgraciadamente, hay tantos, tantos de vuestros hermanos que os rodean, que no quieren entender el porqué de vuestra existencia aquí en la Tierra. No quieren entender todo esto que os explico y se apartan de Mí, y se pierden tantos actos buenos, tantos dolores, que ofrecidos de corazón, pueden salvar a muchas almas. Se pierde la misión para la cual recibisteis el don de la vida.

Es mucho el Amor que se os ha dado, es mucho el Amor que poneMos de parte Nuestra, para cuidaros de los ataques de satanás, pero seguís viviendo para vosotros mismos, no estáis viviendo para el Cielo y, todo esto, sucede porque no entráis a vuestro corazón a platicar con Nosotros, por eso, Yo os decía que el Reino de los Cielos estaba dentro de vosotros, Mi Santo Espíritu habita en vosotros, Nuestra Santísima Trinidad habita en vosotros, os conoceMos perfectamente y os guiaMos, pero, solamente, si vosotros os dejáis guiar.

Es una desgracia, para vuestras almas, el que no os dejéis mover por Nuestra Divinidad y es, porque, os vuelvo a repetir, no entendéis lo que esto significa. Es una Gracia muy grande, que se os otorga, el que podáis ser movidos por Nuestra Divinidad, por Nuestra Sabiduría. ¡Es tanto, tanto, lo que vosotros desaprovecháis del Conocimiento Divino que se derrama sobre vosotros! Queréis seguir haciendo vuestra voluntad y, al hacerlo, en lugar de mejorar, caéis y volvéis a caer y tropezáis con vuestros errores y seguís cayendo; no entendéis ni con vuestros propios errores y es una tontería lo que os sucede y no queréis aprender, por soberbios, por tontos.

¿Por qué hay almas santas? Porque éstas se dejaron guiar por Nuestra Sabiduría. La Sabiduría que la gran mayoría de vosotros desperdiciáis. Desgraciadamente, aquellos que enseñan lo que es Nuestra Voluntad, lo que es Nuestra Divinidad, lo que son los Dones, Carismas, Regalos Espirituales, ni ellos mismos entienden ya, lo que quereMos de vosotros; no saben enseñar porque no conocen lo que deben enseñar y debieran conocerlo.

El hombre sigue siendo muy testarudo y soberbio y no solamente el hombre común, sino aún aquellos que tienen ya una preparación sacerdotal y religiosa. Siguen siendo hombres y hombres testarudos, y muchos de ellos, también, soberbios, muy soberbios y en ellos cae la enseñanza que Yo les daba a Mis discípulos en aquellos tiempos, que no hacen lo que enseñan. Yo les decía de los fariseos, hagan lo que les enseñan, lo que está en las Sagradas Escrituras, pero no lleven a cabo los actos que les vean hacer a ellos, porque sieguen siendo humanos, que dejan mucho qué desear y que muy poco ejemplo bueno dan.

El hombre sigue desperdiciando todo lo que se os ha dado de bueno, para que alcanzarais la perfección a la que estáis llamados. 

Yo os quisiera preguntar, ¿cuántos de vosotros, realmente, Nos amáis?, ¿cuántos de vosotros dejaríais todo por seguirMe?, ¿cuántos de vosotros daríais vuestra vida por Mí? A cada pregunta, se van disminuyendo los sujetos que quisieran vivir para Nosotros.

Vinisteis a llenaros de Mi Palabra, la Palabra que Yo dejé entre los hombres, vinisteis a tomar de Mi Ejemplo, para que, siendo una escuela espiritual, lo que Yo os dejé, vosotros mismos la siguierais transmitiendo a los vuestros, especialmente, en vuestra familia. Vinisteis a dar el mismo Ejemplo que Yo di entre los hombres, que es un Ejemplo Santo. ¿Cuántos, estáis, realmente, llevando a cabo esto?

Lo tenéis en las Sagradas Escrituras, escrito está, para que no podáis poner pretextos de que no estuvisteis en ésos momentos de la historia y que lo que os pido, no os toca a vosotros hacerlo y no es así, Mis pequeños, es un compromiso Santo el que se os ha concedido.

Al servirMe, vosotros os estáis volviendo otro Cristo, estáis viendo por los intereses del Cielo, estáis, realmente, buscando la mejor parte para vuestra vida y para la de los vuestros. Os afanáis demasiado en buscar los bienes de la Tierra, para heredar a vuestros hijos muchos bienes materiales y las mismas Escrituras os dicen que, esos bienes materiales, de nada servirán para cuando lleguéis ante Mi Presencia, entonces, ¿por qué os afanáis tanto?, y todo lo contrario, no os llenáis de los bienes espirituales, que esos sí os van a llevar a gozar eternamente, eternamente, en el Reino de los Cielos. 

(...)

Recibid Mi Bendición y dadla a los vuestros.
Gracias, Mis pequeños.