Gaudium y Laetitia, (alegría), son palabras que le gustan a Bergoglio para cubrir burlonamente los errores que contienen sus documentos como Evangelii Gaudium, sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual, Amoris laetitia, sobre el amor en la familia; y ahora Veritatis Gaudium, pero ciertamente sólo pueden dar gran alegría al demonio. Como los lobbistas homosexuales, parientes cercanos de los prosodomitas o sodomitas ellos mismos, que dirigen hoy la Roma católica, que se han apropiado del término "gay" (alegre) para, sarcásticamente ocultar su desolación en esta vida y el futuro terrible que les aguarda en la otra.
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La última producción de Bergoglio es un nuevo documento que da instrucciones sobre cómo arruinar mejor las facultades católicas y otros institutos de educación superior, y asegurarse de que el catolicismo sea sustituido, en la medida de lo posible, con los nuevos mantras de la secularización mundo: justicia social, ambientalismo, basura redistribucionista.
La retórica es ensordecedora, con un llamado repetido a lo no católico. De hecho, es como si Francisco le estuviera diciendo a su audiencia principal (aquellos que odian el catolicismo): "¿ven? (...) soy tan ambientalista como Al Gore, tan socialista como Bernie Sanders y tan proinmigración como Angela Merkel.
Afortunadamente para nosotros, la propaganda es tan abierta, tan desvergonzada que no necesita un lector inteligente para entender lo que está sucediendo. Básicamente, Francis hace el trabajo por nosotros y se expone a sí mismo como un subversivo sin fe sin necesidad de largas explicaciones.
Esperemos que el Señor, quien nos está castigando de la manera más temible por permitir más de 50 años de V II-ismo, pronto ponga fin a este papado totalmente obsceno y nos dé un sucesor que sea, al menos, reconociblemente católico .
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Por su parte, publica Infovaticana:(extracto)
‘Veritatis Gaudium’ exige una ‘especial’ adhesión al magisterio de Francisco
En el documento se incluye que “quienes imparten materias relativas a la fe y a la moral tienen que ser conscientes de su deber de llevar a cabo su tarea en plena comunión con el auténtico Magisterio de la Iglesia, sobre todo, (!!) con el del Romano Pontífice”.
Leo “nueva etapa de la misión de la Iglesia”, “renovación sabia y valiente”, “transformación misionera de una Iglesia «en salida»”, “renovación adecuada del sistema de los estudios eclesiásticos”, “cambio radical de paradigma” (???), “valiente revolución cultural”, “abierta a nuevos escenarios y a nuevas propuestas”… Todo tan nuevo, en fin, que se diría que estamos ante una realidad distinta a la conocida. Uno echa de menos, quizá, alguna referencia más a la Tradición, y de más ese lenguaje tan revolucionario.
O, si lo de Tradición suena feo, a los orígenes, a la razón de ser, a la fuente. Por ejemplo, cuando habla de que los nuevos centros de estudio deben empeñarse en un diálogo “orientado al cuidado de la naturaleza, a la defensa de los pobres, a la construcción de redes de respeto y de fraternidad”. ¿No falta nada ahí? ¿Por ejemplo, no sé, Cristo, la salvación de las almas, la vida eterna, la difusión de la fe, esas bagatelas? Si a lo que deben estar orientadas es a la “naturaleza y a la defensa de los pobres”, cualquier partido de izquierda radical puede cumplir esa misión sin todo el farragoso aparato eclesial.