Un ángel a tu lado



Encontramos muchos hombres y mujeres sencillos para quienes los ángeles eran compañeros y ayudantes en su vida diaria y en su trabajo. San Isidro el Labrador, venerado en toda España y en el mundo hispánico, recibió ayuda de los ángeles con su trabajo en el campo. Se dice que se recogía en oración y los ángeles continuaban arando y realizando otros trabajos por él.


Sor Mónica no sólo jugaba con su ángel, sino que hacía todos sus trabajos en la huerta o en el gallinero con él. En todas partes, los dos tenían un solo pensamiento: JESÚS y la salvación de las almas.

A San Raimundo de Peñafort, su ángel lo despertaba para la oración; a la Beata Francisca de las cinco llagas, con ocasión de tener una mano enferma, le partía el pan en la mesa. A Santa Rosa de Lima le servía de recadero y, estando enferma, le preparó una taza de café. A la Beata Crescencia de Hos le encendía el fuego y cuidaba las ollas para que pudiese permanecer más tiempo en oración. A San Isidro le araba los campos, cuando éste asistía a la misa.

Una vez Santo Domingo Savio salvó a su hermano de morir ahogado y, cuando le preguntaron cómo se había lanzado a salvarlo sin saber nadar y siendo tan débil, dijo: "No estaba solo, estaba conmigo mi ángel".

Los ángeles vinieron repetidamente a la Beata Anna Maria Taigi (1769-1837), la pobre ama de casa romana y madre de siete hijos que fue bendecida por Dios con dones extraordinarios de profecía y oración. Aunque era analfabeta, pudo ver eventos del pasado, el presente y el futuro, todo con el propósito de brindar consuelo y fortaleza a la Iglesia de Cristo y a las almas cargadas de pesadas cruces. Pero estos dones no fueron la fuente de su santidad; Anna Maria fue ante todo esposa y madre. Su esposo era un hombre bueno pero sin educación que a veces tenía un temperamento difícil. Sus hijos eran su preocupación constante, incluso después de haberse casado y haberse ido de casa.


Anna Maria Taigi hizo todo en presencia de su ángel guardián, enviándolo para brindar consuelo a los enfermos y protección a los que eran tentados. Hagamos lo mismo: todos los días podemos hablar a los ángeles de los pobres, de los enfermos y de los extraños que vemos en las calles. Puedes hablar con el ángel guardián de las personas que están a tu alrededor para que su trabajo tenga éxito este día y acerque a su tutelado más a Cristo.