Sois parte del Cielo y al Cielo regresaréis.





Nuestro Señor Jesucristo:

Ve, hijito Mío, cómo Mi agradecimiento llega hasta la Cruz, Mi agradecimiento al Padre porque Me dejó Ser vuestro Salvador. Ve, cómo Mi Sangre cae, estando Yo aquí en la Cruz; ve, cómo Mi Sangre se derrama sobre toda la humanidad. 

Agradezco al Padre esta Misión que Me ha otorgado, agradezco a Mi Padre que, por Mi Donación, muchos se han salvado y se salvarán, otros tantos se perderán, porque no Soy nada para ellos.

Ve, cómo Mi Sangre limpia al mundo, limpia toda la Creación, limpia todo el pasado humano, el presente y el futuro. Mi Donación no tiene tiempo, vuestra salvación es para vuestro momento. Todos tenéis un momento y en ese momento de vuestra vida, Mi Donación llega a vosotros, vuestra salvación, si la aceptáis, llega a vosotros.

Se os ha dicho que Mi Donación está fuera del tiempo, vosotros estáis en el tiempo, pertenecéis a un momento del tiempo, pero Yo Soy vuestro Dios y en Mí no hay ni Principio ni Fin. 

Acepté con Amor, con Respeto y con una gran Donación, el Deseo de Mi Padre, de venir a salvaros y hasta derramar la última Gota de Mi Sangre por vosotros. 

Acabáis de celebrar Mi Nacimiento y todo en Mí es Alegría, porque vosotros debéis aprender a vivir en la alegría. Cuando se os ha pedido vuestra donación, todos vosotros, a los que se os ha dado el don de la vida, debéis vivir en esa alegría, en esa Alegría Santa en la que Yo Viví en ese momento del tiempo vuestro. Vosotros también estáis invitados, por Mi Padre, para una donación, como la Mía, para la salvación de las almas, debéis aprender a uniros a Mí, vuestro Dios Salvador, juntos, en vuestra vida en lo que a cada quien os ha tocado vivir, el daros para la salvación de los hermanos, de vuestros hermanos que les ha tocado vivir en vuestra época, también.

Estáis llamados a ser corredentores y esto es un gran honor, Mis pequeños. No veáis vuestra vida como un momento de cruz, de un sacrificio que no entendéis y que hasta acabáis odiando cuando se os pide un poco más. Yo Mismo, como Dios, acepté el sufrimiento desde antes de Mi Nacimiento. Mi Vida fue de Donación por vuestra salvación y por daros una escuela de Amor. Mi Vida es Ejemplo (Lenguas…), de una Vida Santa, de una Vida Divina, porque Yo Soy Rey, pero, en vuestro caso, al tomarMe a Mí como Ejemplo, para llevar a cabo vuestra vida de donación y de salvación por el alma de muchos de vuestros hermanos, también adquirís una posición alta en el Reino de los Cielos, no seréis reyes, no seréis dioses pero, os podría decir, en forma sencilla y clara que, al haber sido escogidos para que se os diera el don de la vida, y con ello alcanzar la salvación de muchos de vuestros hermanos, eso debiera ser ya, por sí mismo, una alegría inmensa, sabiendo que muchas almas dependen de vosotros, de vuestra oración, de vuestra actuación para su salvación.

Si vosotros interiorizarais esta realidad Divina, en éxtasis viviríais porque estáis sirviendo a vuestro Dios, estáis sirviendo a vuestros hermanos, Me estáis sirviendo a Mí, sois parte del Cielo y al Cielo regresaréis y en el Cielo seréis honrados por vuestra aceptación de Amor, al papel Divino que se os ha dado. Sois parte del Cielo y eso os debe mantener alegres, contentos, aunque el dolor no se aparte de vuestra vida.

Vivid unidos a Mí, vuestro Dios, Jesucristo, vuestro Salvador, que os ha enseñado a tener una vida de donación para la salvación de vuestros hermanos, pero para darle Gloria, también, a vuestro Dios, que os concedió el don de la vida y que os concederá una dignidad grande en el Reino de los Cielos, cuando volváis a él.

Vivid pues, alegres, Mis pequeños, dejaos mover por Mi Santo Espíritu. Sois pequeños, no tenéis Sabiduría Divina, pero, cuando os dejáis mover por Mi Santo Espíritu, para que saque de vosotros vuestra mejor actuación, para honrar al Padre, para agradecerLe por el don de la vida que os ha concedido, debéis saber que os toma para sacar el mejor provecho a vuestra existencia y, de esta forma, os pueda premiar eternamente, en una forma inmensa, grandísima, que ni vosotros mismos os imagináis que pueda existir tal agradecimiento de alguien tan grande, hacia vosotros.

Vuestro Padre, vuestro Dios, sabe agradecer lo que vosotros hacéis por Él y por vuestros hermanos. Sed dóciles a lo que os pida Mi Santo Espíritu, dejaos mover en Su Sabiduría Santa y Divina y, aprended a callar. Sed como Mi Madre, la Siempre Virgen María, que todo lo guardaba en Su Corazón, para meditarlo con vuestro Dios.

Sed cuidadosos con vuestras palabras, sed cuidadosos con vuestros pensamientos, se os ha dado el don de la vida para llevar a cabo una misión inmensa, porque inmensas son las almas; y para ser premiados, también, en una forma grande, inmensa, al final de vuestro paso por la Tierra, por haber servido a vuestro Dios.

Callad y ofreced, esto os va a dar la santidad, Mis pequeños, porque aquellos que repudian lo que les tocó vivir y, hasta blasfeman a Nuestro Santo Nombre, por lo que se os pidió de donación y sufrimiento, en lugar de llevarlos a una santidad altísima, echan a perder su vida y quizá, hasta su futuro eterno. 

Entended, sois pequeños, lo que sucede en vuestra existencia no es de casualidad, lleva un por qué y una para qué, dejaos mover por Nuestra Santísima Trinidad, dejaos mover, para que seáis premiados al final de vuestra existencia.

Amad, amad intensamente Nuestro Amor, porque os pertenece. Amad, aunque seáis repudiados, como ahora está dándose entre vosotros, ya no se Le ama al Amor, ya no se Nos ama. AmadNos, amadNos, Mis pequeños y apartad, de vuestro corazón toda maldad. 

El cambio es pronto, el dolor pasará y el gozo lo tendréis eternamente, preparaos, pues, en el Amor, Mis pequeños, preparaos.

Gracias, Mis pequeños.